"Hay muchas cosas en la vida
más importantes que el dinero.
¡Pero cuestan tanto!"
Groucho Marx
Humorista estadounidense
El negocio con las letras del anuncio comercial muy bien diseñado, se encontraba abarrotado por ansiosos y desesperados compradores. Una señora, tenía los ojos tan abiertos, que parecía haber visto una culebra en el mostrador del bien surtido bodegón, dejando escapar, casi con un gritó una expresión, llamando la atención de todos los presentes: ¿Qué? ¡44 mil bolívares un cartón de huevos! El dueño del negocio, largo una soberana carcajada de oreja a oreja, con todo el cinismo de los nuevos comerciantes nacido al calor de la crisis del país –todo se lo achacan al gobierno– para terminar con una risa burlona, y la voz engolada ¡No se preocupe, porque seguimos teniendo patria!
Una de las compradoras, al escuchar la voz del negociante, lo miró con el rostro muy seria, para finalmente enfrentarlo con la voz en alto: ¡Soy opositora, pero con ese cuento, nos están robando, convirtieron la pensión en nada; los comerciantes hacen lo que les da la gana, ¡no respetan! El pequeño espacio se quedó en silencio, apagando la carcajada del vendedor; solamente se le veía una sonrisa nerviosa, el cual no podía disimular frente a la contrariedad de los compradores.
Después del pequeño incidente, apareció la chispa del venezolano en la prolongada cola para pagar a través del punto. Una señora, desesperada por la lentitud, se le oyó la voz de mando: ¡Apúrese, antes que aumenten nuevamente el cartón de huevos! Otros dejaban ver su inconformidad al ser rechazada la tarjeta: ¡La tarjeta mía, parece que la bloqueo Trump, no pasa en ninguna parte!. Los más osados, y atrevidos, que se ríen de cualquier cosa, entre ellos una mujer, con la sonrisa contagiosa; muy a la moda en la vestidura; puso, como quien dice: la guinda al pastel: "El único que aguanta está vaina, es Maduro; las tiene bien puestas. Lo que faltaba de los comerciantes: aumentaron los huevos, como quisieron; ni siquiera una perica se puede hacer, los tomates están a veinte mil el kilo; las cebollas pasan de diez mil bolos; el aceite ni hablar, y todavía culpan al presidente"
El vocerío lo finalizó una matrona, la que parecía la de más edad del grupo; se había mantenido callada, muy seria, procesando las informaciones e inquietudes de los golpeados compradores; apenas empezó hablar, se escucharon las risas; curiosamente el dueño del negocio, hacia esfuerzos para mantenerse muy serio, como si no era con él. Las palabras de la mujer, se convirtieron en un verdadero sermón, y sirven de ejemplo en cualquier parte: "Todavía a la edad que tengo, no he visto un comerciante generoso. Por la plata se conocen a muchos traidores; Jesucristo fue traicionado por Judas. Al lado de mi casa, hay una venta de sahumerios, y productos de brujería; en estos días se me ocurrió preguntarle al vecino: ¿La situación, como que está jodida? Me respondió: ¿Por qué dice eso? Porque estoy viendo que está cambiando de mercancía, ahora se ve pasta, caraotas, harina y azúcar; parece que se están acabando los practicantes del negocio. El hombre se enojó; me dijo metida, y hasta el día de hoy, no me ha dirigido la palabra ¿Cómo les parece?"