En la dinámica discursiva nacional, se ha venido imponiendo una matriz que nos recuerda aquella sobrevenida tras el derrumbe del Bloque Soviético; que en la práctica, había impuesto un veto a la palabra Socialismo. Hasta que llegó Hugo Chávez, y visualizó el modelo opuesto al capitalismo: el Socialismo, colocándolo –nuevamente- sobre el tapete. Se trata, ni más ni menos, del tema de los controles, necesarios en toda economía que pretenda contener la mano “invisible” de la burguesía. Mientras, en Venezuela, algunos daban como cierta aquella opinión de que los controles cambiarios eran contrarios a los propósitos de una economía en buen estado de salud, aparece Mauricio Macri, el enemigo a ultranza de los controles en la economía y furibundo crítico de Nicolás Maduro, en su emergencia ante la salida masiva de capitales como consecuencia de su derrota electoral, insólitamente, aplica un cepo cambiario en la Argentina y se autoimponen un cepo también, pero verbal, quienes antes demonizaban los controles sobre la economía. ¿Sirven o no, los controles cambiarios?
Decía, el Presidente Constitucional, Hno. Nicolás Maduro, en una alocución en la que descargaba su arrechera ante la evidente falla en la implementación de la novedosa Política de Precios Acordados en 2017, que mostró resultados positivos, por apenas dos (2) semanas de aquel año, lo siguiente: “…Precios Justo y acordado, es el sistema que ha demostrado ser útil, no el sistema de control de precios que al final no controla nada, ni el sistema de liberalización de precios que nos quieren imponer…” (https://www.youtube.com/watch?v=r4mf3O2L3oQ&feature=youtu.be) Los controles, en Economía, no son otra cosa sino meras herramientas de corrección de una determinada anomalía, aplicados con un determinado fin, corregir la anomalía detectada. Algo similar a cuando usted se fractura un hueso, le colocan un yeso o peor, los llamados clavos que a medida que el hueso va soldando, van corrigiéndolos, apretando o aflojándolos. El hueso, soldará y sanará correctamente, si la atención médica llevada a cabo durante todo el proceso de sanación del hueso se hizo impecablemente, apegado a las técnicas médicas recomendadas. La atención y seguimiento, indudablemente, son claves en la sanación correcta del hueso. De no haber, ni seguimiento, ni control del proceso médico, el hueso pudiera sufrir deformaciones debido –en lo fundamental- a mala praxis médica o desatención. Lo mismo, ocurre en la Economía. Si se aplica un determinado control, y quien lo aplica lo deja a la buena de Dios, no hace seguimiento, mucho menos control del mismo, y peor aún, no aplica correcciones a las desviaciones, indudablemente, está destinando dicho control a su previsible fracaso.
El Control de Precios, que heredamos del gobierno del Comandante Chávez, data del 15 de febrero de 2007. En el Aló Presidente N° 265, el Comandante Infinito aprecia lo siguiente: “Vean ustedes cómo, por supuesto, los precios van evolucionando, pero de manera lenta y aquí los mantuvimos; miren este período, estamos hablando del 2004, 2005; aquí tuvieron un salto a finales de 2005, se mantuvieron en el 2006. Pero vean ustedes lo que ha ocurrido en los últimos meses, último semestre de 2006 y ahora 2007, y aquí hay un alto componente especulativo, no se justifica para nada este salto”. Seguimiento, constante y continuo, de los niveles de precios. A tales niveles de control, llegaba el Comandante Chávez con la finalidad de mantener a raya la inflación y, con ello, garantizar la fortaleza de los ingresos del venezolano o venezolana. Chávez, hace mención de los innumerables apoyos que destina el Gobierno Bolivariano en beneficio del sector empresarial del país, y los emplaza –públicamente- a corregir sus desviaciones por los senderos de la especulación con los precios: “Señores productores, yo los llamo a la reflexión y a la acción. Vamos a trabajar juntos, pero esto no puede seguir ocurriendo, y yo no estoy dispuesto a que siga ocurriendo…” (…) “El socialismo tiene que derrotar todos estos fenómenos que son propios del capitalismo: la inflación, el atraso económico, el acaparamiento y la especulación”. Hombre de armas tomar, Chávez, lanzaba la advertencia pero detrás de ella, iban las medidas o controles correctivos: eliminación del IVA a un conjunto de nuevos rubros