Recientemente el Tribunal Supremo de Justicia ordenaría a las Universidades Venezolanas, a través de una sentencia de la Sala Constitucional, a implementar el nuevo Sistema Nacional de Ingreso (SNI). Esto resulta en una clara violación a la autonomía universitaria, consagrada en la Constitución de la República en su artículo 109. Días después, varios Consejos Universitarios y Directivos pasarían a discutir aquello, defraudando cualquier expectativa de la dirigencia estudiantil de desacatar aquello. La Universidad Simón Bolívar, a través de su Consejo Directivo (CD), llamaría al proceso de inscripción del 100% de los asignados por OPSU. La Federación de Centros de Estudiantes (FCE) de dicha Universidad haría un llamado a toda la comunidad universitaria a desacatar aquella sentencia. Pero, aquí no quiero referirme solo a la clara violación a la autonomía universitaria, sino a la violación del derecho de decidir libremente de la juventud venezolana a escoger dónde y qué van a estudiar.
A través de los porcentajes de territorialidad presentes en el SNI para calcular el índice académico, se está haciendo que los jóvenes solo puedan acceder a sus Universidades regionales. Con dicho porcentaje, por ejemplo, el Dr. José Gregorio Hernández, que era Trujillano, no habría podido ser médico, pues no habría estudiado en la UCV. Para llevarlo a la actualidad, la presidente del Tribunal Supremo de Justicia, Gladys Gutierrez, (que además es firmante de la sentencia que impone el SNI), no habría podido estudiar derecho en la UCV, pues era de Punto fijo, y entonces, jamás habría sido presidenta del TSJ. He aquí que si el próximo mejor médico de la historia venezolana, nace en el Delta de Amacuro, no podrá estudiar medicina lamentablemente.
Con los porcentajes de estatus socio-económico, se vuelve el SNI un sistema de ingreso clasista, pues beneficia, (aunque no queda claro a cuales), a unas clases sociales frente a otras. Lo más terrible de todo el caso, es que los criterios de estos multiplicadores del índice académico, se mantienen bajo la oscuridad del velo gubernamental. De igual forma permanece el porcentaje de participación ciudadana, que nadie sabe a que se refiere aquello en este índice. Lo cierto es que, luego de haber realizado una contra argumentación a este sistema, debo recordar que la Prueba de Admisión Interna (PAI), realizada en casi todas las Universidades Venezolanas, es el método de ingreso más justo e igualitario, justo porque mide en función de lo académico, de lo meritorio; igualitario porque no distingue entre clases sociales, razas, provincias o ideologías.
Quiero hacer un llamado a toda la comunidad universitaria venezolana: Obreros, Trabajadores administrativos, Profesores, Egresados y Estudiantes; a desacatar esta sentencia. No permitamos que la Universidad Venezolana le cierre las puertas a los jóvenes a través de este nuevo SNI. Ha llegado el momento de responder con contundencia, con protestas, y con institución.
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