No estamos en navidad, todavía ella está lejos y muy lejos, porque así como llevamos ya varios años que no la vemos, este año por lo visto tampoco llegará. Entonces, da lo mismo ahora "echar" los cuentos navideños en cualquier momento y este es uno apropiado para eso. Porque de paso echando cuentos navideños si uno no ríe por lo menos se consuela con una morisqueta. Y porque se me vino encima.
Ahorita mismo, como no tenemos nada para desayunar, lo que es pintar un panorama de cómo nos viene el día a mi compañera y a mí, he entrado al Banco de Venezuela a averiguar si nos depositaron lo equivalente a la pensión de jubilados, por viejos docentes, que trabajaron larguísimos años al servicio del Estado, que entre los dos alcanza a unos 2 millones de bolívares, o para mejor decirlo, menos de 10 dólares, como para mal comer tres o cuatro días y no hay en el banco nada, quizás sea esta tarde o mañana, lo que vaticina un día peor que los anteriores.
A quienes creen que el mundo nuestro no es así, porque quizás el de ellos es otro, debo decirles como otras veces, que resido en Barcelona en un área, donde según los simplistas y manipuladores, está habitada por gente "invulnerable" y por ser esto, que he terminado por no saber qué significa, no nos prestan ninguna ayuda de esas de las cuales el gobierno se ufana, como Clap o algún mercado abierto o ambulante.
Es decir, mi compañera y yo, cuyas hijas están hasta peor que nosotros, teniendo familia propia que mantener, promediando los ochenta años, ella 78, yo 82, somos, en la visión terrorífica de la dirigencia del gobierno, como dos gigantes, el "Fantomas" de Julio Cortázar, Supermán o quizás por latinos, "el Chapulín Colorado", tan fuertes que nada nos entra, ni el Clap y en consecuencia integrantes de las clases altas, de esas que expolian al pueblo y se apropian de los beneficios y entonces, jodernos es hacer revolución bonita, hay que vengarse de los tantos años de explotación al pueblo.
La falla en esta narrativa revolucionaria es que los teóricos y diseñadores del plan se pelaron en el escoger los personajes del drama, hay como un cambio o confusión y nos tomaron a nosotros y mucha gente como nosotros para jodernos, vengarse de la cruel y vieja explotación, mientras los de verdad son sus aliados y como tales siguen en la misma vaina.
Cuando hablo de este tema, como otras veces, recuerdo a mi viejo amigo, quien entre otras cosas llegó a ser decano de la facultad de Economía de la UCV, quien una vez me dijo, "Eligio, menos mal que los nuestros, en la década del 60 y otros que vinieron después, no llegaron al poder, porque de haberlo hecho se hubiesen vengado de aquel que tuviese de una bicicleta para abajo". Esto me lo dijo, cuando Chávez comenzaba a gobernar.
Para mi amigo, aquellos tipos, asumían el asunto del cambio social y el equilibrio, porque la justicia es una fórmula para mantener el equilibrio en la especie humana, como una vaina de venganza. Y entre estos que ahora gobiernan, por lo que uno sabe de antaño y lo que percibe, hay mucho de eso. Lo malo de este cuento es que mi amigo, por lo menos hasta hoy, ha estado en eso mismo de respaldar a los "vengadores", porque de no hacerlo "sería ponerse de parte del imperialismo", lo que no sé si lo usa como excusa o en verdad eso cree. Pues mucho asustado y hasta sin motivos que pudieran pedirles cuentas. Y también es malo se hayan equivocado al tomar de trompo servidor, ese para caerle a quiña hasta "esguañingarlo", a un factor social que no es, pues el verdadero, la clase que ha acumulado el capital y explota es su aliada y hasta hay de ellos entre los vengadores que "suman" para de hecho formar parte de ella.
