Solamente por curiosidad estuve revisando que trataba esto de las monedas virtuales. Y luego me sorprendí del dominio que el presidente Maduro quiso mostrar en su alocución en la cual presentaba la gran idea para evitar ser tocado por las decisiones de terceros países que obstaculizan nuestra economía, especialmente los flujos financieros indispensables. Todo parte que la geopolítica está siendo modificada por el uso de las tecnologías de comunicación e información. Las comunidades virtuales, de diferente tipo, a la cual pertenecemos de acuerdo a nuestros intereses, no tienen fronteras definidas, aunque los poderosos países que cuentas con sistemas de inteligencia monitorean todo lo que se hace, con poder para neutralizar algunas páginas y redes, según crean necesarios: igualmente aúpan otras por intereses políticos. De aquí que el dinero digital, llámese como sea, es un tema para comunidades virtuales que no escapan al seguimiento y espionaje de los países que tienen esas capacidades. En este caso, el interés es la capitalización de dinero virtualizado, en algunos casos con soporte o respaldo y en otros, como capitales de alto riesgo.
La idea venezolana se sustenta en la posibilidad de crear una moneda virtual que funciones en comunidades virtuales, con respaldo de las riquezas naturales del país. La idea, quitándole lo virtual, es antigua. Varios autores revolucionarios han expresado que para fortalecer la moneda nacional (Bolívar Fuerte) es importante respaldarlo con nuestra riqueza del subsuelo. La diferencia está en que ahora se trata de una moneda nueva virtual, que podrá valorizarse o desvalorizarse según se mueva la comunidad virtual. Entiendo que existen unos papeles denominados “Petros” que se afectaron positivamente y ganaron hasta 2000 % de su valor al creer los tenedores e inversionistas virtuales que se trataba de los mismos que ahora recibían el respaldo de las grandes riquezas venezolanas. Pues, ese es el primero de los problemas que como ciudadano y revolucionario veo en este tipo de iniciativa. El socialismo no es especulativo, y estas monedas propenden a eso.
El segundo problema es que todavía no hemos terminado de cerrar el ciclo de las llamadas monedas de curso legal para pasar a las virtuales. La moneda de curso legal venezolana está muy devaluada por efectos de una paridad inducida desde el entorno conspirativo de los Estados Unidos, Colombia y otros países Latinoamericanos. Habría que imaginarse, que se ingeniarán alguna estrategia para descalificar la idea, inicialmente vista como brillante, lanzada por el presidente Maduro. Por los momentos, los Estados Unidos tienen normas que aplican a la posibilidad de que capital norteamericano entre en esta comunidad virtual. Existen situaciones que no están claras, no sabemos como otros ciudadanos y empresas de países amistosos valoraran la información de inversiones en este tipo de monedas virtuales. También hay que aclarar esto: Usted, yo y cualquiera otro puede motivar la creación de una moneda virtual, según lo aceptan las autoridades bancarias europeas, pero no existe esa capacidad en la Constitución vigente en la República Bolivariana de Venezuela.
El tercer problema es que una iniciativa de tal magnitud estratégica requiere de unas capacidades organizacionales que pareciera no disponemos. Hemos declinado en capacidad informática, el ancho de banda promedio está por debajo de los estándares para manejar comunidades virtuales de alto riego. Nuestro sistema bancario de moneda legal es la peor muestra de operación de servicios al público, y la experiencia lograda en digitalización todavía deja mucho que decir y menos para transferirlas como experiencias exitosas.
En cuarto lugar, la idea después de varios análisis es percibida como una hipoteca de las grandes reservas de recursos naturales venezolanos, que además se hace en una ambiente de capitalización favorecida por apreciaciones de riesgo o de seguridad.
En quinto lugar, el Poder Popular no ha sido bien informado de los beneficios de esta moneda virtual venezolana, nadie sabe a ciencia cierta cuáles son los beneficios tangibles para el país, tampoco si se trata de una nueva caja grande para seguir ejecutando programas de gran importancia social, pero que no son objeto de sistemas contralores estrictos, ni sometidos al rigor de usos eficiente de los recursos.
Lo del nombre de la moneda virtual es lo de menos, ya hay muchas en el mundo, algunas amenazando a otras por el tamaño de las comunidades virtuales implícitas.
No me gustaría que esta moneda virtual nos lleve a la quiebra como país, que nuestros recursos sean transferidos a terceros que reclaman el respaldo que se ofreció, y que el presidente Maduro, se desentienda diciendo “A mí…me engañaron”