A Chávez, de una madre aterrada

Mi Presidente, me valgo de la bondad de un compatriota para decirle lo que no puedo de otra manera que no sea a distancia. Por los momentos, el Belcebú nos acorraló, al mismo tiempo que sus lacayos nos atormentaron con su “jarabe” de lengua de manera que nos distrajéramos cuando tu solito estabas diciendo la verdad. Sonaron como nunca antes los petardos que se confundían con los disparos de la muerte. Los armamentos de guerra relumbraron amenazantes en las manos asesinas de los matones a sueldo. Tipos que, hasta la semana anterior, aparentaban como bienvenidos de la muchachada sana del barrio.

Ahora, muchos compatriotas, algunos de mala fe, dicen que no fuimos a votar porque perdimos la fe en ti. No camarada Chávez. Mil veces no, Presidente amigo. Lo que sucedió fue que esos mismos diablos se nos atravesaron cuando salíamos hacia los centros, con sendos pistolones a tiro de disparo y, de ñapa, un “muere callao” si quieres volver con tus hijos. Al hermano de la vecina Genoveva lo mataron porque se pasó de la marca que le pusieron en el piso.

Aún estamos atemorizados, Presidente amigo. Fue una barbarie la muerte de dos jóvenes novios motorizados (ella en la parrilla) quienes, al rodar por el piso, fueron rematados por el único delito de “infringir la ley” del oeste que ellos nos imponen y ya, antes de estos crímenes, habíamos tenido información del aterrador crimen de Guacara, y el amenazador y estentóreo grito: “!Así le pasará al que vote SI!”

Esto no se puede llamar vida, Chávez. Nos sentimos desamparados. Rodeados de alacranes. No sólo en éste laberinto que, según dicen los alcaldes, es ingobernable. Se trata que los asesinos a sueldo están matando gente en todo el país para anotarlo en la lista canalla contra la revolución. Más claro. Los dueños de Globovisión nos matan dos veces (claro, ellos tienen las armas). Es decir, cuando el sicario nos liquida y cuando su maldito micrófono perifonea la muerte.

Pero qué carajo, no hay mal que dure 20 años. Venezuela; Simón Bolívar y nuestro Señor Jesucristo, se anotan en la grandeza. Y nuestra Patria, tu Patria es también tu Rosalinda, Chávez.

No debemos pasar por debajo de la mesa que, así mismo como ésta madre alerta indirectamente, son millones las que están con su “torozón” en la garganta. No por dudas. Pero fue que vinieron primero los nuestros y se llevaron la verdad verdadera. Sacaron buenas cuentas y se fueron confiados, pero no midieron otras vicisitudes y, además, no volvieron, cuando los canallas se movieron a sus anchas con el refuerzo de un enjambre de mormones enviados por Bush, apertrechados los morrales con heroína y pólvora para la recarga. Y hasta aquí para unas felices navidades Chávez. Aunque los disociados no quieran, comeremos hallacas con Chávez.

Ahora, desde acá, de estas serranías. Uno, quizás ingenuo, o que le pesa la edad, se pregunta: ¿será que se hace imposible depositarle hasta nunca más el armamento, que es numeroso y de alto calibre, a los conjurados contra la Patria y los venezolanos de buena voluntad? Que la frontera es abierta, sí, pero no por ello son irrequisables quienes entren y salgan. Las leyes son expeditas en esa materia. Y es cuestión de salvaguardar la vida de las venezolanas y de los venezolanos para que no nos la quiten unos animales sicarios que, a un saludo de cortesía a lo socialista, contestan con un plomazo, al estilo de los cobardes que, cuando se encuentran desarmados y “zanahorias”, cacarean cual pataruco culón.

Para cerrar, en el anterior clamor “…de una madre aterrada”, se incluye la congoja que deben llevar 800 mil camaradas buhoneros que se quedaron con las ganas de votar SI, impedidos por la amenaza cierta de los paracos, infiltrados como buena gente en ese gremio. Bien, el limbo seguirá como paraíso de “ellos”. La tierra para los humanos y La Palabra para gritar Patria, Socialismo o Barbarie. Venceremos!

*Pedromendez_bna@yahoo.es


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Pedro Méndez


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