Mene ita miserum esse!
¡Es posible que sea yo tan desgraciado!
Nunca en la historia contemporánea se había vivido una crisis educativa en los términos que actualmente estamos confrontando en Venezuela, en donde tanto estudiantes, docentes, así como trabajadores de la educación, y obviamente el resto de la sociedad, se encuentran hundidos en la más putrefacta bazofia de acciones y decisiones que sólo han servido para contaminar de manera destructiva y pestilente el presente y el futuro del país.
Desgraciadamente para nosotros, el hecho de tener un gobierno que en vez de emplear la "i" de la inclusión para generar bienestar en la población desde el hecho educativo, esa letra sólo construye el encabezamiento de sus prácticas improvisadas, ignorantes e ignominiosas, que a su vez conforman el trinomio que mejor saben utilizar para acabar con las esperanzas del progreso, el desarrollo y mejores condiciones de vida en la población.
El panorama educativo cada día que pasa se hace más dantesco que el anterior. Niños y adolescentes que no asisten a sus escuelas y liceos porque no tienen nada qué comer en sus casas, y tampoco lo encuentran en los planteles porque este gobierno también destruyó el programa de alimentación escolar, lo cual termina por generar un resultado desastroso en el crecimiento físico y cognitivo de la población más vulnerable, quienes a su vez no reciben las vacunas indispensables para inmunizarlos ante cruentas enfermedades como meningitis, sarampión, difteria, paludismo, tuberculosis, entre otras, todo ello se convierte en una mezcla que sólo garantiza la destrucción histórica y social del país, al tener una generación con deficiencias alimenticias y con debilidades de salud desde la base de la pirámide poblacional.
Asimismo, vemos el cómo el ausentismo estudiantil en las aulas universitarias también se ha multiplicado como efecto de quienes se ven forzados a trabajar para medio subsistir, o han decidido emigrar, hecho que se ve reforzado sobre aquellos jóvenes que logran finalizar sus estudios universitarios, cuando bastaría ver las inmensas colas que se hacen antes las dependencias oficiales para registrar y apostillar títulos, así como de solicitud de pasaportes, porque simplemente concluyen que este gobierno les ha robado el futuro, y no encuentran en su destino alguna alternativa posible de que sus condiciones de vida puedan mejorar entre el corto ni mediano plazo. Del mismo modo, así como emigran los estudiantes o recién graduados universitarios, los docentes de todos los niveles de la educación tienen que verse forzados, o bien a asistir sólo determinados días a la semana, fundamentalmente por los bajos salarios que incluso hasta impiden el pago del colapsado transporte público, o en su defecto, también emigran del país, porque tampoco vislumbran en el contexto histórico, posibilidades de cambio político, económico y social.
Escuelas, liceos y universidades no tienen comida, transportes ni servicios médicos. Además la mayoría de ellos, especialmente las instituciones de estudios de educación inicial, primaria y bachillerato se encuentran en deplorables condiciones de infraestructura, eléctricas y sanitarias, o sea, prácticamente destrozadas, sin obviar que la delincuencia y el tráfico de drogas se han apoderado de las inmediaciones de los planteles, conforman un epicentro de podredumbre social que presagia un oscurantismo cada vez más tenebroso para el país.
Elías Jaua y Hugbel Roa como ministros de las áreas fundamentales se han convertido en los asesinos de la educación, y por ende en asesinos del país. Son los principales responsables de la muerte social del presente y el futuro de Venezuela. Sobre ellos sólo escribiremos las páginas más oscuras de nuestra historia contemporánea. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.
