Tengo amigos nicaragüenses que, todos de una misma familia, en los últimos 30 años, han vivido en Venezuela, pues por la guerra de allá salieron muy jóvenes, pero las circunstancias normales, como tener allá familiares y afectos inolvidables, van y vienen. Uno de ellos, unos 12 ó 14 años atrás, decidió quedarse en Managua y allá está trabajando y que sepa, pues siempre pregunto, no tiene las menores intenciones de volver a Venezuela o salir de su país. Y se trata de alguien que no trabaja en el gobierno, sino en actividades económicas ajenas a este y, según los suyos, le ha ido muy bien.
Se trata de personas trabajadoras, muy sencillas y discretas que no suelen hablar de esos asuntos y salvo uno, siempre imprudente, les pregunte sobre sus impresiones acerca de lo que allá sucede y saben, siempre responden sin mostrar interés, tanto que nada importante o significativo dicen. Sólo que allá las cosas parecen marchar mejor que aquí para la mayoría de la gente, según sus percepciones, pero que, ellos, ya arraigados aquí, echadas sus raíces, ningún interés muestran en volver a residenciarse allá. En veces, sin extenderse y dando demostraciones de no estar interesados en hablar de eso, dejan entender que allá hay algunos motivos para incomodarse. Lo que no luce nada anormal. Y esas personas, aquí viven, desarrollan sus actividades sin mostrar tampoco incomodidad o razones para quejarse. La política no le prestan interés sustancial.
En lo particular, en lo que a mí concierne, en verdad, el asunto Nicaragua poco me llama la atención desde hace muchos años, casi desde los tiempos de la caída de Somoza. Y es que, a Daniel Ortega, le percibo por demás discreto y nada dado a excederse verbalmente y menos públicamente para llamar la atención, como creyendo que la "revolución o el cambio social, la construcción de la independencia", que supuestamente estaría dirigiendo, no son asuntos de discursos llenos de emotividad y destinados a zaherir al rival externo. Y, en verdad, es poco lo que sé acerca de los asuntos económicos de ese país, donde al parecer, la economía funciona con normalidad, con una referencia en ese sentido en un pasado reciente muy negativo, los tiempos de los Somoza y siendo un pequeño país. Es decir, habiendo pasado, no hace mucho tiempo, un largo período de gobierno dictatorial y de guerra, que hacen de referencia, e influyen para que en la multitud no prendan muchas expectativas o metas como las pudiera tener un venezolano.
Por lo que veo, más pareciera que, cierto sector de medios de comunicación internacionales, ponen demasiado interés en lo que sucede en Nicaragua y esto estaría centrado más que todo en aspectos puramente políticos y en torno a las relaciones y reacciones del gobierno contra quienes le hacen oposición o de él discrepan por distintos motivos. Más cuando la guerra contra los Somoza, quienes contaron con el aval y respaldo absoluto de EEUU, lo fue también contra este país y eso dejó huellas profundas y desconfianzas muy internalizadas, agravado eso quizás con el proyecto, al parecer ahora en suspenso, de la construcción del canal que competiría con mayores ventajas con el de Panamá, pero en este caso construido y controlado por China.
Si algo personal pudiera decir, pero advirtiendo que se trata de muy subjetivo, es que la señora Murillo, pese la lejanía, me transmite una imagen no muy atractiva y simpática y no es por sus rasgos externos o físicos, sino que la percibo muy "obsesiva", hasta exhibicionista y autoritaria y conste que hablo de cuando sólo era primera dama y no vicepresidenta. Pareciera empeñada, pese la presencia del presidente Noriega, con imagen de hombre seguro y equilibrado, quien siempre la tiene a su lado, en cualquier evento, donde los demás presidentes están sin compañía íntima, dando, en veces, nada discretas demostraciones de algo parecido a lo de "aquí quien manda soy yo".
Confieso también, mi más absoluta incomprensión o mejor aceptación de la ruptura entre el gobierno y mucha gente valiosa del movimiento sandinista, con una vieja tradición de lucha por las libertades, la democracia, los intereses populares y contra el imperialismo, como el excelente novelista Sergio Ramírez y el sacerdote y poeta Ernesto Cardenal. Se mencionan también, cuando se habla de persecuciones y hasta condenas, en prisiones y condiciones "infamantes", de muchos luchadores y luchadoras de los tiempos de la guerra, primero contra los Somoza y luego ante los "contras", aquellos ejércitos armados por EEUU para combatir al sandinismo triunfante. Es decir, el movimiento sandinista original, como habitualmente le ha venido sucediendo a la izquierda latinoamericana, se hizo trizas.
Ante eso, por carecer de información suficiente, pues como ya dije, el asunto Nicaragua, por lo menos en los últimos años, poco interés me ha despertado y "sí a ver vamos", los medios internacionales, tampoco en ese país, ponen la atención que si a Cuba, Venezuela y hasta otros de Suramérica. Sólo esporádicamente, como cuando hay elecciones, o actos como este de ahora, Nicaragua hace ruido.
