“Luis Posada Carriles debe ser juzgado por sus crímenes” se titula el manifiesto circulado desde el domingo pasado por la Red de Redes En Defensa de la Humanidad y respaldado hasta ayer por más de 1400 intelectuales, artistas y activistas sociales de todos los continentes(www.porlajusticia.cu/).
El Bin Laden de América Latina ingresó ilegalmente hace dos años en Estados Unidos, que a regañadientes lo ha encausado como inmigrante ilegal sin acusarlo de los graves delitos acumulados en su trayectoria terrorista. Tampoco ha respondido a la solicitud de extradición de Venezuela para concluir el proceso penal que le seguía por la voladura de un avión civil cubano en vuelo, cuando se evadió de una cárcel de ese país de la mano de la CIA.
“Mientras en nombre de la lucha contra el terrorismo cientos de miles de personas han muerto en Irak y Afganistán, y otras –arbitrariamente detenidas- son torturadas en Abu Ghraib y Guantánamo, el gobierno de Estados Unidos protege al más notorio terrorista del hemisferio occidental, trata de engañar a la opinión pública con interminables maniobras pseudolegales y se niega a juzgarlo por sus verdaderos crímenes”, señala la declaración.
La denuncia es suscrita, entre otros estadunidenses, por Gore Vidal, Noam Chomsky, Howard Zinn, Russel Banks, Alicer Walker, Danny Glover, Cindy Sheehan, Medea Benjamin y el reverendo Lucius Walker. Aunque los medios de (des)información lo silencien, ellos, junto a decenas de miles en el norte revuelto y brutal han venido luchando porque se aplique la ley a Posada y se rectifique la desfachatada violación que de ella se hizo en el caso de los cinco luchadores antiterroristas cubanos.
De “los cinco”, condenados a inauditas penas en un juicio-farsa para complacer a la contrarrevolución de Miami, los servicios secretos del imperio saben que su única actividad era informar a Cuba sobre los planes de los grupos terroristas (anti)cubanos de esa ciudad, que no constituye delito como han denunciado incansablemente los citados intelectuales y activistas.
Ver unidos en causas tan justas a intelectuales de todas las latitudes subraya el vigor de la solidaridad internacionalista y de la lucha por la justicia y la dignidad. Firman también la declaración Adolfo Sánchez Vázquez, Eduardo Galeano, Juan Gelman, Luis Sepúlveda, Atilio Borón, Jorge Sanjinés, Oscar Niemeyer, Ariel Dorfman, Jorge Enrique Adoum, Joao Pedro Stedile, María Rojo, Víctor Flores Olea, Giocconda Belli, Alfonso Sastre, Manú Chao, Daniel Viglietti, Ettore Scola, Istvan Metzaros, Samir Amín, Tariq Alí, Naomi Klein y los premios Nobel de la paz y la literatura Adolfo Pérez Esquivel y Nadine Gordimer.
Sepultar el régimen de opresión del mundo mediante el terror implantado por Bush II exige que las fuerzas progresistas, como en el caso expuesto, libren una sistemática batalla por la hegemonía cultural frente a los instrumentos ideológicos del sistema dominante. No es poca la ventaja de luchar con la razón y la verdad. Prueba de ello es que millones de personas conocen ya la protección brindada por Washington a Posada, el ensañamiento contra los cinco y que haya surgido un movimiento internacional por hacer justicia en ambos casos.
Otra ventaja es que el régimen de Bush se hunde y el sistema imperialista sufre grietas sin precedentes, en particular aunque no únicamente, en Medio Oriente y América Latina, cada vez más evidente. Lo corroe una crisis sistémica, ante todo moral, de una hondura sorprendente, que puede hacerse desembocar en una salida solidaria para el género humano si intensificamos la batalla de ideas sobre temas como los siguientes.
El genocidio imperialista en Irak, Afganistán y Palestina y la peligrosísima amenaza contra Irán. Igualmente otros bombardeos silenciosos que anualmente matan por hambre y enfermedades prevenibles a millones o los arrinconan en la marginación y la insalubridad más crueles, en lista de espera para la sepultura. La peor de las formas de genocidio es el calentamiento global, hijo legítimo del capitalismo. También es genocida el bloqueo a Cuba.
El imperialismo estadunidense y sus compinches están derrotados en Irak. Su control de América Latina se derrumba, como se aprecia en la rebeldía del Bravo a la Patagonia, la creación de la Unión de Naciones del Sur y el avance de la integración en la región. El descomunal levantamiento ecuatoriano ratifica la creciente impotencia neoliberal frente a pueblos movilizados y decididos.
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