Señor Cardenal usted le pidió a Dios por Leopoldo, usted dijo: "Por amor de Dios Leopoldo deja la huelga de hambre." Y está bien, ese es su deber orar y pedir. El pueblo también ora y pide.
Esa fue la decisión libérrima de Leopoldo, eso está bien que usted le pida a Dios. Pero ante los ataques a los cuales nosotros, el pueblo, nos hemos visto sometidos, yo no le he escuchado, ni una solita vez desde el púlpito o en la prensa, decir:
Por amor a Dios, cristianos, hijos de Dios, dejen de esconder la leche de nuestros niños.
Por amor a Dios, cristianos, hijos de Dios, dejen de estafar con la harina de maíz.
Por amor a Dios, cristianos, hijos de Dios, paren ya de subir los precios.
Por amor de Dios, cristianos, hijos de Dios, no le escondan los pañales a los viejitos y a los niños.
Por amor de Dios, cristianos, hijos de Dios, paren ya de hambrear a la gente.
Recuerdo con toda claridad a aquella oficial de policía que fue perseguida por unos presuntos estudiantes que le dispararon al rostro a su compañero de guardia, desnudaron a la señora y quisieron empalarla. El Cardenal no expresó: Por amor de Dios. Todo lo contrario; protegieron al presunto asesino y violador en la Nunciatura Apostólica, con la anuencia cardenalicia. Lo graduaron con la autonomía de una universidad, lo sacaron a escondidas con la potestad de la iglesia católica. He visto las declaraciones de la víctima, que se sintió victimaria ante el ataque de la Iglesia a su persona. Vi sus lágrimas de dolor porque siendo una hija de Dios no pudo sentir la protección de su iglesia.
Yo NO he escuchado al Cardenal pedir por amor a Dios para que se deje de jugar con lo más sagrado, los alimentos del pueblo, el pan de cada día que Dios se encarga de poner en nuestra mesa y los malandros de uno y otro lado nos lo quitan. Será Cardenal que usted es más político que cura y le pide a Dios según su conveniencia.
Dice Juan David García Bacca que Jesús veía, compasivo, la preocupación por el pan de mañana, en la cara de los pobres y sencillos, y fue a ellos a quienes le dio el "Padre Nuestro" a los que pueden rezar sinceramente, no a los ricos que no tienen por qué rezarlo ni en familia ni en público. Y a ellos les dijo "el pan nuestro de mañana, dánoslo hoy" nada de pan sobresustancial, sino el de trigo, o en nuestros pueblos el de maíz, el pan principal.
Dios nos asegura el pan de mañana, los políticos nos lo quitan y los curas quieren escamotearnos el pan de mañana por pan espiritual; y no conformes, en lugar de pedir por los hambrientos del mundo, se arrodillan apoyando en nombre de Dios hambres innecesarias y manipuladoras. Hacen morcilla para el diablo, como decía mi madre.
Nosotros, gente sincera, gente del pueblo, elevemos nuestras oraciones por la paz y la hermandad. Oremos al unísono; por amor a Dios: "El pan nuestro de mañana, dáselo, Señor, a los pobres de hoy". Amén.