Hoy, el campesinado venezolano ha enarbolado sus banderas Zamoranas. No es que antes hayan estado dormidos en el limbo de la espera, sino que las circunstancias difíciles que atraviesa la patria en materia alimentaria y en la agricultura no alimentaria invitan a acelerar los pasos para la transformación estructural de la agricultura. Un aproximado de 350 mil familias, no pueden seguir aguardando mientras la evidencia dice que la mayor inversión en la producción del país se realiza atendiendo al gran capital. Hay dos modelos en juego, uno la versión industrialista de la agricultura muy favorecida por la actual gestión del MPPAPT y el otro modelo de producción agroecológica, en la vanguardia de los cambios, y en espera que al menos el gobierno declare como política la transición agroecológica. No hay calco posible de otros países, debe ser un resurgir de la agricultura cimentado en nuestras potencialidades e intereses. No vamos a copiar a nadie por muy eficiente y cuerdos que parezcan. Tenemos lo que necesitamos, la tierra y la gente, y en adicional un acervo de saberes muy importante. Hace falta el fuelle, la política, y la corrección de los desvíos ideológicos. En eso andan nuestros campesinos con su Marcha Campesina Admirable
Comparemos los retos de sociedades: En que lio mayor estuviéramos metidos los venezolanos si fuésemos un país con mayor población a la que tenemos hoy día, con apenas 32 millones de habitantes, tratando de subsistir con políticas inadecuadas para la producción agrícola, viviendo del rentismo petrolero, y con pretensiones de hacer una revolución socialista. En tanto, China, el país más poblado del mundo, que llegó a tener menos de un quinto de la población en las ciudades y más del 80 % de la población rural, pudo hacer una revolución comunista profunda y sobrevivir a cualquier hostigamiento internacional, favoreciendo el desarrollo militar, pero mejor, produciendo la base alimentaria de su población, lo cual disminuye su vulnerabilidad frente a terceros interesados en su fracaso. Así, poco a poco, primero frenando el desplazamiento desorganizado de habitantes del campo a las ciudades, promoviendo la colectivización de uso de la tierra, formando en principios y valores, mejorando la educación, y generando esperanzas, China viene cambiando sus proporciones de habitantes rurales y urbanos. Es apenas en el año 2010 que se igualan las cifras (50-50) y aspiran llegar a 60% de población urbana a finales de esta década que vivimos.
Para este fenómeno, China, con anuencia política del Partido Comunista, y con adecuada planificación que facilitará la movilización de personas del campo a la ciudad, con el propósito de apuntalar el desarrollo industrial y los servicios. Se mudan para vivir mejor que en el campo. Y los que se quedan en el campo, igualmente para vivir mejor que en las ciudades. Se compite por la dignidad y la felicidad. En consecuencia podrán incrementar la productividad por habitante del territorio rural, como en efecto ha sucedido, con sensibles efectos en la disminución de la pobreza. Este anuncio, que es reciente, viene acompañado de otras políticas que comenzaron un poco antes de cerrar el siglo XX. Descolectivizaron progresivamente el uso de la tierra evitando las diferencias de esfuerzo en el trabajo arduo de la producción. El resultado es visible en muchos campos de la agricultura, China puede alimentar casi 1500 millones de personas. Por cada persona asentada en el campo se habrá de producir para dos o tres, se ha mejorado el sistema de ciencia y tecnología agrícola, y las innovaciones logradas han impactado favorablemente la producción; con el excedente de ingresos del desarrollo industrial ha adquirido empresas multinacionales que le garantizan el suministro de insumos diversos, especialmente de semillas.
En nuestro caso, en la IV República, Venezuela no fue capaz de controlar el éxodo masivo del campo y muy pronto, nuestras ciudades se llenaron de pobreza, dejando también en el campo la pobreza con una agricultura accidentada, sin proyecto de país. Hoy somos una sociedad urbana, con mucha gente viviendo en condiciones difíciles, de acceso y de servicios. Comemos en abundancia lo que llega por los puertos. Construimos ciudades para la exclusión. Poco a poco bajamos la población rural hasta llegar a menos del 10 % y de paso, con una tenencia de la tierra que es menos del 20 % del total de la tierra arable en Venezuela, para 350 mil familias, de unas 410.000 unidades de producción existentes según el último Censo Agrícola. La tierra la tienen los ricos y el Estado.
Tal cual, China en el pasado hemos querido colectivizar el uso de parte de la tierra rescatada en la tenue lucha contra el latifundio, hemos tenido diversas experiencias, pocas exitosas, otras fallidas y hasta maltrato a nuestros campesinos se ha presentado en la lucha por la tierra que les pertenece. Pareciera lógico que habiendo suficiente tierra, la primera política ha debido ser fortalecer la agricultura familiar campesina; y en paralelo la colectivización de tierras para la agricultura comunal de mayor escala. Tenemos un atraso importante. Así se discutió en el Simposio Venezolano de Agroecología realizado en Maturín en fecha reciente.
Otra situación contrastante es que China va planificadamente a la ciudad, cuando nosotros debemos ir a repoblar el territorio rural. Hace falta una política manejada con acertada planificación para colocar no menos de 15 % de la población en el territorio rural. ¿Por qué no logramos ver esta posibilidad con claridad? En el pasado reciente, Chávez motivó alianzas con varios países para aproximarnos a un modelo de desarrollo rural que supere las asimetrías de vida entre la ciudad y el campo. No hay una sola evidencia en curso de este esfuerzo.
Hemos podido ver en estas comparaciones que pada país, monta sus políticas a su interés y necesidad. Nosotros tenemos mucha necesidad de reordenar la agricultura. Recientes políticas sobre la exención de aranceles a las importaciones agrícolas son el desvelo de quienes creemos que lejos de seguir con atrayentes hacia una agricultura de puertos, debemos ir a impulsar cambios importantes y lograr impacto real en la producción y en el bienestar de los productores.
Hoy, los campesinos con sus píes hirviendo por el calentamiento del asfalto, agotados han llegado caminando a Caracas a reclamar otro proyecto para la agricultura, lo veo como una revolución en la agricultura. Quizás el mensaje de la Marcha Campesina Admirable sea que estemos a tiempo para salvar la revolución de una hambruna que desprestigiaría este u otro esfuerzo en algún lugar por lograr otro mundo posible… Y llegan a Caracas en el momento en que el PSUV realiza su Congreso. Es la gran oportunidad de superar la verborrea por la verdadera política. Pero, también es la hora de los miedos. Nuestra pesada burocracia no sabe escuchar al Pueblo. ¿Verdad, Presidente Maduro?
Producimos o nos jodemos