Creo que el término disociado lo puso de moda en estos años, aquí en Venezuela, Eric Rodríguez, el psiquiatra ex dirigente del MIR, referido a la clase media opositora turbada por el odio a Chávez: desgañitados pidiendo libertad de expresión frente a una cámara de la televisión nacional, pública y privada de señal abierta, además de todas los disparates que decían y siguen diciendo aquellas personas atacadas a la vez de odio y miedo a lo desconocido. Más tarde lo usó otro psiquiatra hasta el desgaste, Jorge Rodríguez. Llegó incluso a tener un programa para mostrar cuantos casos de “disociación psicótica” encontraba dentro de la oposición dirigente y en la calle, dentro de su gente.
Pero ¿Y los casos de disociación psicótica de los maduristas? Estoy seguro que un ministro de educación que declara a la prensa que en Venezuela no hay deserción escolar, o que una vicepresidenta de la república que dice que en Venezuela hay alimentos para regalar a muchos países, ambos deben sufrir de alguna disociación, no sé si psicótica; pero disociados de la realidad están los dos. O son burros, porque la gente se da cuenta de que esos son dos embustes del tamaño de la Gran Sabana.
Pero, si de verdad saben que la realidad los contradice y a pesar de eso insisten en mentir, entonces los disociados son los que creen en ellos, así tengan a sus hijos en la calle rebuscándose, mendigando o comiendo basura. Si Maduro no está disociado, cuando decreta como un gran logro un sueldo mínimo integral (la verdad no sé si eso existe) de 5.196.000 bolívares, cuando un kilo de carne y un cartón de huevos cuestan dos veces eso o más, cuando dos kilo de jabón en polvo (para lavar la ropa), el más barato cuesta eso 5 millones, un litro de mazeite cuesta 2.500.000 bolívares, de tomates 2.000.000, un par de zapatos malos muchísimo más de un sueldo mínimo integral, y así, sucesivamente, hasta que me arreche y tire la computadora por la ventana…. Bien, si Maduro no está disociado es un cínico y los disociados somos todos, que no hemos incendiado esta ciudad de mierda a pesar de todo.
Nadie está dispuesto a hacer sacrificios por un cínico que se burla de uno, pero eso parece que en el gobierno ya lo saben. Por eso están acosando, acorraalando a los empleados públicos cada vez más, humillándolos, amenazándolos de sustituirlos por la misión “chamba juvenil”. Eso es un hecho, los ministros están “agarrando línea” poco a poco, contratando cualquier cantidad de jóvenes, de carajitos, con cargos de “coordinadores” directores y cosas así de difusas, para pagarles sueldos por encima del “mínimo integral”.
Los ministerios se están llenando de jóvenes inexpertos y apoyados, mientras sus jefes acosan y persiguen a todo el que proteste ¡nada más parecido al fascismo que esta vaina!, sépanlo los adormilados. Un joven de 18 años, a pesar de que esté estudiando, no cuenta con un punto de referencia con el pasado y menos le interesa la historia, en general (los hay preparados) es un imberbe. Se trata de un ejército de trabajadores “obedientes”, mejor pagados que los empleados regulares, apoyados por los jefes; “prevenidos” para sustituir a los que protesten o se paren.
De ahí a formar grupos de choques sola hay un paso. Nosotros no tenemos nada en contra de la juventud, es buena si se conserva fresca en las ideas revolucionarias, cuando sus huestes acumulan experiencias y conocimientos, cuando lucha al lado de los más necesitados, cuando está dispuesta a aprender de los que más saben y más han vivido. Pero un joven obediente, sin razones en la cabeza, con cuatro o cinco ideas y frases prestadas de Maduro o de Delcy, dos cínicos mentirosos…, no sé, se está creando un ejército de autómatas, una Juventud Nazi, Fascio, falangistas, una versión caribeña de TFP (Tradición Familia y Propiedad). Esto se hizo en Chile, ésto hicieron aquí los conspiradores de derecha con los manitas blancas y los llamados “eee estudiantes”. Ahora, la versión madurista de estas falanges es la “Misión Chamba Juvenil”, dispuesta a todo, a cortar monte, echar aceras, barrer avenidas, “coordinar” la dirección de un ministerio, o en su defecto, una pequeña oficina con dos pendejos adentro, además de resistir y sustituir a los que eventualmente nos vayamos a la huelga o al paro.
Un país virtualmente parado, donde las empresas se trancan y los dueños se van, donde las que quedan producen al mínimo, ahorran con los empaques, con las bolsas de plástico, con los perfumes, los químicos, etc., por la razones que sea, esto es un hecho ¿De dónde van a sacar empleos para tanta gente, para tantos jóvenes inexpertos y sin preparación? En la administración pública ¿Acaso, además de los desesperados, no son los graduados y más preparados los que se están yendo del país, en perjuicio de lo que medio funciona todavía?
El destino de este ejército de jóvenes parece otro distinto al de sacar el país hacia adelante. Al tiempo serán los llamados a contener a los chavistas, socialistas, rebeldes de todas las tendencias y a sustituirlos cuando salgan a la calle, vaya usted saber bajo qué bonitas promesas.