Salarios públicos y mínimos

La dinámica de los salarios reales, entre trabajadores públicos y privados está resultando bien interesante de analizar. Es un dato, nada insignificante, pues a la hora de considerar su ajuste, el Presidente de la República siempre pondera no afectar –negativamente- la capacidad productiva de la empresa privada, en especial, la pequeña y mediana industria. En la situación actual, de extremadas restricciones financieras, provocadas por el bloqueo imperialista, solicitado por las bandas terroristas de la derecha oposicionista, es más que obvio que producto de la reducción sustancial de los ingresos petroleros y el bloqueo a las actividades de comercialización de la producción de PDVSA, el Gobierno Bolivariano, debe hacer más que tropelías para vencer obstáculos y obtener ingresos por exportación de nuestra producción petrolera para satisfacer inversión social interna. Lo concreto, es que en ese marco de restricciones, el sector privado nacionalista, ha dado pasos importantes para garantizarse personal para laborar en sus entidades de trabajo y es más que obvio, que si pagaran en Salario Mínimo Nacional, de seguro, no obtendrían mano de obra deseosa de encauzar su producción y mantenerla en máxima productividad. Conversando con amigos que laboran en el sector privado de nuestra economía, nos hemos llevado la grata sorpresa que ningún trabajador o trabajadora obtiene como contraprestación por sus labores el Salario Mínimo vigente de Bs 40 mil, equivalente en la actualidad a 2 kilos de harina de maíz o medio cartón de huevo, peor aún, equivalentes al costo de veinte pasajes urbanos. Es tan mínimo, que no tiene referente histórico comparable en toda nuestra historia republicana. Pero, volvamos a algunos referentes de salarios en el sector privado como por ejemplo, el de un compatriota que ejerce labores de seguridad o vigilancia, en un reconocido centro comercial de Caracas, que en su seno aloja algunas embajadas, a quien le preguntamos sobre su ingreso, después de pensarlo, nos respondió sin pudor y una sonrisa en su boca: 1 millón 500 mil bolívares, sin duda, mucho, muchísimo más de lo que gana un vigilante en nuestro sector público, quienes, por lo general, están un poquitico más que el Salario Mínimo vigente, por supuesto, teniendo igual o mayor responsabilidad que el compatriota que hacemos referencia. Otro referente, es el caso de una compatriota que labora en un restaurante como ayudante de cocina, cuya labor diaria, de lunes a sábado, se le remuneraba con 20 mil bolívares diarios y producto del inusitado aumento del pasaje, el dueño del negocio le incrementó a 30 mil bolívares el día, lo que redondea un ingreso estimado en 720 mil bolívares al mes. Igual, conocemos el caso de otra compatriota que labora cuidando personas mayores en una familia de cierto nivel de ingresos, que por sus labores le pagan 100 dólares semanales, valga decir, 400 al mes, por cierto, el día de ayer conversábamos con ella y nos manifestaba –en son de queja- que eso no era nada, todo, absolutamente todo, está carísimo y no le alcanzan esos 400 dólares, para nada. Con razón, hablamos de inflación dolarizada.

En contraste, tenemos el caso de la Administración Pública, cuyos sueldos varían entre los 40 mil de un obrero iniciando la Tabla, y un profesional universitario, último en su escala, que ronda los 74 mil bolívares. La tabla salarial, si algo pone en evidencia, es la poca estimación que se tiene hacia los trabajadores y trabajadoras públicas, sus condiciones de vida. Por eso, cuando realizamos un cuestionamiento hacia algún servicio público, el agua, luz, gas, telecomunicaciones o transporte, tiene que ser también, un cuestionamiento al deficiente ingreso que tiene ese trabajador o trabajadora, servidor o servidora pública, cuyo ingreso apenas le alcanza para cubrir el transporte, desde su vivienda al sitio de trabajo, ¿Y la comida, el vestido, la vida en general? ¿Qué efectos negativos, conllevan los mínimos salarios de la Administración Pública? Responderíamos que todos, desde la promoción de la corrupción, el rebusque, el desestimulo laboral, reposerismo, cabalgamiento de horarios, indisciplina laboral, desapego institucional, improductividad, en fin, una Administración Pública decadente y arruinada, y como expresión de ello tenemos pésimos servicios públicos, esa es, la realidad actual en que la desinversión social en el personal es lo predominante, y la principal causa de las protestas de la clase trabajadora. En esta materia, es urgente un golpe de timón, en función de mejorar y repotenciar servicios públicos, claves para el buen vivir de nuestro pueblo. Por lo demás, si estimamos que todo o toda compatriota que preste servicios en la Administración Pública, presta un servicio público, valga decir, ejerce desde su cargo una acción de gobierno para satisfacer demandas y necesidades del pueblo venezolano, por lo tanto, se desprende que su responsabilidad y compromiso con la comunidad, y su desempeño laboral en la atención a esas comunidades o pueblos que le demanda atención, será la imagen que tenga ese pueblo de quienes les gobiernan, es obvio, que un trabajador o trabajadora mal remunerado, proyectará una imagen negativa de quienes les supervisan y, en definitiva, una mala imagen del gobierno, del cual están descontentos, producto de sus bajas remuneraciones. Es decir, muy mal negocio hacen quienes han convencido al Presidente Maduro de congelar sueldos y salarios a la Administración Pública, y no solo congelar, sino que la guerra económica no se detiene, pulverizar, volver nada esos salarios. Mayor arrechera tendrán.

