Algún Mínimo Contexto
La Universidad Nacional Abierta surgió en el panorama educativo nacional en los años setenta (1977) como una Universidad Experimental, como tal sus autoridades eran seleccionadas por el gobierno a través del Ministerio de Educación. En los años noventa, después de una sostenida lucha con los políticos del momento, lucha en la cual fuimos actores fundamentales, planteamos un proceso de democratización de la institución que trajo como resultado el que se aprobara realizar las elecciones de sus autoridades. Pasó la UNA, de esta manera, a ser una universidad experimental con derecho electoral, hecho importante y novedoso que se consagró en su Reglamento General y en un primer Reglamento de Elecciones.
A partir de aquellos esfuerzos originarios se fueron celebrando las elecciones correspondientes. En el año 2009 la UNA se preparaba para el cambio democrático de sus autoridades. Ese proceso electoral había comenzado antes de la aprobación de la Ley Orgánica, y se realizaba dentro del contexto legal que nos amparaban.
La Ley Orgánica de Educación, propuso como uno de sus grandes hitos el voto universal de la comunidad universitaria, propuesta lógica dentro del nuevo marco político nacional y de las tendencias democráticas de un país con nuevos bríos en una concepción de la participación protagónica. Actores calificados solicitaron ante el Ministerio Público los derechos que esta Ley les consagraba, principalmente el voto pleno. Esta trajo como consecuencia que La Sala Electoral detuviese el proceso eleccionario.
La Universidad:
Dejemos por sentado que la Universidad es una Comunidad en sí, y si tratásemos de pertinencia social, podríamos señalar que es parte de la comunidad en la cual se inserta o en donde tiene presencia, a través de la extensión. Y si lo viésemos en los medios tecnológicos podríamos colocar a la universidad como una comunidad virtual ejerciendo sus funciones particularmente de docencia, en principio. Y en la totalidad del país es una comunidad universitaria dentro de la gran comunidad país, ejerciendo sus funciones de investigación para las necesidades y por el conocimiento libre, abierto y universal.
Es la Universidad una comunidad con metas, finalidades y objetivos académicos, porque es en ese ámbito donde se ejerce la vida de la universidad apoyada en otras bases que la sustentan pero que no la alimentan. Sólo el conocimiento alimenta y da vida a la Universidad, un conocimiento complejo que se ha de buscar, seleccionar, analizar, distinguir y diseñar para compartirlo y metabolizarlo según el nivel y las características del contexto y de los estudiantes con los cuales conjuntamente se ejerce la función universitaria de la docencia y la investigación.
De tal manera que no son ni el facilismo ni la oportunidad las que marcan el devenir universitario, sino la labor académica, pedagógica,docente, de investigación. Las jerarquías en su interior no son de forma sino de fondo. Se es docente porque es una vocación y una actitud de vida, se crece en la universidad porque así como se ha de exigir al estudiantado niveles de rendimiento, nos lo exigimos primero a nosotros mismos; somos ejemplos o debemos serlo y el nivel académico donde te ha hecho llegar tu perseverancia y tu esfuerzo servirá de estímulo al estudiante que te palpa como un profesor o profesora que sabe lo que expresa y cómo lo expresa. No son juegos ni siquiera los colores y las medallas que exhibimos con orgullo en nuestros actos académicos, sino que son la simbología de la excelencia que todo docente quiere prendar en su toga, para con académico orgullo compartir con sus pares, mostrar a los graduados y enorgullecer al estudiantado; de lo contrario se comprarían como cualquier mercancía del mercado.
Notemos que la Ley Orgánica, de dónde se perfilan elementos para el cambio, también señala y declara en el artículo 35 que: "… la educación universitaria estará regida por leyes especiales y otros instrumentos normativos en los cuales se determinará la forma en la cual este subsistema se integra y articula, así como todo lo relativo a:…. La carrera académica, como instrumento que norme la posición jerárquica de los y las docentes, así como de los investigadores y las investigadoras del sistema, al igual que sus beneficios socioeconómicos, deberes y derechos, en relación con su formación, preparación y desempeño."
