Ya está dicho en el título, me fusilo a Pascualina Curzio. Y tengo que hacerlo porque formo parte de ese 97 % de asalariados que sólo percibe el 18% de lo que se produce. De esa larga lista de educadores a quienes el gobierno, por intermedio de una cosa que quizás por odiosa y cruel le pusieron el horrible nombre de ONAPRE, le desconoce sus conquistas laborales de más de cincuenta años de lucha. Y el desconocimiento es tan inhumano que eso envuelve lo relativo al servicio de salud y hasta el ser enterrado y digamos no dignamente, sino simplemente eso, ser enterrado, pues por el alto costo de ese servicio hasta de eso carecemos. Y lo más triste, es que quienes eso hicieron se excusan diciendo que hacen una revolución y estamos en transición al socialismo, algo así como a las puertas del cielo. Pero como eso no pueden ocultar la fea realidad optan por culpar a Trump y sus aliados, mientras Guaidó entre y sale como perro por su casa y hasta se da el lujo de manejar recursos del Estado.
Dicho lo anterior, me siento obligado a advertir, como tantas veces, que sabemos bien de las medidas de Trump, sus fines y sus efectos. Del daño que hace no a quienes ellos dicen, como quienes gobiernan, lo que nada de cierto tiene, sino a la población toda; pero apelando al recurso del futbol para hacernos entender, uno sabe bien que a ningún equipo le hacen gol por la sola voluntad del atacante; depende también en buena medida de la defensa y la capacidad para responder esos ataques con una ofensiva pertinente y a la altura de las circunstancias. Y hay más, si la gerencia por avaricia, avidez y corrupción desmantela el equipo, vendiendo sus mejores hombres, señas y hasta tácticas y técnicas, al contrario o mandando de aquellos al banco, descanso innecesario y premeditado o hasta expulsándolos del equipo, es evidente que juega a favor del enemigo.
Y todo esto último tiene sustento en lo que Pascualina dice en su artículo "El Petro: Ensayo y error (II), publicado en Aporrea. Org hoy 21-01-2020, del cual no pongo el link por no poder acceder a él.
Para ella, y lo digo así, pese que el asunto es como demasiado obvio, las prácticas inamistosas pulverizaron la moneda nuestra, no diré al Bolívar porque a Simón no lo liquida nadie y menos un gringo con cara de payaso por mucho real que tenga. Y es necesario reponerla o fortalecerla porque es la forma de reponer el salario. Y en ese sentido dice, "es el bolívar o es el petro. Las dos no pueden circular a lo interno de la economía". Una desplazaría a la otra. A menos, como ella misma dice, que el bolívar solo se mantenga en circulación nacional y por supuesto, para que tome valor, se le respalde como el petro en activos nacionales como el oro. el que toma como preferible.
Pero ella también, y en esto insisto, porque a Pascualina nadie puede tomarla como una izquierdista resentida contra el gobierno y menos contra el presidente Maduro, en su intento de ayudar, hace esfuerzos para demostrar varias cosas que afectan al gobierno y la economía venezolana toda. Primero, lo que llama en buena ley "la guerra no convencional que el imperialismo ha declarado contra el pueblo" y con esta, el despiadado ataque contra la moneda, lo que implica contra la producción nacional y el salario.
Lejos ha estado siempre Pascualina de cargar alguna culpa de esto al gobierno, salvo a "unos monetaristas" que se infiltraron en el BCV y en el equipo económico, quizás aprovechando como dice un amigo que Tareck El Aissami, vicepresidente de economía, que es abogado constitucionalista y de aquello nada sabe. Y por haber mantenido esa conducta de fidelidad a Maduro, Pascualina, a quien si acaso ha observado como distraído o entusiasmado por esos monetaristas, es valedera su opinión cuando pide algo que nosotros también sin duda pediríamos, no porque sepamos algo del asunto sino porque las tripas, como decía el Quijote, deben ser controladas para uno no perder el control de lo demás y no salir como loco a pedir peras al olmo o conmiseración al demonio.
Y por eso con ella decimos que en Revolución y hasta en transición al socialismo, como dicen desde el gobierno que andamos, "el salario mínimo debe cubrir, por lo menos, toda la canasta básica." Pues es como demasiado obvio, no se puede justificar que estando en "en Revolución sea la clase asalariada la que asuma el costo de la guerra económica."
La canasta básica según cifras que estuve revisando anda entre 150 y 300y hasta 900 dólares. Porque en Venezuela para toda vaina hay, desde que Guaidó se autoproclamó presidente, de va dos o tres, menos cuando se trata de los derechos del pueblo. Por eso hay un solo salario, ese nuevo de 250 mil bolívares o lo que es lo mismo 3.1 dólares. De donde se concluye que hay una distancia como astronómica entre lo que debería ser el salario y el que recibimos. Y lo peor que eso denuncia un nivel de explotación casi esclavista, habiendo un gobierno que se dice revolucionario y construye el socialismo. Circunstancia incluso que habla muy mal de ese modelo que mucho soñamos como ideal para la justicia y el equilibrio que debe prevalecer a favor de la súper vivencia humana.
De donde, la solicitud de aumento salarial, pero no en base a esa moneda ya pulverizado por el saboteo económico imperial, cosa que la dice el mismo gobierno y lo enfatiza una experta como Pascualina que hace lo necesario por ayudarle, se vuelve casi un clamor oficial. Como el gobierno, con los chavistas al frente, pidiéndole a los monetaristas que manejan la economía que dejen el saboteo y opten por anclar la nueva moneda, preferiblemente el bolívar para la circulación interna, de la forma que sea, "en papel y hasta en chapitas", como dice Pascualina y en esta nueva moneda, con el mismo valor que ahora tiene el petro, se fije el salario.
Si lo que dice Pascualina es cierto y hasta posible, pues uno no cree ella esté mintiendo o elucubrando y menos intentando dañar al gobierno, hipótesis desmentida en su conducta, entonces tendríamos que creer que en otro punto de la misma cabuya del gobierno habría quien si lo esté haciendo. ¿Será que los monetaristas son tercos como para no ver que sus supuestos no tienen ningún sustento en los hechos? ¿O acaso en todo esto del manejo de la política económica del gobierno hay más de un gato encerrado? Lo cierto es que Maduro debe decidir entre hundirse y no dejar que lo hundan. Y recordar aquello sabio que decía el Quijote "Sancho vayamos a comer, porque para tener el dominio de las armas hay que tener el dominio de las tripas" y como suele decir el venezolano, amor con hambre no dura. Y ya ha pasado mucha agua bajo los puentes.
Llegó el momento, habiendo la manera de hacerlo, según Pascualina Curzio, que el salario se fije en el bolívar oro para que no le pulvericen, no estando como el dólar sujeto a la manipulación de los agentes enemigos. Y esto no lo dice uno, tan interesado como que mi paga quincenal se me acabó hace tres días y falta mucho para volver a cobrar, sino alguien que privilegia su relación con la gente del gobierno.