En la Asamblea Nacional entre discursos y exposiciones se emiten juicios y frases que en ocasiones pasan a formar parte del momento nacional político. Recientemente el presidente de la Asamblea Nacional en expresiones discursivas dirigidas al diputado Héctor Rodríguez, refirió los conceptos de pasado y futuro a los cuales queremos aludir en estas cortas líneas.
Pasado y futuro que el diputado de derecha explica desde un sentido específicamente gramatical, tiempo del verbo: mañana o dentro de unos meses es para él el futuro. El pasado es como lo que se murió como lo que ya no existe. Cronología elemental, por lo cual no se puede hablar de una tal "paradoja" como él indicó, y sólo queda como un recurso a mano para colorear su discurso.
En este sentido todos tenemos un pasado y somos un futuro en ciernes. Claro que él es futuro, y lo es por la potencialidad que tiene de estar en ese futuro, ya sea que llegue al gobierno o no llegue al gobierno. Pero Futuro, en el sentido de planes, de reivindicaciones y cambios y nuevas maneras para desde el caos y la diversidad buscar orden, de eso no está hablando el presidente de la Asamblea Nacional. Él debería saber que de Futuro, como proyecto y novedad, él no tiene nada en su pensamiento ni en sus sentimientos, nosotros vemos que no lo tiene ni en su apariencia ni en sus formas ni en sus expresiones y discurso. Podrá llegar a ser a futuro lo que sea que vaya a suceder; pero pensar que él representa El Futuro como paradigma para este país, para la política, para los sueños de la gente, para la juventud o para los mayores de edad, de eso él no está hablando. Será él a futuro, si Dios se lo permite, será lo que es ya en este presente; pero no representará él El Futuro porque de eso no refleja ni una partícula, ni una sombra ni una idea; podemos pensar que jamás se lo ha planteado ni propuesto.
Para ser El Futuro en esta época de cambios vertiginosos en un mundo global cada vez más complejo, se necesita estar en este presente con una actitud de constante actualización, cambio, crecimiento intelectual, personal social y desarrollo de cualidades psicológicas y éticas que hacen a un adulto, independientemente de su edad, un ser, un representante de El Futuro en una humanidad en turbulencia y en un mundo cambiante del siglo XXI que no se rige por los esquemas funcionales propios de un pasado que ya no existe ni es, y al cual no se regresa.
El presidente de la Asamblea Nacional podría ser gobierno a futuro, pero El Futuro le reafirmará que es un no ser, una pieza de las artimañas y triquiñuelas del pasado que incluso desde el lenguaje oral y expresivo y el trato social y directo con la gente, sólo representa en vivo lo más retrógrado, conservador y anticuado, como nos lo ha hecho patente en estos pocos meses.
No se ha entendido desde la derecha qué significa la expresión ¡No Volverán!; se ha limitado la expresión al fenómeno. Paradoja es que ni aun estando volverán, porque al pasado no se regresa y el pasado no vuelve. No Volverán, porque como dijo el poeta, nosotros los de entonces ya no somos los mismos, y en ese futuro cronológico sólo le estarán viendo la cara a su propio pasado solidificado y estático en sus mentes convencionales, rígidas e inmodificables.