Por ello la Universidad debe aclarar y aclararse qué es y para qué existe. Debe aclarar sus jerarquías y el por qué de ellas. Cuando un docente dice con orgullo que es Profesor Titular con 25 años de experiencia, debería estar expresando que creció y estimuló a crecer a muchos, que perseveró y exigió perseverancia a muchos, que asistió a congresos que estudió y continúa estudiando, que ha investigado, que ha escrito y leído más de lo que los ojos puedes soportar y que por esa carrera educó y enseño y cumplió con la razón de ser la institución universitaria. Por eso no hay ni debe haber confusión ni intercambio, ni fiesta para pescar en ríos revueltos. Un profesor de pregrado tiene responsabilidad extrema con la sociedad que se esfuerzan por enviar a sus hijos a la universidad. Un profesor de posgrado tiene responsabilidad con la investigación que hará crecer su país y con los estudiantes que le apoyan y acompañan en sus investigaciones, así está señalado en la Ley Orgánica, esa es la Universidad, más allá de las diatribas, de los problemas eternos o los del momento.
El Voto Pleno:
Al contrario de la opinión de personas interesadas en establecer diferencias para sentirse diferentes, estamos completamente de acuerdo con que en la Universidad todos debemos votar y ese voto tiene el mismo valor. No lo hacemos porque hagamos semejanza de la Universidad con el país, semejanza que no consideramos adecuada con razones de peso para adversarla; sino por el hecho de que es el deber ser, el derecho de participación que queremos para nosotros y para todos.
La definición de quiénes conforman la Comunidad Universitaria tampoco presenta a esta altura del juego democrático y de la participación política, ningún elemento que signifique ruptura ni discusión, asumimos que es así; que la Comunidad Universitaria somos todos, lo cual deberá rendir sus réditos a nuestra Universidad cuando de aporte real de esa Comunidad se trate, se discuta, se reclame. No hay diferencia, hay Responsabilidad que ahora deberá ser asumida por todos.
El Voto Pleno tiene sentido si La Comunidad toda tiene clara consciencia de por quién vota a la hora de emitir su voto. Las Leyes y Reglamentos deben garantizarle a esa comunidad que independientemente de gustos personales, estéticos, políticos o de cualquier índole todos los candidatos a autoridad de la universidad tengan las mejores y más altas credenciales que esos cargos requieren, de forma tal que independientemente de quien gane, sea o no nuestro candidato, podemos tener seguridad que es una persona que se ha preparado en su estudios de pregrado, que ha elegido con vocación y orgullo el ser un docente, para lo cual ha presentado un concurso; que ha acumulado a través de los años una experiencia consistente y en ella ha logrado sus títulos de maestría y doctorado, ha presentado y aprobado sus trabajos de ascenso, escribe, dialoga y sigue estudiando por toda la vida y en todos los momentos de la vida. De ser así las elecciones serían una fiesta, todos votamos y los candidatos electos, me gusten o no, son lo mejor por sus perfiles, y lo mejor por sus credenciales.
La Comunidad sólo hará pertinente el Voto Pleno cuando con consciencia e igualdad de condiciones emita su voto por personas que formalmente cumple los altos requisitos que le deben apoyar en la gestión universitaria, como líderes, y administradores y principalmente como docentes. La Autoridad Universitaria nunca deja de ser docente, independientemente del tema o problema que esté en sus manos, sea de presupuesto, de compra de materiales de construcción, de dotación de equipos, el fin último de su visión y de sus desvelos son los estudiantes, el proceso de enseñanza aprendizaje, la carrera académica el conocimiento que se imparte, su nivel y adecuación, su pertinencia para la nación y todo lo relacionado con la formación de un ser humano al cual debemos esmerarnos y tratar de enseñar para que sepa y educar para que haga, como nos lo señaló Simón Rodríguez.
Está claro que el voto pleno es un acto novedoso y especialmente satisfactorio para quienes no estaban facultados de hacerlo o que lo hacían en condiciones de desigualdad. Pero la comunidad universitaria no puede conformarse con una satisfacción vacía de contenido. No es votar por votar y estar alegre. Es votar porque es mi derecho y porque debo tener la garantía de votar por las mejores credenciales y los mejores perfiles. Es votar porque puedo elegir entre los mejores. Desafortunadamente tal como se modificó el Reglamento de Elecciones UNA, en el cual se trastocaron los perfiles académicos y se rebajaron las credenciales para alcanzar ser autoridad, el voto ha sido convertido es un acto que pierde su máximo sentido, cual es elegir para nuestra casa de estudio lo mejor dentro de los mejores.
El Reglamento de Elecciones modificado:
El principal problema que se refleja en el Reglamento de Elecciones modificado por el actual Consejo Superior, lo he explicado y lo repito ahora en el contexto, anteriormente señalado.