Importante aclarar, que cuando nuestro Comandante Chávez hablaba de pulverizar el Estado burgués, no creemos que se refería a pulverizar los ingresos de sus trabajadores y trabajadoras, los cuales siempre defendió y priorizó, sino al conjunto de vicios que pervierten la función del servicio público, en especial: el burocratismo, que viene a ser una herencia del viejo Estado burgués, una herencia del capitalismo, que se materializa en la existencia de un grupo social de dirigentes y funcionarios –burócratas–, quienes ostentan un estatus privilegiado, por encima del pueblo trabajador; y anteponen sus intereses (personales, familiares o de amistades), a los del pueblo y la construcción del Socialismo. Por lo general, nadie como el Comandante Chávez, fue un exacerbado defensor de las garantías y condiciones de vida de los trabajadores y trabajadoras públicas. Tal cual, lo hacía cuando refrendaba sus decretos de inamovilidad para proteger la estabilidad de los trabajadores y trabajadoras cada año y lo anunciaba en su Chávez candanga: "Hola. Buenos días a todos. Acabo de firmar Decreto Inamovilidad Laboral hasta 31 Dic.2011. ¡Justicia Social! ¡Viva la clase obrera!..."

Por otro lado, al renunciar al ajuste del Salario Mínimo Nacional, el Presidente Maduro, renuncia al ejercicio de la Política Económica Integral del país, en especial, a la utilización del ajuste del Salario Mínimo como palanca del desarrollo económico, como mecanismo de potenciación del mercado interno, como instrumento idóneo para promover la productividad y el compromiso de los trabajadores y trabajadoras públicas con el Estado popular, más cercano a las exigencias y demandas del pueblo venezolano. A su vez, es sabido que los ajustes al Salario Mínimo, son instrumentos –por excelencia- de redistribución equitativa de la renta petrolera, ya que promueven la igualdad social, y reducen la desigualdad. No es poca cosa, remontar el Salario Mínimo de la Administración Pública, y elevarlo a la par de las entidades laborales privadas, homologarlos, y colocarlos a un nivel de remuneración justa.

Potenciar la propiedad pública, la inversión pública, por ende, la Administración Pública, es fundamental en el tránsito al Socialismo, nadie mejor que Chávez lo tenía clarito: "Mientras ellos proponen [la derecha] reducir el gasto público, nosotros no, nosotros seguiremos incrementando la inversión pública y el tamaño de la propiedad social que es un elemento central para que pueda haber socialismo, es fundamental. Miren, por ahí tengo yo un libro, aquí está, este es un libro, uno, solamente de las plantas y fábricas que estamos construyendo actualmente y que están por inaugurarse algunas de ellas. Todo esto es propiedad pública, y los que ahí trabajan ya, son servidores públicos, es decir, propiedad estatal pública, social y no se trata del capitalismo de estado, no, socialismo; propiedad patria. Es lo contrario de lo que ellos proponen [la oposición], ellos dicen clarito aquí, que van a evaluar cada empresa y en función del mercado, en función del mercado y de la competitividad, una categoría muy del capitalismo, entonces tomarán las decisiones más pertinentes para disminuir el tamaño del estado. Eso es, privatización…" (Encuentro de Hugo Chávez con los trabajadores, Polideportivo José María Vargas, Edo. Vargas, 31-08-2012).



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Henry Escalante


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