¿Por qué Jesús Farías teme a los airados reclamos populares? ¿Qué hubiese dicho Chávez de eso?

Jesús Farías, el monetarista, dicho así porque hablamos de otro muy distinto al de antes y no vaya a ser cosa que la gente los confunda y crea es el mismo aquél, ha manifestado temor por un "estallido social".

Esto lo ha dicho un tipo que viene del PCV, aunque por su edad no supo de las grandes batallas dadas por su partido en el pasado, aunque fuesen paradas mal tiradas como la de la lucha armada y la gloriosa participación contra la dictadura de Pérez Jiménez, donde esa organización fue artífice de la unidad popular.

Que un revolucionario considere los airados reclamos populares, que siempre estarán justificados, estando él atrapado y constreñidos los derechos del pueblo, es como un pescador que le moleste un mar de abundante pesca. Es como maldecir al Caracazo que a la larga condujo a Chávez a Miraflores y a Farías mismos a "gozar de las mieles del poder" como solía decir antes.

Los reclamos del pueblo tienen casi siempre mucho de justo y racional. Quien estalla lo hace porque se siente oprimido, injustamente tratado y hasta estafado. Si el pueblo venezolano estalla tiene toda la razón del mundo y el "revolucionario" eso debe admitir y no temerle sino cabalgar sobre los acontecimientos. "Si contra mí estalla el pueblo es mi culpa, no hago las cosas como él requiere". Seguro así hubiese razonado Chávez

"Un estallido social", implica para decirlo en el lenguaje estereotipado de mucho "revolucionario", que "las masas toman las calles", un momento de "gran ascenso social", cuando ellas, si no alcanzan conciencia del grado de injusticia y hasta explotación que son objeto pero si desatan su ira instintiva en busca del equilibrio; y eso sucede porque el Estado, quien pudiera ayudarles a hacer algo distinto, está en manos de los responsables y usufructuadores de aquella situación. El "estallido social" se asocia, no sólo a la injusticia sino al convencimiento y sentimiento de las multitudes que no le dejan otra opción para patentizar su reclamo. Los guerrilleros de las décadas 60, 70 y hasta 80 vivieron soñando con un "estallido social".

De un gran "movimiento de masas" emergió aquello que se llamó la Revolución Francesa, que depuso la monarquía e instauró la República. Y lo fue aquel trascendente acontecimiento que depuso a los zares y dio inicio a los cambios en la vieja Rusia, hasta llevar al llamado partido Bolchevique de Lenin al control del Estado. Pese todo eso haya terminado con Stalin y un estado de cosas que al fin provocaría otro estallido social para subsanar los males que el pueblo ruso confrontaba, como la desintegración de la URRSS. Y para evitar un estallido social que terminase por desacreditar a Mao, fraccionase aquel inmenso país, la nueva dirigencia china dio aquel enorme vuelco que se sintetiza en desatar las fuerzas productivas al máximo y aprovechamiento de todos los mecanismos y ventajas que convirtieron a la paupérrima república asiática en la primera potencia del mundo de hoy.

Y estallidos sociales condujeron a la independencia de Venezuela, donde las masas explotadas, trabajadores del campo sin propiedad alguna y hasta expropiados y masas de esclavos salieron a combatir por sus derechos, Tanto que con ese mismo fin lo hicieron en los primeros años de la guerra independentista, a favor de quien parecía recoger sus deseos, ansias e intereses como fue José Tomás Boves.

Después de todas las movilizaciones y manifestación de fuerzas militares, como las comandada por Hugo Trejo, la dictadura perezjimenista terminó siendo derrocada, en buena parte, por aquel "estallido social" iniciado en los días finales de diciembre de 1957 y continuó expresándose a lo largo de enero del año siguiente.

El venezolano de hoy, sin importar su nivel cultural, sobre todo aquel que presenció, escuchó y todavía escucha acerca del Caracazo, sabe bien lo que es ¡"un estallido social". Es una fuerza descomunal, hasta con rasgos de irracionalidad, que se desata por el cansancio de la gente de ser víctima de una pequeña agrupación de propietarios, empresarios, dueños de todo y quienes manejan el Estado al servicio de ellos; y es un deseo de justicia y cambio.

