La Universidad Nacional Experimental del Yaracuy (UNEY) es una universidad distinta a la tradicional, que ha creado su propio modelo de funcionamiento basada en tres principios- integralidad, flexibilidad y pertinencia- que la hacen ser definitivamente atípica, capaz de dar respuestas a la sociedad desde el estudio y reflexión de la diversidad cultural, el pensamiento originario ancestral, la cultura y soberanía alimentaria, la cultura deportiva, el diseño en su diversa manifestación por medio de los espacios académicos - Ciencia y Cultura de la Alimentación, Ciencias del Deporte y Diseño Integral- para la construcción social de conocimientos y la transformación de la universidad venezolana. Es una casa de estudios universitarios que asumió en serio su carácter experimental para la creación cultural, la innovación científica-humanística y el ensayo de nuevas perspectivas universitarias desde los poderes creadores del pueblo venezolano.
Esta universidad fue creada en el año de 1.999, justamente cuando se inicia un proceso inédito de cambios culturales, políticos y sociales, con la llegada del presidente Hugo Chávez y la revolución bolivariana a Venezuela. En este contexto, la UNEY, desde hace más de once años ha estado haciendo grandes esfuerzos en la creación de sus espacios académicos y programas universitarios, que expresan claramente los conceptos de integralidad, flexibilidad, territorialización de la educación universitaria, pertinencia social, inclusión universitaria, justicia social, entre otros principios que diez años después- el 15 de agosto de 2009- se establecen en la Ley Orgánica de Educación (LOE), apoyando así, lo que la UNEY ha estado haciendo desde su fundación.
En este sentido, es importante señalar la necesidad de una nueva ley de universidades, pensada en la universidad, con la participación real de los universitarios y la inclusión de experiencias universitarias novedosas que tiene el país, para el beneficio de la educación universitaria y, por ende, de todas las universidades en igualdad de condiciones.
¿Es justo que cinco universidades se lleven más del 50 % del presupuesto universitario a estas alturas del proceso revolucionario?, ¿Se puede hablar de justicia social en la universidad venezolana?, ¿Cuál es la responsabilidad del Estado en cuanto a una distribución justa de los recursos universitarios?, ¿Autonomía universitaria o autonomía presupuestaria?
Actualmente, la universidad venezolana presenta una crisis de valores, y es necesario llevar el debate universitario a un escenario ético, donde el docente, el estudiante y la comunidad universitaria en general asuman que no deben estar de espaldas al país. Es ético rechazar toda práctica que violente o pretenda violentar el derecho a la educación. No se debe abordar el tema de la autonomía sólo para hablar de presupuesto, ya que la universidad debe comprometerse con el país en cuanto a la investigación, la docencia y la intervención social. Pues, se necesita una transformación universitaria que trascienda del discurso a la praxis, donde se imponga la creación, la pluralidad, el diálogo, la inclusión y la justicia social para lograr la democratización de la universidad venezolana, porque la universidad debe servir a la patria, no a un partido político, ni a una secta, ni a una camarilla.
Es plausible, que en los últimos diez años, Venezuela haya logrado el segundo lugar en Latinoamérica por encima de Argentina, Uruguay y Chile y el quinto lugar en el mundo con mayor matrícula universitaria según cifras del Instituto de Estadísticas de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) correspondientes al mes de Mayo 2009. Esto es algo digno de celebrar.
Desde estos logros, es válido reflexionar el papel de la universidad venezolana, porque la universidad no puede estar divorciada del sentir de su pueblo, de su comunidad y es hora que la academia se deje de tanto fetichismo “científico”, de excesiva búsqueda de hegemonía académica, de indiscriminada cultura capitalista curricular y volteé su mirada hacia su gente, hacia la sensibilidad social y a las raíces y valores culturales de su pueblo. Por esa razón, y por otras, desde la UNEY se está intentando sembrar nuevos valores universitarios, para la consolidación de un profesional cimentado en valores éticos y culturales, que responda oportunamente a las necesidades de su comunidad y alcance el mérito de ser útil a su patria.
Es por ello, que en esta región del país, se están conociendo experiencias universitarias novedosas, gracias a los diversos programas que adelanta la UNEY en el área de la cultura, la alimentación, el deporte, el diseño, el turismo. Por ejemplo, es meritorio señalar el adelanto de: el valor de educar, la cátedra comprensión de Venezuela, la cátedra permanente José Manuel Briceño Guerrero para el estudio del pensamiento latinoamericano, la lectura vuelve a casa, el diplomado Gilberto Antolínez para la formación de cronistas con el convenio de la UNEY y la Casa Nacional de las Letras Andrés Bello, el diplomado en servicios turísticos, el diplomado en creación y gestión social del deporte para la formación de los cultores del deporte yaracuyano, el ajedrez va a la escuela, entres otros.
Estos espacios académicos hacen que en la UNEY se respire diversidad cultural, creación, integración social, humanismo, entre otra cosas, por la sensibilidad cultural y calidad académica de su rector fundador-Freddy Castillo Castellanos- a quien el presidente Chávez califico de “insigne poeta y ensayista”, antes de leer parte de su producción intelectual Paisaje agrícola y soberanía alimentaria, el pasado 26 de mayo de 2010, en el acto de entrega de créditos para el sector campesino realizado en Yaritagua municipio Peña del estado Yaracuy.
Es que la UNEY desde su nacimiento en Yaracuy ha estado estudiando y reflexionando el tema de la alimentación y la soberanía alimentaria en su pregrado Ciencia y Cultura de la Alimentación y en el Centro de Investigaciones Gastronómicas, como un valor cultural de los pueblos. También, en esta universidad, la memoria tiene un valor esencial y, es por ello, que se abre el diplomado Gilberto Antolínez para la formación de cronistas, para darle un valor académico universitario al cronista al tener la oportunidad de recibir, en la universidad del Yaracuy, clases de intelectuales venezolanos tales como Luis Alberto Crespo, Guillermo de León Calles, Antonio Trujillo, Edgar Colmenares del Valle, José Pulido, María Ismenia Toledo, Mirla Alcibíades, entre otros, de destacada trayectoria cultural e intelectual en Venezuela y América Latina. De igual forma, la UNEY contribuye a la creación de una nueva conciencia del turismo y de la cultura ambiental en el país, en la región Centro-Occidental y en Yaracuy a través del Centro de Estudios para la Hospitalidad y el Turismo (CEHOTUR) y su diplomado en servicios turísticos.
Todo esto, hace de la UNEY una de esas experiencias novedosas e innovadoras que modestamente se exhibe en Yaracuy, para la transformación de la universidad venezolana. Esto es así, porque sencillamente la universidad del Yaracuy fue concebida con esas bases, con esas características, y actualmente mantiene sus principios, su filosofía e ideas con las que fue creada. Es por eso, que defender a la UNEY, es defender un nuevo concepto de universidad en la praxis, es defender un espacio de moral y luces, es defender la diversidad cultural, es defender los poderes creadores del pueblo, es defender un patrimonio cultural inmaterial del pueblo venezolano, es preservar una fuerza espiritual y cultural en Yaracuy.
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