La política económica, actualmente en práctica en Venezuela, ha estado muy determinada por la agresión sistemática de factores externos, que acentúan los defectos e inclinaciones estructurales de la economía venezolana y derivan en un deficiente desempeño económico sobre todo durante los últimos años. Particularmente, la economía venezolana ha estado aquejada desde hace varios años por la escasez (y no por la abundancia) de dinero. Esta escasez de dinero se produce por la agresión a la industria exportadora nacional; producto no sólo de una agresión externa -que la hay, es muy significativa y ha sido criminal- sino también por parte de -ya ha sido denunciada por las instancias judiciales y de fiscalía- una continuada y sistemática agresión, principalmente, desde dentro de la industria exportadora estatal, por parte de una gerencia antinacional y corrupta, muy probablemente alentada también por la estrategia imperial.
El impedimento de las exportaciones, principalmente de las petroleras, ha estado acompañado también por la estrategia imperial de limitar el acceso a fuentes de asistencia externa (crédito y ayuda internacional) para la estabilización de la economía venezolana.
El bloqueo de los canales de comercialización y financiamiento externos ha sido también parte del núcleo de la estrategia de agresión desde el exterior, promovida también por elementos internos antipatrióticos y proimperialistas.
Increíblemente, esta estrategia de agresión imperial estuvo facilitada por la salida y escape de las divisas originadas en la actividad exportadora estatal. Durante demasiado tiempo, hemos visto de manera impotente cómo se escapan al extranjero las valiosas reservas nacionales de divisas.
En términos gruesos o generales, estos factores produjeron una disminución de nuestra base monetaria; es decir, la fuente original de los saldos o dinero que circula en nuestra economía, lo que a su vez generó una contracción de la liquidez nacional y, por lo tanto, de toda la producción local que puede comprarse con dinero y del valor de todos los activos nacionales. Esta disminución de la base monetaria dio pie a la hiperinflación lo que también fue alentado por estrategias especulativas dentro y fuera del país. Traduciéndose todo en el empobrecimiento general de la sociedad, que ha afectado sobre todo a los trabajadores, estratos medios profesionales y, en general, a los más pobres y humildes.
Ante esta situación, hay quienes han pretendido imponer una política contractiva; precisamente, aquellos que se oponen a la recuperación de los salarios. Sin embargo, para salir de esta situación, es necesario más inversión y más producción. Pero no es posible producir más ni invertir más si mantenemos los salarios en un nivel tan deplorablemente bajo. Para invertir más, debemos lograr atraer nuevamente las divisas que se "fugaron", para invertirlas en los sectores productivos.
No podemos estabilizar la economía si seguimos enfrascados en una diatriba política estéril y le damos pie a un liderazgo político irresponsable que, inconscientemente, nos pone al borde de la invasión y la agresión extranjera.
Para crecer de manera sostenida, debemos elevar también el ingreso de los trabajadores venezolanos y mejorar los niveles de equidad de la sociedad venezolana. Para crecer más y mejor, y también de una manera más justa, lo cual es el ideal por el que TODOS los venezolanos han entregado vida, piel y corazón.
No es posible reanudar de manera sostenida el crecimiento económico sino estabilizamos además política y socialmente al país. Para ello, es necesario apoyar los esfuerzos de pacificación y despolarización de la sociedad. Debemos ser capaces de resolver con nuestras instituciones las diferencias que tenemos. Nadie, desde fuera, va a hacerlo por nosotros; al contrario, muy probablemente habrá quienes intentarán aprovecharse. Debemos fortalecer nuestras instituciones y la vigencia de las leyes, no debilitarlas. Los venezolanos estamos obligados a actuar muy responsablemente; en ello, nos jugamos presente y futuro. No somos nosotros solamente; se trata de nuestros hijos, sobrinos, nietos… de lo más valioso que tenemos.
Un hito clave -no el único- que tenemos por delante, es votar este 6 de diciembre. Vota por quién tú quieras, pero es necesario dar un mensaje claro en contra de la violencia y el autoritarismo. ¡El 6D vota! ¡Una nueva Asamblea es necesaria, vota!