Los partidarios del gobierno de ahora, sus contrarios y quienes no lo son, de izquierda, de derecha o de donde sea, suelen decir y con razón que, el 4F, aquel movimiento militar muy lleno de romanticismo, fue una consecuencia del "estallido social" del de febrero de 1992. No sólo porque este inspiró, estimuló a aquél, sino porque el Caracazo había desorganizado a las fuerzas del estado de cosas que originó el estallido. Fue éste la causa definitiva del rompimiento del puntofijismo y hasta de los partidos del status mismo. Por ejemplo, el Caracazo fragmentó profundamente a AD y Copei, los partidos ejes del estado de cosas que motivó aquella sublevación popular, constituyó una derrota colosal contra el neoliberalismo y el FMI y que a todos sorprendió, tanto que no hubo ninguna organización, ni siquiera individualidad política, que aquello canalizó.

Los revolucionarios de toda la vida, aquellos que sueñan con cambiar la sociedad donde viven, dada las injusticias, el férreo control clasista sobre el Estado y el orden todo, viven ansiando se produzca cada cierto tiempo un ascenso de masas que establezca el equilibrio e impulse las reformas que el movimiento popular demanda. Pareciera ser cierto que sólo los "estallidos sociales" estremecen a la gente que tiene el control y estimula a quienes que las cosas cambien.

Con un "estallido social", en su tiempo de dirigente de los trabajadores petroleros, en los campos zulianos, de cuando los gringos explotaban a aquellos con plena libertad, se la pasó soñando el viejo Jesús Farías. Y con un estallido social, con la fuerza del Caracazo, pero no de improviso, sino bajo el control de la dirigencia revolucionaria, viven soñando los pueblos y los hombres que claman por la justicia cuando quienes gobiernan y sus socios que controlan el aparato productivo se cierran y se niegan a todo reclamo.

Pero Jesús Farías, que se dice revolucionario y muchos así lo consideran, vocero del gobierno, de un gobierno que en veces se queja por las ataduras a que está sometido por los grupos económicos internos y externos, le tiene miedo a un estallido social; pese que el pueblo, con toda la riqueza de que dispone la tierra que es suya, esté atravesando por tantas calamidades que comienzan con el hambre a causa de un salario, quizás el más bajo del mundo y sigue con la falta de atención a su salud y largo enorme rosario de calamidades. Unos "revolucionarios" dedicados a evitar a toda costa, hasta engañando al pueblo con limosnas, son algo tan extraño como un "unicornio azul".

Y Farías para nada quiere se hable de aumento salarial, porque eso sería contradecir la demanda de quienes tienen el control de la economía, adversarios de primer orden de los revolucionarios en cualquier parte del mundo y circunstancia. Encontró que subir los salarios desata la inflación y a esos señores que tienen las manijas no hay por qué molestarlos.

Prefiere Farías y eso lo celebra y muestra como una gran conquista, que el gobierno, el mismo que, según él, está en la bancarrota por la exclusiva culpa de Trump, otorgue bonos para tranquilizar los ánimos y disipar todo peligro de "un estallido social".

No se plantea Farías, dada la sociedad en la que vivimos, una conducta distinta, como eso que plantea Pascualina de revisar el aporte de los grupos empresariales y factores todos que deben contribuir con el pago equilibrado y decente del Impuesto Sobre la Renta. Como tampoco se atreve a reclamar al gobierno la revisión de todo su proceder en el área económica y productiva, como rescatar del abandono dela industria petrolera, pensar en planes de gran envergadura en el área agroalimentaria y dejarse de esa pendejada de celebrar como un gran logro la siembra de media hectárea de yuca.

A Farías, el hijo de aquel viejo revolucionario que entre otras cosas se caló más de 10 años presos en la cárcel de Ciudad Bolívar, hasta que un estallido social le puso en libertad, lo único que le preocupa es que ahora no se produzca una cosa siquiera parecida a esa. Quizás crea, que ese estallido social, sería para imponer cosas peores que las ahora existentes, confundiendo las cosas e intereses. Y se acobija bajo la fe que participa como vanguardia de un proceso revolucionario que todo está cambiando y estableciendo la justicia social, expresada en un salario de dos dólares al mes, unos bonos que disfrazan el robo del cual es víctima el pueblo trabajador y le convierte en objeto de dominio y manipulación de quienes, junto con él así gobiernan y un "estallido social" sería para que eso se transforme en algo peor. O lo que es lo mismo, para él no tiene sentido el movimiento popular ni el ejercicio del poder inherente al mismo. ¿Qué entiende por lo participativo y protagónico?

 



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Eligio Damas

Militante de la izquierda de toda la vida. Nunca ha sido candidato a nada y menos ser llevado a tribunal alguno. Libre para opinar, sin tapaojos ni ataduras. Maestro de escuela de los de abajo.

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