Por lo dicho anteriormente, es muy como muy difícil hallar en mi archivo algún trabajo que aluda a Nicaragua. Ahora, cuando he estado trabajando en organizar, ordenar y apilar todo lo que ha estado disperso, no he hallado casi nada, salvo uno referido a la novela de Sergio Ramírez "Margarita, está linda la mar".
Por todo lo dicho anteriormente, se puede deducir que el comentario que sigue, no está aderezado de indisposición, odio y hasta discrepancias racionales, internalizadas ante el gobierno de Nicaragua, sino por la incomprensión de una medida que me parece aberrante y absolutamente deshumanizada; contraria a los más elementales derechos de la condición humana. Y no se trata de un infundio, acusación, que uno pudiera poner en duda, sino de algo público y notorio.
Pues en estos días, me ha llamado la atención y luego incomodado por demás, lo relativo al "despojo de la nacionalidad" de algunos personajes expulsados o "repatriados", como dice la información de prensa, por razones políticas, aunque tampoco hay razones que eso justifique. Como que ni he sabido que al "Chapo Guzmán", el gobierno mexicano le haya despojado de la nacionalidad Y me llama la atención porque, según informaciones creíbles, procedentes de Chile, Argentina y hasta España, esta figura o decisión, para mí, como novedosa, es cierta. A esos personajes se les expulsa y despoja de la nacionalidad.
He leído ahora mismo una nota que dice lo siguiente : ""El Gobierno argentino está dispuesto a otorgar la ciudadanía argentina a Sergio Ramírez Mercado, Gioconda Belli y todos los que están padeciendo lo que está sucediendo en Nicaragua", indicó la mañana de este martes la periodista Gabriela Cerruti, portavoz del Gobierno de Argentina".
https://www.aporrea.org/ddhh/n380665.html
Antes leí unas declaraciones de Gioconda Beli refiriéndose a la sanción de la cual fue víctima; el gobierno la despojó de la nacionalidad. Igualmente, con anterioridad, Sergio Ramírez se expresó de igual forma.
La nacionalidad es un derecho humano. Cada uno de nosotros tiene derecho a ella y no precisamente la que regalen u ofrezcan como acto de caridad o solidaridad. Sino a la que emana de la vida misma. Esa donde uno nació, se formó, inhaló desde niño sus olores e internalizó sus sentimientos y amores. Es para uno algo de eso, de "soy del Arauca primoroso". En mi caso, de la inolvidable Cumana, su río Manzanares y el pescado de la playa de Castillito y donde lance mis primeros berridos y me puse mis primeras alpargatas. Es mi madre y padre fundidos. Es derecho universal tener mi patria, y tener la mía la que quiero y por la que he estado dispuesto a dar lo mejor de mi vida. ¿Quién tiene derecho a quitármela? ¿Acaso hay alguien que de verdad, verdad, no por los efectos coercitivos del Estado a que alguien le sirve, con potestad de decidir por mí quién es mi madre, la que amo y no cambiaría por nadie? ¿Quién tiene el derecho de decir que no soy cumanés, que no tengo derechos los inherentes a la tierra donde nací y además amo profundamente, por mis querencias de niño, de joven, adulto y que anciano, pese esté distanciado territorialmente, aunque no mucho, sigo ligado estrechamente, tanto que mi trabajo, este que escribo, sobre todo en la narrativa, está impregnado de mi tierra? ¿Cómo quitarle al venezolano a ese cumanés que lleva en sus venas la sangre, en el más amplio sentido, la herencia de Bolívar, Sucre, Simón Rodríguez y la emoción de la belleza de las playas de nuestra costa, los páramos andinos, la Gran Sabana, el salto Ángel, el Orinoco y el Guaraira Repano? ¿Quién pudiera tener el derecho de retirarme la nacionalidad y obligar a alguien por prudencia, equilibrio y hasta humanismo, ofrecerme una, que no pido porque me es ajena, pues prefiero la mía y nadie, ni siquiera ese Dios de la tierra y hasta uno universal, del inmenso espacio que no aparece en las "sagradas escrituras", puede, no es de su incumbencia, aplicarme ese castigo?
¿Quién pudiera explicarme esto que, de la mejor buena fe, sin ninguna mala intención y ni siquiera indisposición frente al gobierno de Nicaragua, no entiendo por ningún lado que le mire y piense? Esto me parece más aberrante que una tortura física, pues esta es propia de personas de muy bajo nivel y escasa sensibilidad y, hasta pese todo eso junto, lo hacen en la oscuridad.
¿Puede haber en constitución alguna, algo que fundamente eso, cuando hasta por los principios universales, nacidos de los derechos inherentes a la condición humana, la nacionalidad es algo casi sagrado? ¿Es digno y comprensible se despoje a alguien de su nacionalidad y dejarlo desnudo, a expensas de la generosidad de alguien que le otorgue la suya?
¿Es eso humano, prudente o más bien degrada a quien en esa atrocidad incurre?