En Economía tampoco nada sale de la nada

Cuando se afirma que todo provino de Dios estamos confirmando ese criterio de la Física, según el cual nada sale de la nada o viceversa. Dios es la fuente originaria; Dios es el todo y de Él venimos.

En Economía, en esta ciencia humanística per se, tampoco nada puede brotar de la nada. Así lo empezó a entender la humanidad desde la llegada del padre moderno de la Medicina, Luis Pasteur.

Veamos: la inversión de capital fabril se inicia con las compras de varios insumos productivos, por ejemplo, materias primas, herramientas, maquinarias, inmuebles, útiles de oficina, de talleres, y de mano de obra, mercancías que identificaremos como = M.

Si a cada uno de esos insumos le asignamos un valor en dinero, digamos, 1 para materias primas; 2 p. herramientas; 3 p. maquinarias; 4 p. inmuebles, 5 p. útiles de oficinas; 6 p. ú. de talleres, y 7 para mano de obra, la inversión inicial sería = 28 = Capital Inicial = M

Sin embargo, el valor del capital mercancías = M’, obtenido luego de cumplirse el proceso productivo, inequívocamente debe y tiene

que ser en sí mismo > M porque, de lo contrario, habría un sobrevalor o una pérdida, y porque, de partida, convinimos en que las mercancías deben venderse al valor.

Incurrimos en incoherencia si decimos que invertimos en M = medios de producción y mano de obra según precios del mercado sujetos a desviaciones de oferta-demanda, y que al valor venderemos a M’; eso no cuadraría bien.

Sin embrago, de lo que se trata es de averiguar si la mano de obra es pagada o no por su valor, o también según y precios del mercado. Este es el objetivo de la presente entrega.

A ese sobrevalor debemos buscarle una fuente tan material como el resto de los componentes de M. A esa fuente, Carlos Marx dio en llamar trabajo no pagado por el fabricante, e identificó como resultado de que el salario es una cantidad de capital inicial que suele ser < que el valor creado con el uso de la mano de obra, fuente también de todos los valores de uso donde la mano de obra se halla presente.

Corolario: La obtusa negativa de la existencia de la plusvalía como fuente de la ganancia lograda en el mercado, como transformación y realización de la plusvalía, nos estaría revelando que podría darse el absurdo físico de que de la nada pueda salir algo distinto de la nada misma. Macroeconómicamente-economía global, PIB, etc., las ganancias del fabricante provendrían de la pérdida de los compradores; eso desvirtuaría la idea de que nadie puede recibir menos valor del que entrega como precio, salvo en los casos de desajustes coyunturales impuestos en el libre mercado, por desbalances de la ofertademanda.

Con esa negativa se estaría revelando y rebelándose una crasa duda acerca de la verdad originaria, según la versión bíblica respecto de dónde vinimos.

No perdamos de vista que Marx atribuyó una función celular a la mercancía, es decir, la de ser el órgano más importante del cuerpo económico de la sociedad capitalista.



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Manuel C. Martínez


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