Escuché con atención las intervenciones que se dieron antier 02.08.2018 con motivo al encuentro de la Marcha Campesina Admirable con el Presidente Nicolás Maduro y algunos asesores. A la final el Presidente quiso destejer la gran colcha de cientos de problemas que le presentaron. En cierta forma fue un careo de dos culturas, los citadinos y poderosos políticos (visibles o no) miembros del Poder Cupular con la masa campesina, ajena a todo privilegio. Y nada peor que alguien le diga al Presidente que a veces los campesinos tienen que compartir una arepa entre cinco miembros de la familia, cuando deberían producir maíz para ellos y generar excedentes para la sociedad. En ese momento, en el imaginario pernicioso del pesimismo hice un “capture” simbólico de una posible oferta de la Caja de los CLAP (hubiera sido terrible), que no sucedió, pero es parte de la problemática que los campesinos dejaron en evidencia.
El Estado no ha generado condiciones para acceder y conservar la tenencia de la tierra; ni ha financiado efectivamente planes de producción porque no cuenta el malgasto de la Misión Agro Venezuela que a manos llenas dejó sin resultados y sin recaudos esas jugosas inversiones; ni ha organizado la masa campesina para que asuma su rol protagónico, aunque si sus derecho a votar; tampoco ha definido y compartido el modelo de desarrollo que ha de darse con la participación campesina, los pequeños y medianos productores del campo; menos aún, disponiendo de tierra y a sabiendas del éxodo campesino a las ciudades ocurrido en la IV República (imagino que los campesinos no están migrando al extranjero en estos momentos de crisis) se ha propuesto un significativo programa de vuelta al campo. Todo lo anterior es la esencia de la valoración social de la agricultura y es la razón de la rabia controlada de los campesinos, para lanzarse a caminar y recibir por Admirable que fuese, malos tratos al arribar triunfales a Caracas.
La deuda con la clase campesina es de larga data, es cierto, el Presidente lo dijo y la gente asintió. En ese momento se escurrió la responsabilidad de 190 años desde la Primera República y solo 20 de nuestra cacareada revolución, en la Quinta República, como si la historia de la agricultura sufriera del problema del endoso bancario. Es y será responsabilidad de los gestores públicos del momento, el estado de la agricultura y de sus perspectivas de futuro. Así, que nuestro gobierno, es en este momento el responsable del problema agrícola y agrario. Por eso fue que se le enderezó la cabeza al caballo del Escudo Nacional.
Cada palabra dicha por los campesinos en ese encuentro de dos visiones, era un halago para los que sabemos que las cosas no van bien en la agricultura. En eso particularmente, mi persona es inclemente. Son muchos años de la vida escribiendo y conferenciando hasta el cansancio que hay que superar la vulnerabilidad que nos genera la agricultura de puertos y que en los campesinos, esas 350 mil familias, estaría la redención del sistema agroalimentario nacional.
En todo caso, los opositores se quedaron solo especulando que Maduro fue obligado al encuentro. Pienso que no fue así, que por el contrario lo deseaba y en poco tiempo y con ayuda de personas conocedores y sensibilizados por el tema, tejió un buen discurso, que pudiera simplificarse diciendo que manifestó la voluntad política para enderezar el rumbo, aunque la primera manifestación de voluntad de los seis compromiso que adquirió ha debido ser pedir una cuantas renuncias, que le negaron la posibilidad en varios años de conocer mejor la problemática campesina. Ahora, queda la duda si lo habían informado y no había actuado.
Estos son entonces los resultados en forma global: Corregir las falencias de los órganos de justicia y de gestión agraria en el problema de la tenencia, uso y defensa de la tierra; actuar con firmeza y con prontitud frente a los crímenes de odio contra campesinos ocupantes de tierras rescatadas realizados por sicarios probablemente aupados por terratenientes con aires paramilitaristas; la transformación del sector agrícola, su institucionalidad, campesinado incluido; garantías para que se siga desarrollando la lucha campesina y un espacio para el Congreso Campesino, diferido u opacado varias veces antes y quizás el mejor de los puntos, colocarle al tema agrario y agrícola la dimensión futuro, de mediano y largo plazo. Los adornos retóricos para desarrollar estos puntos fueron innegablemente de buena calidad, tanto que de vaina no salen llorando los campesinos creyéndose culpables del esfuerzo que le hicieron dar al Presidente y camarada.
La voluntad manifestada, no es igual que la voluntad manifiesta, no señor. Es el momento de retomar un conjunto de indicadores asociados al logro de esas transformaciones manifestadas como necesarias y contrastar la nueva realidad con la que tuvimos. Por aquello de la arepa para cinco, una investigación a fondo sobre el estado nutricional y de salud de la familia campesina es necesaria, para poder tener referentes de la mejora de la calidad de vida; igual con la educación, ingreso, las condiciones materiales de vida y de la percepción de su propia realidad. Es el momento de construir el llamado Índice de Felicidad Social en el Campo, a tiempo inicial y medirlo cada dos años para saber que estamos cambiando la vida de 350 mil familias, al menos.
Nadie en el gobierno sabe como cambiar el financiamiento público y privado al gran capital a la gran masa humana campesina. Eso debe ser una política transparente, medible y confiable. Todavía hay contradicciones burdas entre la agricultura industrialista y la agroecológica familiar y comunal, pues hay que evidenciar un plan de transición agroecológica.
En corto, en la inocencia agrícola del Presidente Maduro, generó retos inmensos que se creían habían desaparecido del ambiente revolucionario.
Ahora, hago memoria inmediata de un artículo de Boaventura de Sousa Santos (02.08.2018, Other News), Las cosas que nos faltan, y tiene razón el autor cuando acepta que los pájaros vuelan por sus capacidades biológicas, su instinto y los humanos vuelan por sus raíces, su esencia, su cultura; y los campesinos llegarán lejos en su vuelo si hacen valer el prestigio que se ganaron como luchadores perfectos en la guerra de independencia y en la ulteriores, siendo el brazo que encendió la pradera en las luchas zamoranas. Muchas bajas sufrieron cuando insurgió la guerrilla en Venezuela, no se sabe cuántos fueron masacrados. Pero, sabemos cuántos han sido objeto de sicariato recientemente y cuantos penalizados por la injusticia.
Presidente Maduro: Lo más sustentable de la agricultura campesina será ayudar a construir una sociedad sustentable.
Producimos o nos jodemos