El ciudadano presidente Nicolás Maduro manifestó que ya es tiempo de ir retomando y retornando a las clases de aula, a las clases presenciales. Realmente tiene razón al decir que es tiempo de que haya esa humana interacción e integración entre maestras, maestros, discípulos y condiscípulos. Según él, está esperando que se reincorpore el "maestro" Isturiz para "hacer la reunión de evaluación, porque yo creo firmemente que hay que volver a las clases presenciales con medidas de bioseguridad", dijo el mandatario nacional. Y cuando el presidente dice que cree firmemente, es porque eso será un hecho. Pero, ¿es conveniente tocar el timbre, para que la muchachada regrese a los salones? Debemos pensar que el presidente tiene toda la información en tiempo real, de cómo es la situación a nivel nacional del sector educativo, no solo de la infraestructura o edificaciones, de la disponibilidad del material, equipos e insumos, sino lo más importante, el factor humano integrado por los trabajadores de mantenimiento y la hueste docente, ese gran ejército que hoy se encuentra diezmado, con raídos uniformes y en proporciones inimaginablemente aciagas.
Cada uno de nosotros moramos cerca de una escuela, un liceo o un campus universitario y hemos podido ver de primera mano, las condiciones de deterioro en que se encuentran o han sufrido estas edificaciones y que son bastantes importantes por un ineficiente o muchas veces inexistente mantenimiento. Aunado a esto, la falta de vigilancia por parte de los organismos de seguridad y por la llamada "organización comunal", que permitió que la delincuencia se aprovechara de esta sombría soledad y desvalijaron estos locales, robándose las instalaciones eléctricas, sanitarias, los equipos y utensilios y vandalizando los espacios sagrados de la formación cognitiva y creadora. Y si multiplicamos esto por un porcentaje alto de los lugares de formación que existen en el país y que se encuentran en estas malogradas condiciones, la situación de presenciar las clases dentro de ellos, es presenciar el abandono.
Si vamos a referirnos al componente humano como parte de este panorama en que se encuentra el sector educación, ahí si es verdad que el deterioro de las edificaciones se vería como un adorno. Realmente el personal que forma parte de esta enorme porción de la clase trabajadora golpeada del país, en estos momentos se encuentra realizando "labores complementarias" para poder subsistir el día a día con su familia. No hay en nuestro país en este momento, ningún docente o trabajador del sector educación que no haya buscado alternativas en actividades tan dispares a su vocación y formación de educador, porque el indignante e insubstancial estipendio que percibe por esa honrosa actividad, no le permite ni siquiera una comida diaria para su descendencia. Habrá algunos impertinentes que dirán, "pero le están pagando por estar en su casa". Pero, lo cierto es que quieren regresar a sus añoradas escuelas, liceos, universidades y hacer los que siempre les ha gustado hacer, porque no hay un trabajo más gratificante para nuestras emociones personales, que ser parte formadora de las jóvenes mentes humanas. Pero el hecho de ser gratificante esta labor, de manera alguna no implica que no sea dignificada por el estado o a quien competa.
Creemos que en estos momentos no hay un contexto para un retorno seguro y armonioso de inicio de las clases presenciales. No lo hay. Y una orden ejecutiva no puede estar sustentada en eso, en ordenar. Actualmente no existen las condiciones materiales, estructurales, socioeconómicas, médicas, de sanidad y salubridad para tomar esta decisión y enmendar todo esto, requiere tiempo, recursos y sobre todo voluntad y esta último insumo ha sido muy escaso o se está agotando en el almacén del Ministerio de Educación que regenta el "maestro" Isturiz. Deberían dar la labor de remozar, reactivar y organizar el retorno a clases al poder electoral, ya que esta institución es sumamente eficiente y eficaz cuando se trata de emprender eventos de sufragios de gran magnitud, en los mismos espacios donde los chamos y chamas recibían la formación y siempre lo llevan a cabo. Debe ser que en el país hay prioridades de prioridades para asignar recursos por parte del estado y nosotros desconocemos esa información.
Opino, que lo más sensato es esperar la inoculación contra el covid-19, de gran parte de la población nacional, que aparentemente se inicia en abril y mientras tanto, recuperar no solo la infraestructura educacional sino la estabilidad socioeconómica de la clase trabajadora de este sector, para que puedan dedicarse de manera estable a su labor patria, ya que en estos momento se encuentran procurando su necesario sustento familiar en otras dignas actividades, que de manera obligante hacen porque no pueden ver como el hambre y el desaliento se va comiendo no solo sus cuerpos, sino todas las emociones que aún quedan (ya la esperanza salió por la puerta de enfrente) de los que todavía viven en la casa, en ese hogar donde se inicia la formación humana de cada uno de nosotros, nuestra primera y particular escuela de la vida.