alimenticios, la carne y el pollo entre ellos, subsidiar algunos otros rubros como el algodón, la caña de azúcar y el maíz, para atenuar y disminuir el llamado circulante que estimaba el Comandante, tienen impacto inflacionario; anuncia, el pago de ISLR de PDVSA al Fisco Nacional, en dólares. Incrementa, la disponibilidad de divisas al público, eran tiempos de buenos precios petroleros. Comienza a pisar tierra el Comandante, y entonces arranca con las medidas en concreto: 1. Reducción del IVA en 5 puntos en distintos tiempos, 3 puntos a partir de marzo y 2 puntos más a partir de julio. El Comandante era sumamente detallista, “El diablo está en los detalles”, solía afirmar. El sacrificio Fiscal, que representaba miles de millones de Bs para el Estado venezolano, obligaba al Comandante a emplazar al SENIAT a ser más eficientes en la recaudación tributaria del ISLR. En esa alocución, anuncia lo que se concretaría –plenamente- un año después, la Reconversión Monetaria que daría nacimiento al Bolívar Fuerte, “soy capaz de comenzar a llamarlo, el cachete, el bolívar fuerte”, moneda venezolana que se mantuvo vigente por toda una década, hasta la Reconversión Monetaria de 2018. Y, Hugo Chávez, disposicionero como era, anuncia una nueva Ley a ser aprobada por vía Habilitante: “La ley se va a llamar así: Decreto con rango, valor y fuerza de Ley Especial de Defensa Popular –vean el nombre que le hemos dado- contra el acaparamiento, especulación, boicot y cualquier otra conducta que afecte el consumo de los alimentos sometidos a control de precios”. Comenzaba, entonces, en su alocución a desglosar algunos artículos de la Ley por aprobar: “Dice el artículo 2, lo siguiente, ojo pela´o, pare la oreja, después no diga que cayó por inocente, que lo agarró el carnaval compadre”. Las sonrisas de los presentes y luego del momento de gracia, volvía el Chávez serio y sentenciaba: “Yo les voy a rogar, públicamente lo digo, les ruego que no me den motivos, pero si me los dan yo les voy a expropiar todo lo que tenga que expropiarles en defensa del pueblo venezolano y el derecho a la alimentación que tienen nuestros niños, nuestras niñas, nuestras mujeres y nuestros hombres. Por eso le puse a la Ley el nombre: Ley para la Defensa Popular…No me den razones”. Aprovechaba la oportunidad, entonces, para hacer entrar en escena las rigurosas menciones de gremios empresariales -identificados plenamente- en sus acciones de boicot, acaparamiento y especulación en ese entonces, y que hasta el presente se mantienen en esa misma actitud golpista: “Dice el presidente de Cavidea (Cámara Venezolana de la Industria de Alimentos): “Si no aumentan los precios habrá desabastecimiento”. Bueno, compadre, ¡eche pa´lante pues! Lo invito a que trate de boicotear al pueblo. Si lo trata de hacer, ¡Le voy a tomar las instalaciones de Cavidea! ¡Todas! ¡No le quedará nada!”
A Hugo Chávez, ¿Le fracasaron los controles de precios? No creemos, que ese haya sido el caso. ¡Quien así lo crea, no vivió los tiempos de Chávez! Los controles de precios -per se- no fracasan por sí mismos, los que fracasan -en todo caso- son los órganos encargados de hacerlos cumplir, supervisarlos, revisarlos, actualizarlos o adecuarlos, según las nuevas anomalías que vayan surgiendo del proceso de su aplicación al cuerpo de la economía nacional. Un elemento fundamental, en la aplicación de los controles chavistas, era la energía suprema que le imprimía el propio Comandante Chávez a todas sus actuaciones. ¡El amor por el pueblo venezolano! “Y yo de una vez pongo en alerta a la Fuerza Armada (Guardia Nacional, Ejército, Armada, Aviación), policías municipales, policías locales, consejos comunales. Vámonos a la calle a supervisar, a ver si es verdad que estos señores van a cumplir con sus amenazas de boicot, porque esto es un boicot, esto es un delito, este señor está cometiendo un delito, está amenazando a todo un país pues…” Y aquella Ley, se hizo realidad hasta que dentro de la misma estructura del Estado, factores contrarrevolucionarios la sustituyeron por la Ley de Precios Justos que –sencillamente- ablandaba las penas, imponiendo la impunidad como norma y la especulación como hecho cotidiano y legal. Esa es, la realidad de los controles de precios en el período subsiguiente a la partida de nuestro Comandante Infinito, Hugo Chávez Frías.
