Desde el Estado Sucre

¿Fiscales(as) endemoniados(as)?

“En la cárcel no se paga el delíto;
se paga la pobreza”.
Elio Gómez Grillo.

Dos juicios penales presentes hoy en Cumaná, me han convencido de una cosa: La revolución ha pasado por muchos lados en este país, pero no ha tocado ni por asomo a ese submundo terrible que es la administración de justicia.

Lo primero es que, apenas pisamos la sede del circuito penal de la capital del estado Sucre, saltan las quejas de que eso está lleno de escuálidos; que pareciera que la alta dirigencia de la magistratura es conspiradora contra el proceso; que los únicos que llegan con nombramientos de jueces, fiscales, defensores, auxiliares, secretarios, alguaciles, archivistas, etc., son los que vociferan a todo gañote su desprecio por Chávez y la revolución; y que toda esa madeja de funcionarios tiene un solo objetivo: Apuñalar por la espalda a todo lo que huela a bolivariano (los pobres, “los invasores”, las cooperativas, los consejos comunales, las organizaciones de vivienda, etc.).

Veamos este caso y cáiganse de espalda: La comunidad “pobrísima” de Villa Bolivariana, en Cumaná, prende una protesta por la falta de agua, y con ella se lleva “secuestrado” un camión cisterna de una empresa constructora. ¡Bueno..., se metieron con el Diablo!..., Bastaron 5 horas para que aquellos cuatro “secuestradores”, incluyendo a una dama, fueran a dar con sus huesos a las mazmorras de la Policía, y sobre sí una acusación fiscal tan bárbara como descabellada: Robo Agravado; que de prosperar les ofrendaría el mayor regalo de sus vidas: 13 años de prisión. ¡Créo en Diós padre!...

El otro caso es el de un muchacho de 22 años, a quien su condición de “enfermo” (por consumo de drogas) lo ha convertido en reo del mismo delito. La Policía y el Ministerio Público lo tienen ensartado en una acusación de haberse robado un DVD, bajo amenaza de mandarlo al infierno de la cárcel de Cumaná por un “tiempíto” de ¡16 años!... Y resulta no hay testigos, la víctima se contradijo en las declaraciones y está comprobado el ensañamiento de algunos gendarmes porque el muchacho, en un pasado reciente, les habría hurtado un Pavo (¿?). El propio padre de la víctima (un adolescente) ha desistido de la acción por considerar que el acusado lo que requiere es una terapia de rehabiltación.

Ello nos lleva a una conclusión: Urge que desconcentremos toda la administración de justicia para que cada conglomerado tenga un sistema penal ajustado a sus características, idiosincrasia y criminalidad; y que los jueces, fiscales, policías y defensores, tengan identidad cultural, social y profesional con el espacio en el que se desenvuelven. En los dos casos señalados, ambas fiscalas del Ministerio Público son extrañas; por lo que les es más fácil atenerse a la frialdad de la ley, y a los embates de los poderosos, que a la realidad real que padecen nuestros coterráneos. Insisto: La justicia penal, al contrario de la civil, no es mercenaria; por lo que sus administradores jamás pueden abstraerse del contexto vivencial en el que se produce el hecho criminógeno.

La nueva visión del mundo que trae la revolución bolivariana, pása por acabar con las rémoras sociales que nos dejó la IV República: Sólo los pobres son invasores; sólo los pobres son delincuentes; etc. Es decir, la legislación revolucionaria; y los jueces, fiscales, policías y defensores revolucionarios, ya deben desmontar la lógica de una justicia penal que está concebida para la perpetuación del dominio de clases; donde la persecución y criminalización de toda protesta y reivindicación de derechos populares, es la regla; mientras que el narcotráfico, el contrabando, la destrucción del medio ambiente, los delitos de cuello blanco, la corrupción, el sicariato, la estafa, etc., hacen de las suyas; y uno no encuentra ¡ni un preso! en las cárceles por esos motivos.

Les hago entonces una pregunta a nuestras altas autoridades en materias judicial, fiscal, defensorial y policial: ¿Están ustedes escogiendo como administradores y auxiliares de justicia sólo a aquellos abogados mercenarios, neoliberales y deseosos de engullirse a los pobres en salsa; que hagan de esta revolución la peor desgracia para un pueblo esperanzado y mil veces mancillado?... Si fuera así, pido entonces que me nombren Autoridad Única en la transformación judicial que reclama el país, para que en cuestión de tres años tengamos a funcionarios embarcados en un nuevo modelo de convivencia penal, adaptado al nuevo mundo que estamos construyendo. De lo contrario, vendrán conflictos para “pasar por el filo” a toda esa podredumbre terrenal.

(jeramedi@yahoo.es)



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Jesús R. Meza Díaz


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