En Colombia desde los tiempos de las "Guerrillas del Llano" hasta la
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia suman casi 60 años de
insurrección armada sin oportunidad clara de estar cerca del verdadero
objetivo de la lucha política con o sin armas: LA TOMA DEL PODER.
Desde que Uribe asumió por primera vez la presidencia de Colombia,
solo en los momentos de la ceremonia se hizo sentir el poder de la
guerrilla. Luego, solo se han dedicado a la estrategia del movimiento
de repliegue sin enfrentamientos por iniciativa propia,
La toma de rehenes no puede ser una estrategia de lucha de un
movimiento armado en zonas rurales, porque a la larga se convierten
(los rehenes) en un peso muerto, difícil de manejar y que hace
relativamente fácil de ubicar al movimiento guerrillero, convirtiendo
a las unidades de combate en presa del ejercito regular, que tiene la
ventaja del refrescamiento permanente de la tropa. Esta carga de
rehenes y prisioneros de guerra está determinando la derrota en muchos
frentes de las guerrillas colombianas, que hoy lucen desgastadas y sin
propuestas políticas claras.
Por otro lado, la masa campesina que debe ser la aliada
incondicional del guerrillero, su sustento, que debe ver en la
guerrilla la esperanza, la posibilidad real de salir del sistema de
explotación latifundista y de injusticia del capitalismo saqueador,
con la comercialización de la marihuana y luego de la cocaína, este
orden de cosas en el campo colombiano, cambió drásticamente. Muchos
campesinos lograron hacerse de un negocio rentable, que les permitió
liberarse de las condiciones de dependencia a que los tenían sometidos
los terratenientes, Ya no dependían de sus préstamos que eran pagados
con las tierras de los campesinos, ahora disponen de dinero, pueden
pagar las deudas e invertir en la tierra y tener propiedades. Esta
realidad se creó una nueva relación entre guerrilla y el pueblo
campesino. El nuevo enriquecimiento de los pequeños campesinos provoco
que la guerrilla entrara en el negocio y desde allí financiar la
guerra, creándose un nuevo frente de lucha contra los narcotraficantes
que vieron amenazadas su influencia y sus ganancias, las autoridades
que no querían que compartir sobornos, y los políticos criollos y
transnacionales verdaderos "capos" del narcotráfico en Colombia que no
van a permitir que otros "controlen el negocio".
Esta circunstancia desvirtúa la razón de ser de la lucha política
guerrillera en Colombia y plantea un callejón sin salida, en el cual
nadie quiere ganar la guerra, porque el negocio es "la guerra misma y
el escenario de la guerra", que es el de la agricultura de la droga.
La guerrilla colombiana no participa directamente en el cultivo,
elaboración o trafico de droga (no hemos visto nunca un dirigente
guerrillero preso con alijos de drogas en ninguna parte del mundo),
sino que se ve empujada a participar de la protección del nuevo
campesinado que surge con poder del cultivo de plantas prohibidas. En
esta nueva realidad nace la figura del "paramilitar", creados por los
capos de las droga de la oligarquía colombiana para salvaguardar sus
cultivos, laboratorios y pistas clandestinas.
La estrategia parmilitarista de acosar al campesino va dirigida a
obtener dos objetivos primordiales: 1) Restarle la posibilidad de
nuevas adhesiones al movimiento guerrillero y 2) Desplazar
poblaciones enteras de colombianos para adueñarse de las mejores
tierras y ponerlas al servicio de los latifundistas y señores de la
droga.
rafaelurdanet@gmail.com