Educador…Educadora, desconozco si al entretejer mentalmente estas líneas, el día o la noche, el sol o la luna, el frío o el calor, la lluvia o la sequia, el hambre o la sed, el optimismo o el pesimismo, la alegría o la tristeza, las sonrisas o las lágrimas se hayan confundido con añoranzas o sueños envueltos entre pétalos o espinas; pero más allá de esa sincronía de la historia, nos hemos preguntado si esos mismas secuencias del existir se han levantado en la realidad de nuestros educandos.
Educador…Educadora ¿Desde cuándo ese “paid”, aquella palabra griega que implicaba el significado eterno del país de los niños se nos perdió en el camino de nuestra semántica? ¿Cuándo fue el último día en que juntos nos tomamos de la mano, y alzamos los brazos en la entrada de la escuela para mostrarle a esos niños y niñas que la unión fraternal es la más bella composición de los sentimientos hecha “sofrosine”; esa otra palabra helena que sólo marcaba la prosa de la vida?
Educador…Educadora ¿Por qué el sentido del conocimiento se ha confundido entre “currículos”, “competencias”, “indicadores” y “evaluaciones”? ¿Acaso el aprender o el enseñar no es algo que se mueve por espacio de reflexión, ese aprender a pensar que Pestalozzi señalaba como vital en la conducta humana? Educador…Educadora ¿Dime en qué parte hemos prestado el saber para invitar a nuestros educandos para que juren ante nuestro Tricolor Nacional por el respeto de la Constitución y las leyes, así como el ejercicio de una ciudadanía de paz, respeto mutuo, tolerancia y amor? ¿Nos hemos preguntado si hoy en nuestra propia escuela lo importante es el hedonismo dominado por aquellas corrientes cirenaicas, o estamos en contacto hacia la eudaimonia como fin esencial de la vida?
Educador…Educadora ¿Practicamos la pedagogía o nos hemos convertido en practicantes para dar clases? ¿Cuándo fue la última vez que leímos un libro de filosofía, de historia, de poesía, o de aquella narrativa que nos mueve el alma entre las injusticias y la pobreza? Educador…Educadora ¿Nos sentimos con vocación o esta yace perdida porque perdí el interés en ser un auténtico maestro, una dedicada maestra? Educador…Educadora ¿Sientes que eres explotado en tu condición social? Y si es así, ¿Has mirado alrededor con lo que cuentas? ¿Qué más deseas tener? ¿Cosas materiales o espirituales? ¿O será que hasta la ontología, la filosofía de vida que deseamos también se ha transformado en una condición egoísta del vivir? Sobre ello, cada uno tiene su propia respuesta. Bien habría dicho D`Holbach, que no somos libres en ninguno de los instantes de nuestra vida; tal vez por ello, cuando propuso el Sistema de la Naturaleza, nos indicó una condición fundamental para llegar a ser verdaderos docentes.
Educador…Educadora, nos hemos interpelado cual Popper: ¿Soy verdad o falsación? Si soy verdad, ¿estoy conforme con la educación que digo pregonar? Si soy falsación ¿he intentado cambiar esa realidad que bien sé, afecta la sociedad de la cual digo pertenecer?
Educador…Educadora, que exista un día para recibir “homenajes” y “reconocimientos”, llamados “democráticos” por unos, o “revolucionarios” por otros, no cambiará a una sociedad cada vez más envenenada en sus pensamientos y sentimientos. Sólo un quehacer educativo apartado de la mentira pedagógica, y en búsqueda de otro pensar, aunque sea de aceptación utópica, podrá llevarnos por un mundo mejor. Lo demás sólo es filosofismo político y mendacidad burocrática, más allá de razonamientos pragmáticos y estadísticos. Para generar seres humanos que eviten conductas de robos, asesinatos, corrupción o explotación, necesitamos revivirnos en el pensar como educadores y educadoras.
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