El nuevo Reglamento de Elecciones toca y modifica aspectos que van más allá de la reforma para hacer posible un proceso de elecciones, objetivo para el cual se solicitó su modificación. Deja sin asidero su relación jurídica y procedimental con el Reglamento de la UNA, motivo por el cual colide con el mismo.
En este nuevo Reglamento de Elecciones no existe un modelo de Universidad, ni implícito ni explícito. Se podría pensar en la necesidad de una "Exposición de Motivos", pero esto no sería suficiente; consideramos que en principio y por principios se ha debido discutir, formular y aprobar una propuesta de Universidad de la cual pudiesen desprenderse, con fundamentación racional clara toda la funcionalidad y operatividad del sistema UNA, y entre muchos otros aspectos, la nueva manera de presentar el proceso de elecciones.
El nuevo Reglamento de Elecciones ataca de una manera casuística, interesada y prejuiciada aspectos que constituyen la concepción actual de la UNA, pero no los sustituye por otros; deja a la ocasión, a la casualidad y al caos lo que pueda ser la Universidad y en lo que pueda convertirse en el inmediato futuro.
El nuevo Reglamento de Elecciones no ofrece un cambio en el sistema de democracia representativa sino que la profundiza. La participación de la comunidad queda minimizada al voto para la elección de autoridades y de voceros que cumplirán las mismas personales e individuales funciones de los hoy llamados representantes.
Se rebajan los requisitos para alcanzar las posiciones de autoridades de la institución, esto funciona como un sustituto de la participación real no planteada ni resuelta, es como un premio al final de la cadena de reforzamiento: lo mínimo pedimos y con ello podemos y todos ganamos. Esto se materializa en, al menos los siguientes tres hechos:
-No se hace uso del escalafón universitario, ni de las credenciales y jerarquías académicas, contraviniendo o no interpretando la Ley Orgánica.
-Se coloca el cargo de Rector en una posición a la cual toda la comunidad pueda alcanzar con mínimas credenciales y mínima experiencia académica.
-Se coloca al Vicerrector Académico en una posición diferencial casi contra el Rector, aunque también con mínimas credenciales.
Las consideraciones críticas expresadas son productos de un pensamiento guía: el cambio que se espera en las instituciones universitarias, el cual podríamos plantearlo como la adecuación de la universidad a la sociedad a la cual pertenece, no se logrará realizarlo si cada autoridad concibe el problema universitario desde su particular óptica; esto es, en resumen, el principal temor que se hará realidad de realizar elecciones dentro de un reglamento que es una deformación jurídica que a la vez refleja un concepto, no explícito, de una universidad particionada, sin sentido de grupo cohesionado, y que encierra a las autoridades en compartimientos estancos y diferenciados de poder que en la realidad se convertirán en escenarios de lucha y confrontación
Debemos volver a decirlo: la construcción de una Universidad realmente al servicio del país y de las amplias comunidades, como sólo la UNA puede alcanzar; la definición de un sistema de aprendizaje para todos que sólo la Institución a Distancia puede ofrecer; necesita tener la garantía de que sus autoridades son creadores de un Proyecto Académico que coherentemente y como un todos son capaces de desarrollarlo académicamente desde su particular esfera de competencia, ya sea la administrativa, la secretarial, la del conocimiento o la de la enseñanza. No hagamos decisiones políticas que sólo escindirán lo que debe ser una unidad de pensamiento y acción.
Por las razones señaladas y otras que podrían surgir con mirada más específica, consideramos que el Reglamento de Elecciones con el cual se quiere llevar a cabo el proceso eleccionario en la UNA no responde a lo requerido para realizar el proceso de elecciones; de ser utilizado se sentarán precedentes que afectarán en el corto futuro a la UNA, y negativamente otras instituciones universitarias.
A manera de cierre por los momentos
Por los momentos debemos esperar por la sentencia. Podríamos, como algunos nos piden, sugerir soluciones y proponer salidas, pero no es conveniente porque es el Ministro de Educación quien debe estudiar la situación, la cual se presenta como adecuada para proponer acciones de naturaleza tal que den señales evidentes por parte del gobierno nacional del deseo de diálogo y solución, no sólo al problema de la UNA y a su comunidad, sino al problema confrontado por el resto de las universidades nacionales.
Esperamos que se despierte un tino estratégico que nos coloque a todos los universitarios en un mejor panorama. Así será.