La Constitución Bolivariana, adjudica la cualidad de controlar los precios al BCV como órgano del Estado, en conjunción con el Ejecutivo Nacional. En ambos entes, reposa esa responsabilidad. Controles de Precios, no solo han existido en esta Quinta República, sino que fueron una constante a todo lo largo de la cuarta república. Y ello, tenía que ser así, visto el carácter depredador de la burguesía comercial-importadora venezolana, altamente dependiente de la renta petrolera, parasitaria del Estado venezolano. “El control de precios en los mercados es un falso problema porque en los mercados los precios siempre están controlados: en realidad, cuando los economistas se refieren al control de los precios como problema, se están refiriendo al control de precios del Estado…” (22 Claves de la Guerra Económica, Luis Salas Rodríguez). ¿Quién controla, en un mercado libre los precios? Al renunciar, el Estado, a esa Atribución Constitucional: “…la opción contraria a que el Estado controle los precios es que los precios sean controlados por los comerciantes y los productores...” (22 Claves de la Guerra Económica, Luis Salas Rodríguez). Como ocurre, en la actualidad. No es, que no funcionan los controles de precios como estima el Hno. Presidente Constitucional, Nicolás Maduro. Al contrario, Consecomercio y sus aliados no creo opinen lo mismo, pues aunque manifiesten –públicamente- estar en contra de los controles de precios y toda esa paja libremercadista que le agregan, eso no pasa de ser un falso discurso pues en la realidad cotidiana, los consumidores se encuentran con un verdadero muro de contención que viene a ser, los “controles de precios”, pero, a favor de los comerciantes, distribuidores y productores. Precios, siempre en alza y rigurosamente cartelizados en perjuicio de los consumidores y sus ingresos.
El Hno. Presidente Constitucional, Nicolás Mauro, promueve los Precios Acordados como variante al Control de Precios, en especial, en alternativa al Control de Precios de Consecomercio y cía, que sí funciona y muy eficientemente a favor del factor Capital. Una fórmula intermedia, que, en todo caso, solo busca rescatar la posibilidad de injerencia del Estado Bolivariano en el marcaje de precios; que en la actualidad, anda libre y suelto, en disposición y atribución exclusiva de las bandas comerciales, en especial, Consecomercio. Intenta, el Gobierno Bolivariano, recuperar algo del terreno cedido, de competencias atribuidas Constitucionalmente -en exclusividad- al Estado Bolivariano y que, Constitucionalmente, está obligado a cumplir pero no puede, por incompetencia o “falta de Gobierno”, como se le califica en el argot popular a la actuación del funcionariado del Gabinete Económico del Gobierno Bolivariano. ¡Los buenos, para nada bueno!
Recordemos, que en cada Decreto emanado de las respectivas negociaciones entre Gobierno y Productores en 2017, se publicaba en Gaceta Oficial, como Instrumento de Ley, Resoluciones que contemplaban un artículo 5, que ordenaba: “El incumplimiento de los Precios Acordados que han sido establecidos en esta Resolución será sancionado de conformidad con lo previsto en la Ley Constitucional de Precios Acordados, en concordancia con el Decreto con Rango, Valor y Fuerza de Ley Orgánica de Precios Justos, hasta tanto se cree el Sistema Integrado de Seguimiento y Control para el Abastecimiento Soberano y Cumplimiento de la Política de Precios”. (Gaceta Oficial, N° 41.536, de fecha: 30-11-2018). Nunca, se hizo nada o muy poco, para crear ese Sistema de Seguimiento y Control. Al contrario, se desmontaron todos los controles existentes. Mucho, se hizo, eso sí, para cumplirles en prebendas y beneficios a quienes nunca se plantearon cumplir el Programa de Precios Acordados, mientras el Gobierno Bolivariano, les exoneraba de aranceles para adquisición de bienes elaborados, de capitales y materias primas. Les suprimía, el Régimen Cambiario; les cancelaba –por 90 días- el diferencial salarial del sueldo mínimo; entre otros, súper beneficios del Estado que, lejos de incentivar la productividad de esos productores, lo que se propiciaba era el reforzamiento del rentismo y el parasitismo. El famoso chuleo del Estado, que desde que apareció el petróleo por estas tierras, ha sido la característica negativa más resaltante de una burguesía, que nunca ha dejado de chupar de las tetas de papá Estado.