Todo tiene su límite. En veces estamos dispuestos a ayudar, pero quien reclama o necesita ayuda debe dejar lo hagan. Es decir, es necesario se ponga en sintonía con quienes quieren ayudarlo. Si quienes ayudan, sabiendo la pendiente favorable para multiplicar la fuerza inercial en la dirección conveniente, empujan hacia allá, se espera que el interesado, sabiendo la intención y no habiendo objetado, haga lo mismo y no ponerse a hacer lo contrario por satisfacer a quienes se conforman con quedarse allí en la patica de la bajada, porque es el sitio donde germinan sus frutos, pero no lo confiesan. Esa es una de las razones por la que tantos se cansan de remar y empujar mientras el barco tira a la orilla y hasta se escora como si se estuviese hundiendo y a nadie le gusta le arrastren a lo hondo pudiendo reflotar. Y cansados de eso comienzan a pensar que ser leal no es hacer lo que aquellos quieren aunque se estén hundiendo y arrastrando a los demás.
¿Quién en el gobierno, a esta altura, puede poner en duda lo pertinaz que ha sido Pascualina Curzio, intentando justificarlo ante mucha gente? ¿Quién, de entre los tantos que se sienten bien con el gobierno de Maduro, no ha sido complacido por ella suministrándole todos estos años argumentos para "entender" lo que sucede en Venezuela en materia económica y para enfrentar el debate que aquí se da en distintos espacios y no se indisponga contra aquél habiendo razones de sobra para ello?
Mario Silva, quien pudiera ser, lo decimos así por no tener fundamento para otra cosa, ganado para lo mismo, no se cansa de llevar a su programa a la renombrada economista a explicarnos y hasta convencernos que el gobierno no tiene tanta culpa de lo que sucede en nuestra economía sino que todo es por "el dólar criminal" y ahora por las sanciones de Trump. Como que todo ese malestar viene desde que aquél y éste se "encambimbaron" para amargarnos la vida. La disminución del ingreso de divisas, especialmente por la paulatina caída de la producción petrolera y esta por las malas políticas en el área, la desmedida corrupción, el despilfarro, excesivo gasto improductivo y la ausencia de planes serios y sustentables para desatar todas las fuerzas productivas, hasta las políticas que a aquellas inhiben, nada tuvieron ni tienen que ver en el enfoque de Pascualina, interesada en ayudar la gente entienda que, en nuestra tragedia, el gobierno de Maduro, salvo no haber hecho lo que ella ha recomendado, está libre de todo pecado. Y habiendo empujado en su dirección, en vista que Maduro y sus técnicos en economía -¿los tiene?- no le paran, pareciera haberse cansado, bastante resistido y reventó.
El presidente Maduro, como es habitual en él, si no con bombos y platillos, pero si con persistentes gritos, habló de su Plan de Recuperación y Bienestar Económico y dentro de este, ofreció periódicos aumentos de salarios tomando como referencia el Petro hasta alcanzar el equilibrio. Y cuando comenzó con aquello, definió que el salario mínimo sería equivalente a ½ Petro y estando este en 3600 bolívares, en consecuencia, aquél sería de 1800 bolívares, hasta llegar a la relación entre 80 y cuarenta mil como ahora está. La inflación continuó imparable, el dólar to day fijando un determinado cambio, pero el Dicom, un poco más discreto, pues forma parte del gobierno, le ha seguido de cerca como frenado para no alcanzarlo. Ahora mismo, cuando el "marcador criminal", como le llaman el gobierno y sus publicistas, está por encima de 13 mil bolívares, acercándose a los catorce, el oficial sobrepasó los doce. Y con este movimiento los precios de la canasta básica han subido sin discreción ni pausa. Y mientras todo eso sucede, el gobierno calla. Y los salarios estancados. Y ese callar es muestra que decidió olvidar sus promesas y planes. Según, Pascualina a quien no se le puede llamar desleal, los monetaristas que si son escuchados en el alto gobierno, impusieron su tesis según la cual, los aumentos de salarios que obligan a poner en circulación una mayor masa de dinero, trajo como consecuencia más consumo e inflación. Por esto, Maduro ha optado por olvidar su celebrado plan de pocos meses atrás, así como olvida tantas cosas. Es como un estar diciendo lo contrario de lo que sostuvo hace poco o como si a los anteriores consejeros les hubiesen dado un golpe de Estado.
Por eso, que es como trágico, Pascualina ha dicho "Siguiendo la lógica de lo anunciado en agosto de 2018, el salario mínimo debería ser, por lo menos, Bs. 356.110 y no Bs. 40.000. Y afirma eso porque, según informa, hoy el Petro tienen un valor de de Bs. 712.220, mientras el salario sigue anclado al valor anterior de apenas 80 mil bolívares.
Y por ello, sentencia de manera categórica y como una manera de manifestar su abierta discrepancia con el gobierno, por lo menos en ese asunto, pero que es el que habitualmente le mortifica: "Entrampado en el cuento monetarista que reza que es el dinero "inorgánico" la causa de la inflación en Venezuela, el BCV decidió artificiosamente congelar la relación Bolívar-Petro en 80.000 y con ella los salarios. Tenemos entonces dos marcadores: el de 80.000 Bs./ Petro publicado por el BCV y el de 712.220,60 Bs./Petro que se actualiza diariamente según ataquen la moneda. El que se utiliza para calcular el salario mínimo es el primero."
Pero ha llegado más allá, pues se hace eco de las denuncias que a diario hacen los trabajadores, sobre todo los más afectados, los del sector público, cuyos salarios están comprimidos y achatados y hasta congeladas varias cláusulas contractuales de carácter económico porque, como dice Pascualina: "Insisten los dogmáticos monetaristas del BCV en no incrementar los salarios y en achatar las tablas salariales porque de lo contrario habría que aumentar la cantidad de dinero para cubrir la nómina del sector público, lo cual, según ellos derivaría en inflación. Resulta que la causa de la inflación no es la cantidad de dinero. Cómo explican entonces que la inflación desde agosto de 2018 ha sido 53.052% a pesar de que han disminuido 71% la liquidez monetaria real durante el mismo período."
Según Pascualina, alguien a quien no se le puede ni debería acusar de traidora o desleal: "Desde agosto del año pasado el poder adquisitivo del trabajador ha caído 96%. Incrementar el salario es urgente."
Y remata con esto: "En revolución es del lado de la clase trabajadora que se debe estar."
Fuente: http://redangostura.org.ve