Ezequiel Zamora:¿fue muerto por los conservadores?

Bendita sea mil veces la mano que la dirigió , refiriéndose a la bala que le quitó la vida al general Zamora, dijo y escribió el escritor de la oligarquía, Juan Vicente González, en su obra biográfica sobre el prócer José Félix Ribas, escrita en prisión a punta de memoria. De esa manera festejó la oligarquía la muerte del general Zamora, mientras que miles de explotados y oprimidos lo lloraron y lo lamentaron la muerte del líder, ese que ocho décadas antes aplicó normas de comportamiento político en la guerra que luego fueron un norte en la conducta del Ejército Rojo encabezado por el camarada Mao.

En relación con la muerte del general de hombres libres, Ezequiel Zamora, se han tejido y siguen tejiéndose muchas hipótesis sin que, hasta ahora, se tenga una idea definitiva que pueda servir de ilustración al conocimiento posterior sobre tan polémico suceso. La misma lectura o estudio de los diversos textos que se han escrito y publicado sobre la Guerra Federal, en general, y en relación con Zamora, en particular, permiten manejar, por lo menos, dos concepciones sobre la muerte del extraordinario político y militar de las décadas intermedias del siglo XIX.

La muerte del ídolo honesto y recto

Es en San Carlos donde se produce el triste y doloroso momento para los verdaderos revolucionarios federalistas; ese instante que la Historia jamás olvidará, porque sucede la mayor desgracia en la guerra justa que libró una buena parte del pueblo contra la guerra injusta de los oligarcas; ese momento en que se conmueven todos los sentimientos de un pueblo por la injustificable pérdida del máximo líder del proceso revolucionario; y es el instante de mayor alegría para los godos y sus cómplices infiltrados en el federalismo para calcinar los postulados revolucionarios. Es el momento de la muerte del gran general, del líder honesto y recto Ezequiel Zamora, vencedor en Santa Inés y voz de la unidad y de los grandes aciertos de la lucha federal contra los centrales. Una maldita bala atraviesa su cara despojándole de su preciada y valiosa vida, de su honesta conducta y de su inmensa capacidad para dirigir la guerra.

A pesar del dolor y del sufrimiento de los verdaderos federalistas, el combate se gana y se hacen dueños de la plaza. Mil veces preferible una derrota en San Carlos que haber perdido al más brillante de todos los generales posterior a la Magna Gesta de la Independencia Venezolana de España.

Análisis de la muerte y repercusión

Debe partirse del hecho que la muerte de Zamora es algo misterioso y muchas fueron las versiones que se tejieron sobre tan delicado tema. Debe tratarse de hacer un análisis político e ideológico que permita aseverar un criterio que fueron los dirigentes demagogos infiltrados en el federalismo los que propician y organizan la muerte de Ezequiel Zamora.

Eran graves las contradicciones existentes en el campo de la dirección federalista representadas, de un lado, por Zamora que reflejaba la tendencia revolucionaria del movimiento y, del otro, por Falcón y Guzmán Blanco, quienes legalizaban los intereses del continuismo y la conciliación en contravía a los anhelos del pueblo venezolano.

Es inverosímil negar que Ezequiel Zamora fuera un defensor fiel y abnegado de los intereses populares y era el líder fundamental del proceso que buscaba justicia para la sociedad sin dominio de los oligarcas. Tampoco se puede negar que Zamora era un verdadero caudillo y que el pueblo le rendía culto, elemento que si bien es dañino era justificable para su tiempo.

Zamora era, a mi manera de entender las ciencias o corrientes políticas, un materialista utópico; es decir, que su lucha por transformar la sociedad sobre la base de sus ideas, era imposible para su época. Sin embargo, igualmente planteaba cuestiones posibles de aplicar en la realidad de esa etapa histórica en que le correspondió vivir, luchar y morir.

En el seno de los federales existían contradicciones no sólo de forma sino de contenido profundo, lo que generaba una lucha a muerte por la conducción del movimiento federal y también de la guerra. Falcón y Guzmán como principales por un bando donde se agrupaban los demagogos y representaban a la reacción oligárquica en el campo del federalismo; y Zamora, Hernández, Arismendi, Rojas, Trías, Vásquez y otros representaban los grandes y poderosos sentimientos revolucionarios del pueblo.

Falcón, Guzmán y los suyos veían en Zamora a un enemigo demasiado fuerte y de oposición para poder desarrollar sus macabros planes en contra del pueblo. No es incognoscible para los que adquieren conciencia de la lucha de clases, que los que se convierten en serios obstáculos a los intereses de determinada clase o grupo social –incluyendo a los partidos políticos-, sus enemigos políticos tratan de aniquilarle por todos los medios posibles y, sobre todo, cuando se trata del máximo líder del movimiento y del conflicto armado.

