¡Compra y Venta de Dólares!

"El único que saca partido

del capitalismo es el estafador,

y se hace millonario enseguida"

John Dos Passos

 

En una esquina, todas las mañanas se ubica un señor a vender cuanto objeto viejo consigue o le llevan, y en muchos casos son verdaderos cachivaches sacados del camión del aseo urbano; en el sitio nunca falta una tertulia, y algunas veces el olor a licor. La mañana del sábado se acercó un vecino, coincidiendo con tres curiosos en la improvisada venta, manteniendo por largo una conversación, sin apartar la vista del piso, como si estaban viendo una entretenida película. El tiempo fue pasando bajo un sol ardiente, ninguno se movía; en poco tiempo se hizo presente la amenaza de lluvia, y al momento se escuchó la voz del vecino ¡Parece que va a llover!

Pasó el intento de lluvia, y el sol parecía aprovechar el momento para esconderse, haciendo muy agradable el resto del día. La conversación se reanudó, y uno de los presentes preguntó, con el rostro muy preocupado: ¿Quién compra dólares? Todos se vieron las caras, sin poder aguantar las risas, como si se había puesto de acuerdo, coincidiendo en las respuestas a la pregunta del momento. Yo ando vendiendo 20 que me pagaron–dijo– el que aparentaba mayor edad. Los otros no dejaron pasar mucho tiempo, coincidiendo con la misma contestación con el movimiento de la cabeza de arriba hacia abajo al escuchar ¡Varios andamos en el mismo negocio!

La coincidencia causó risas, y a la vez despertó curiosidad en uno de ellos dejando oír ¡hay dólares por todas partes! El vecino, quien no había intervenido en la conversación, ayudó aclarar la inundación de los verdolagas ¡Ahí está la trampa; dólares por todas partes, pero al estado venezolano le cierran las entradas, y no le queda otra, sino seguir pagando en bolívares, ¡y no valen nada antes el dólar! Al momento opinó un joven, como si se había enterado de toda la verdad de la moneda estadounidense en nuestro país: ¡Coño, esto es una trampa, pero bien montada; hablo porque la he vivido donde trabajaba, cuando estaba en el campo; el señor nos paga los viernes en la tarde, en dólares, y al día siguiente, íbamos a morir en su negocio, porque nos vendía la comida bien caro, y si no, nos los compraba, como le da la gana!

La reunión se fue disolviendo, con muchas frustraciones en los rostros de humildes hombres golpeados por la crisis, mientras el vendedor los veía marcharse dejando caer una expresión sin levantar el rostro, mientras acomodaba parte de la mercancía: "Con razón, apenas llegó, se aparecen unos muchachitos preguntando ¿Señor, señor, a cómo amaneció el dólar? ¡a buena vaina!" El vecino, muy tranquilo le añadió un comentario para terminar de aclarar la situación: ¡Con el dólar, han desbaratado todo; por mi parte vivía pendiente de la pensión, ahora ni pregunto, cuando la pagan ¿Para qué sirven 400 bs? El vendedor con una soberana carcajada le dio la respuesta ¡Para que no pierda la jubilación, y la inscripción en el banco!



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Narciso Torrealba


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