Como dije al inicio, he entrado al Banco de Venezuela y me he enterado que el Petro tiene un valor de un poco más de 18 millones de bolívares. Tenía tiempo que de eso no me ocupaba porque, por recordar al poeta Andrés Eloy Blanco, había decidido pensar hasta ahora, que eso apenas son "vapores de la fantasía" y por eso optado por no echarle más leña al fogón.
Pero como entré a lo que ya dije y estando en las condiciones que también dije y habiéndome enterado que de acuerdo a esa presunta cotización del Petro, moneda de la cual ya nadie habla, salvo el Banco de Venezuela que la pone en un cintillo como para cultivar ilusiones, lo que en verdad es una fuente de tortura y de "calenteras", que mi compañera y yo, estando como estamos, con la nevera vacía y también las gavetas, pues no puedo hablar de despensa, porque pudieran confundirme como miembro de aquella oligarquía territorial que el capitalismo fue dejando arruinada en el camino, entre los dos tenemos esos 18 millones y más de bolívares que vale un Petro.
Viendo todo eso, lo que según no es más que un espejismo, como que tenemos 18 millones de bolívares, pero las cuentas que manejamos vacías y "el pesebre alto", me acorde de aquello del "gustoso".
Sé hay mucha gente, pues han pasado largos años, el criollismo y eso que llamaron la literatura regionalista o localista, ya no se lee, que no conoce lo del "gustoso". Se trataba de un hueso que pendía sobre el centro del fogón, sostenido por una cuerda que se bajaba para meterlo en la olla donde hervían la verdura y los aliños. Una manera peculiar, de esas cosas extrañas que generan las crisis, buenas para estimular la creatividad, e ilusionar a la gente. Se pensaba que, por imaginación pura, el comensal y el cuerpo mismo, terminarían creyendo fue aquello una sopa de carne.
Pero en ese caso, aquella artimaña no estaba destinada a engañar a la gente, a la multitud, ni al cuerpo, sino a crear en el seno del círculo familiar la idea envuelta en ella. Quizás, es posible, es hasta lo más razonable, aquella gente humilde de los ranchos campesinos creyese en los valores nutritivos de aquel hueso pendido sobre la cocina que bajaba todos los mediodías al fondo de la olla. Era, en todo caso, un proceder ingenuo que no estaba destinado a engañar a nadie y, en consecuencia, limpio de toda intención cruel.
No parece así eso del Petro que supuestamente, como el gustoso, pende en mi cuenta de Plataforma Patria y cuyo valor se exhibe en el banco para darle sabor a mis comidas que no tengo, aunque pudiera haber quien nos diga lo contrario, pues lo cree y aunque no lo crea, porque de todo hay en "la viña del señor"; hay buenos y malos, corruptos e incorruptos en todos lados, entre quienes comparten conmigo y no.
Y no parece, porque la madre campesina que soltaba la cuerda para que bajase el gustoso al fondo de la olla, no busca de manera deliberada engañar a sus hijos, pues hubiera sido una forma de engañarse así misma. ¿Cómo pensar que una madre campesina forjase una crueldad para engañar a los suyos y hasta sus cuerpos ansiosos de alimentos y recursos nutritivos? Aquellas madres no estaban en campaña electoral y menos buscaban el amor de sus hijos mediante el engaño y la crueldad.
Esperaré hasta la tarde o hasta mañana, no tengo otra opción, que depositen la quincena para comprar comida por cuatro o cinco días y esta estirarla hasta que alcance y ayudado por el hígado propio, que ya uno aprendió a comerse o "alimentarse de su propio hígado", esperar hasta la próxima.
¿Y qué hago con el gustoso? ¿Ese que Maduro, como generosamente, para mi distracción o masturbación mental, me guindó en la Plataforma Patria?
Por esta ilusión que genera oferta y demanda en Plataforma Patria, donde al dueño del medio Petro le obligan a venderlo por una miseria, debe haber algún chivo muy pesado que está haciendo, de manera muy cruel, un estupendo negocio.
¿Por qué el Fiscal General de la República no mete el ojo en ese sucio y oscuro hueco? ¿Será otra vaina más del imperialismo?