Creen los reaccionarios que dando muerte al líder radical del proceso revolucionario, disminuyen la influencia del ideal y se crean cimientos para su derrota, lo que sería aprovechado por los reaccionarios para hacerse del timón del proceso y conducirlo de acuerdo a sus ambiciones e intereses. Ningún otro dirigente era tan importante como Zamora y los demagogos querían, a toda costa, desplazarlo para ellos conducir el proceso y obtener los privilegios que daba la ventaja del federalismo sobre los oligarcas en la Guerra Federal. Por ello era vital apartar del camino y de la conducción de la guerra al valiente Ciudadano. Esto es una razón o motivo poderoso para que ellos hayan sido los preparadores de la muerte de Ezequiel Zamora. Es difícil pensar que fueron los oligarcas los autores de la muerte de Zamora, porque según testimonios no estaba al alcance de las balas del enemigo. No es pensable, aunque no imposible, que Zamora, teniendo tantos conocimientos de la guerra, fuera a situarse en un combate, para dirigirlo desde una habitación, al alcance de la mirada y las balas de sus enemigos.

Existe la versión en el libro de Emiliano Navarro “La Revolución Federal”, que en una oportunidad Guzmán Blanco –debido a ciertos maltratos que le hiciera Falcón- amenazó en poner al descubierto el plan que habían ejecutado contra Zamora. Emiliano Navarro participó en la guerra y señala también, que a la hora de la muerte de Zamora, éste se encontraba en una casa reunido con Falcón y otros que eran partidarios del coreano. Si bien es cierto que Navarro era un admirador ciego o incondicional de Zamora, por razones de Historia, es lógico pensar que debe tomarse en cuenta su testimonio ya que era un luchador fiel al servicio de la causa revolucionaria y no de la reacción.

No estamos negando que un historiador reaccionario no pueda dar una versión exacta de la lucha y de la Historia. Tenemos el caso de Sujanov que escribió sobre la Historia de la Revolución Rusa y aportó excelentes páginas donde se describen los hechos con veracidad, pero su obra en general carece de esa vitalidad histórica de llevar los acontecimientos con el acorde del hilo de la verdad dialéctica con que la escribió, por ejemplo, León Trotsky. Mientras muchos escriben la Historia mirando desde las rendijas de un muro donde no llegan las balas, otros las escriben desde el propio teatro de los hechos y eso le inyecta un valor incuestionable de veracidad.

Emiliano Navarro sostiene que: “... Falcón, por su imprudente proclama en la plaza de San Carlos, descubríose él mismo, por su propia boca, por falta de juicio y torpes instintos, ser el factor de un hecho punible; pues si tal caso sucedía, como se lo imputaba, aquel atentado debió ser de él y los suyos. De esto soy testigo, yo y muchos que disimulábamos en el silencio todo aquello que pudiera comprometer nuestras personas ”. Para Emiliano Navarro no queda duda que fue Falcón el principal gestor de la muerte del más querido y valioso líder del federalismo.

Otro elemento de importancia capital es que quien le da muerte a Zamora –según testimonios de ese tiempo-, es el sargento Morón y éste cumplía función de espaldero de Falcón. Dicen que utilizó el rifle de Falcón. El revolucionario José Ignacio Pulido, ese que se fugó del Castillo San Carlos para incorporarse a los federales, se equivocaría más tarde haciendo fusilar a un tal Morón creyendo que era el asesino de Zamora. Pero luego otro revolucionario y guerrillero, Juan José Moronta, pescaría al criminal y lo degolló, alegando que no gastaba ni un gramo de plomo en un traidor como él.

El brillante revolucionario y fiel defensor de los intereses del pueblo y admirador de Ezequiel Zamora, general Jesús María Hernández, señala que Zamora fue muerto en una conferencia secreta a donde había sido llamado por Falcón. Que esa reunión se hizo en la casa del doctor Acuña y ratifica a Morón como autor del disparo asesino. Dice Hernández que ni Falcón ni Guzmán estaban presentes por temor de fracasar la conspiración criminal, pero que eran los jefes de la misma. Y es bueno destacar que Hernández era un experto en descubrir conspiraciones contra Ezequiel Zamora.

Emiliano Navarro señala que Jesús María Hernández le había dicho a Zamora lo siguiente: Pele el ojo, General, no se descuide un solo momento porque el General Falcón juntándose con los suyos meditan darle un balazo, y después de hecho este atentado, no hay remedio y pobre de nosotros ”.

Hernández informó al destacado general Pedro Manuel Rojas, lo siguiente: Que el General Falcón con los suyos eran los agresores y autores de este atentado; muchas veces habían premeditado este asesinato no pudiendo llevarlo a término por multitud de dificultades que se oponían a su consumación y al enorme peso de la responsabilidad; se hacía preciso para verificarlo se presentase una ocasión propicia en que el crimen quedase impune; y comprendiendo Falcón con los suyos que la papa estaba pelada por consecuencia de la batalla de Santa Inés y que el General Ezequiel Zamora era un obstáculo a sus designios resolvieron dar el golpe decisivo ” (Tomado del libro de Brito Figueroa “Tiempo de Ezequiel Zamora”)

