¿A cómo amaneció el dólar?

Mi palabra

"Lo importante es no dejar de hacerse preguntas"

Albert Einstein

 

Muy cerca de mi residencia, funciona un taller, donde viven varias familias, y ya se ha presentado el hacinamiento propio de estos casos al crecer la prole. En la mañana parece una casa de cambio, todos amanecen pendiente del dólar, y hasta los niños de la educación primaria preguntan o saben el precio. En el tiempo que tengo visitando esa comunidad, oigo en muchos casos celebrar con la inocencia de la ignorancia, al enterrarse el aumento de la moneda estadounidense en relación con el bolívar soberano, y el que carga dólares producto de algún trabajo realizado los valora, como si cargaran la solución hacia la eternidad, para terminar, despotricando y despreciando nuestro símbolo monetario, como si fuera el causante del coronavirus.

Sin embargo, todo cambia, como dice la canción interpretada por la fallecida cantante Mercedes Sosa. Desde el mismo momento de alertarnos la OMS, de la terrible pandemia que empezó azotar a la humanidad, mis visitas se hicieron esporádicas y muy cortas a este grupo familiar, pero con el tiempo suficiente para darme cuenta de la reacción a los aumentos violentos, que han llevado al dólar a más de 200 bs S en menos de dos meses, y de esta manera crear las condiciones para los comerciantes unirse a la pandemia, y terminar de colocar al pueblo trabajador contra la pared. Apenas conocen el aumento en la mañana el café lo sienten amargo; comienzan las quejas, lamentos ¡Esto es una locura! La razón: no llega trabajo, y por consiguiente no fluyen los dólares, como antes y de paso, cada visita al abasto se encuentra con una realidad ineludible, el cual, hasta hace poco amortiguaban de manera alegre con los verdolagas en mano.

A este coro de voces, últimamente se han unido personas, que presumen no sentir el peso de la grave situación económica, aun, cuando su única diversión últimamente es hablar mal del gobierno –la paradoja política de nuestro tiempo– asomándose, como invitados VIP, entre ellos algunos médicos, quienes se atreven hacer recomendaciones más por la desesperación, que por algún grado de conciencia. Hace algún tiempo en una amena conversación, con un especialista en oftalmología, a quien acudí a una consulta me atreví a explicarle, el por qué se le iba hacer difícil la manutención de una camioneta de última generación. La sugerencia fue positiva, y entre las alternativas que buscó, compró un carro muy modesto en todos los aspectos.

¿A cómo amaneció el dólar? La expresión de moda en todos los hogares venezolanos. Son tantas las expresiones, que recordarlas sirven para orientar o desorientar a más de uno. Como el caso de una señora, amaneció sin la gasolina del pobre –café– y se acordó, que su compañero de vida le había dado a guardar un billete de diez dólares, y por no tener esa costumbre ni la picardía de otras personas, se le olvidó, pero la necesidad apremia, lo buscó, y se lo dio al muchacho: ¡Anda ver a la bodega para que sirve este billete! La sorpresa fue mayúscula, el chaval regreso con una bolsa que no cabían los corotos, y desde ese momento lo primero que le dice al marido con una sonrisa para alegrar la mañana, cuando sale a trabajar: "Si, te pagan en dólares ¡mejor!"

Estas experiencias propias de la vida, me recuerda al profesor de periodismo Federico Álvarez, quien en su manera de orientar a los que empezaban a transitar por el camino revolucionario, a cada momento les repetía: "Si, quieren aprender, como piensa el pueblo, tienen que ir a los mercados y a las barriadas pobres; esa es la escuela". Una verdad sine qua non para poder entender las sacudidas en todos los órdenes de la vida, teniendo siempre pendiente los grandes virajes, que se presentan en la práctica y en el pensamiento del ser humano, cuando la parte económica los golpea, y empiezan a ver la situación en su justa dimensión. No sabemos, cuál es el mecanismo utilizado para aumentar el dólar, pero la realidad no la podemos esconder: están creando las condiciones para un estallido social y las consecuencias se le van a sumar a la pandemia, y cualquiera persona con cierto sentido del razonamiento se puede imaginar el agravante posterior.



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Narciso Torrealba


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