La crisis económica en Venezuela ha sido causada en gran medida por la reacción fascista antidemocrática de políticos de derecha. Sin excluir los errores de parte del gobierno, es claro que la actitud de una oposición radical, violenta y antidemocrática no ayuda. Si no existiera la guerra económica, que nos ha declarado al pueblo venezolano la derecha apadrinada por el imperio estadunidense, podríamos decir que somos los venezolanos los únicos responsables de nuestra situación. Sin embargo, ha sido clara la intención de esa oposición antidemocrática de crear el mayor caos económico, social y político posible para así colocarse ellos en el "Coroto" (traduciendo a las nuevas generaciones, "para así tomar ellos el poder"). Y en esta estrategia, se han aliado con poderes imperiales y extranjeros e implantado el boicot o sabotaje a la producción, a las inversiones nacionales, han debilitado intencionalmente nuestra moneda, promovido la fuga de capitales y aupado la desaparición de nuestras reservas internacionales, lo que ha empeorado en gran medida la situación y los problemas de los venezolanos. Esta estrategia incluyó también la casi quiebra -a través de redes criminales- de nuestras empresas más importantes, notablemente, Pdvsa, las eléctricas y las empresas básicas de Guayana.
El pueblo humilde venezolano en gran medida ha sufrido los daños causados por este ataque y los ha resistido con gran valor y entereza. Tiene derecho el pueblo a solicitar que se hagan todos los esfuerzos necesarios para compensar su situación. En este sentido, es mucho lo que hay que hacer aún:
1) Es urgente que se eleve el salario mínimo de los trabajadores. Esta medida es condición para la reactivación de la economía nacional. Sin un nivel salarial que permita al trabajador soportar los gastos de su mantenimiento y el de su familia, es imposible reanudar el crecimiento de manera estable y sostenida; teniendo además un crecimiento económico sano, es decir, uno que no se apoye en la creciente explotación de los trabajadores. Por otra parte, como han señalado ya varios analistas de la economía actual venezolana, tal medida es perfectamente viable; aunque, no sin hacer reajustes en la orientación de la política económica que, por otra parte, son no sólo convenientes sino absolutamente necesarios en el actual escenario de crisis ocasionada por el COVID-19 y la "nueva normalidad" que éste ha provocado.
2) Hay que reformar el régimen tributario para asegurar el adecuado financiamiento de las actividades del Estado y la provisión de servicios públicos esenciales. Esta reforma tributaria debe orientarse a asegurar la recaudación efectiva de los impuestos, su progresividad, su eficiencia y su efecto positivo sobre la economía.
3) Hay que reformar la seguridad social, para proveer de cobertura suficiente ante los riesgos sociales a la población; por ejemplo, ante la enfermedad, la vejez, el desempleo, la discapacidad, etc. El deterioro de los últimos años ha debilitado las bases sobre las cuales se soportaba el sistema de seguridad social: el salario de los trabajadores, las contribuciones de patronos y el ingreso estatal.
4)Un pilar central de lo que debemos hacer es reactivar la inversión pública y privada, sobre este aspecto, la historia nos enseña que hay que cuidar el destino y uso de esa inversión, asegurar su efecto positivo sobre la productividad y la calidad de vida de la Nación. No es necesario que se aseguren condiciones leoninas a los dueños del capital, sino hace falta que se asegure un uso responsable y reproductivo de los capitales, a fin de que los venezolanos disfruten cada vez más de mejores niveles de vida y se generen condiciones en las que esto sea posible. Para esto, es necesario fortalecer además el sistema crediticio y financiero nacional a fin de que pueda proveer de suficiente asistencia al esfuerzo productivo de los venezolanos.
5) Una reforma educativa, que apunte a colocar cada vez más la educación al alcance de todos los venezolanos y asegurar la idoneidad de los contenidos que se aprenden en las instituciones educativas, para formar venezolanos integrales, conscientes de sus responsabilidades con la sociedad, capaces de ejercer su autonomía y desarrollar plenamente su personalidad en actividades productivas y valiosas, que no excluyen, por supuesto, ningún oficio humano respetable, ni las ciencias, ni las técnicas, ni las artes, ni todas las humanidades, ni el aprendizaje de actividades deportivas, recreativas o simbólicas.
En nuestra opinión, éstas son condiciones imprescindibles para el reinicio del crecimiento económico y el progreso con justicia en Venezuela. ¡Los venezolanos se lo merecen!
Votemos el 6 de diciembre, para defender la Patria de aquellos quienes han ofrecido ponerla al servicio de negociantes y autoridades de un imperio en decadencia, de sus lacayos en la región y en el país.