Level de Goda narra el hecho tal como sostiene lo vio él, pero agrega que Guzmán, Payares y Herrera estaban presentes. Señala que fueron los oligarcas los que le dieron muerte a Zamora, pero asoma elementos que ayudan a confirmar la opinión de que Falcón y Guzmán y los suyos estaban profundamente comprometidos en el asesinato. Level de Goda sostiene que: “ Tal pronunciamiento ocasionó sorpresa y disgusto a Falcón... y que desde entonces dató cierta división entre zamoristas y falconistas y rivalidades que algunos pretendieron establecer y sustentar entre los generales Falcón y Guzmán. En tanto que Guzmán –padre- se adhería a la personalidad de Zamora y era su ferviente partidario, Guzmán hijo, Antonio, formaba en las filas más personalistas de Falcón

Eso ratifica que dentro de los federales existía una fuerte conspiración para eliminar a Zamora, ya que éste formaba un poderoso obstáculo para el plan de desarrollo de dar la espalda a la causa del pueblo por parte del grupo de Falcón y Antonio Guzmán Blanco.

Mucho tiempo después, Payares Seijas acusa a Guzmán de ser el responsable de la muerte de Zamora. Expone Armas Chitty en “Vida política de Caracas en el siglo XIX”, lo siguiente: Cerca de cuarenta años después, cuando la reacción contra Guzmán era uniforme, Payares Seijas no tuvo inconveniente en acusar al Ilustre de la muerte de Zamora. ¿Oportunismo? Guzmán asienta que este General era charlatán y tenía otros vicios ”.

Entre Payares y Guzmán existían contradicciones fuertes de carácter personal y cuando el primero denuncia al segundo de ser culpable de la muerte de Zamora, es porque ya no podían satisfacerle sus ambiciones personales bajo la influencia y protección de Guzmán. Eso es cierto, pero eso aunque sea oportunismo no deja de ser un testimonio interesante y real que se produce cuando existe el choque de no mutua correspondencia de privilegios y que ya no hace necesario el secreto de algún crimen como el cometido contra el Valiente Ciudadano Ezequiel Zamora.

Volviendo a Level de Goda, éste fue comisionado por Falcón para entrevistarse, en una oportunidad, con Julián Castro a fin de negociar y conciliar la lucha victoriosa que estaba realizando el pueblo con Zamora al frente. Luego, más tarde, Level de Goda no tuvo inconveniente en decir: “¡ Amarga y dura comisión la que, en servicio del partido fuimos a desempeñar a Caracas! ¿Por qué nos prestamos entonces a un papel tan doble e indigno?... La juventud, la inexperiencia, la pasión política de los primeros años, pudieran disculparnos a atenuar la gravedad de la falta. (...) La conducta de Guzmán Blanco en otros hechos casi nos ha probado, más tarde, que fue él el autor de esa trama inicua ”.

Los elementos antes señalados permiten hacer creer que fueron Falcón y Guzmán Blanco los autores intelectuales de tan horrendo crimen y de tan absurda felonía cometida contra la causa revolucionaria del pueblo venezolano en la Guerra Federal. Lástima que en San Carlos no se encontraba Prudencio Vásquez, porque sino la verdad hubiera salido a flote al instante a riesgo de producirse una revuelta que hubiese terminado juzgando en el acto y para siempre a Falcón, Guzmán y sus más allegados colaboradores o, los muertos, hubiesen sido Prudencio Vásquez y otros fieles seguidores del general Zamora.

La muerte de Ezequiel Zamora vino a repercutir en el desarrollo posterior de la guerra y, principalmente, en perjuicio de los verdaderos revolucionarios y del pueblo venezolano. El historiador A. Gómez Espinoza dice en su obra “Historia de Venezuela”, que la “... muerte de Zamora cerró para la nación, quién sabe que épocas de grandezas y reivindicaciones, pues no hay que negar que el jefe federal era un gran caudillo de espléndida brillantez .

Para orgullo y engrandecimiento de la Historia de América Latina, tanto México como Venezuela, tienen una E y una Z que simbolizan lo más esclarecido en movimientos revolucionarios que no pudieron cristalizar por muchas razones o causas que no vamos a destacar en esta oportunidad. Ezequiel Zamora de Venezuela y Emiliano Zapata de México, son ese crisol de futuro que eleva la conciencia revolucionaria por la emancipación total de los explotados y oprimidos en nuestra América Latina.

Y por otra parte está la ingrata o desgraciada nube oscura del pensamiento que denigra siempre de la verdad, de la justicia y de la libertad. El impulsivo y agresivo intelectual de la oligarquía, Juan Vicente Gonzáles tuvo la impertinente osadía de decir: Bendita sea mil veces la mano que la dirigió , refiriéndose a la bala que mató la vida del más eminente y fructífero dirigente revolucionario posterior a la Guerra de Independencia del siglo XIX en relación con un conflicto armado político interno.

Nadie está obligado a creer, de una manera o de otra, con la simple lectura de esta opinión sobre la culpabilidad de la autoría del asesinato del general Zamora. Sólo es un pasapalo para profundizar en el estudio de un hecho que requiere ser aclarado, como verdad histórica, para beneficio del conocimiento de la historia venezolana.



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Freddy Yépez


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