Intentaré el abordaje de preliminar de algunas consideraciones que en cuanto a la utilización de métodos, fuentes y enfoque historiográfico ha marcado el estudio de las universidades. Acerca de los estudios sobre las universidades González (2010) establece que hasta hace unas cuantas décadas las investigaciones que se realizaban en torno a las universidades, al menos a lo referido en Iberoamérica, era asunto propio de clérigos o de frailes; señala que esto no es un mero dato anecdótico, antes por el contrario, se trata de un asunto sustantivo. Efectivamente, involucra la conceptualización historiográfica del trabajo investigativo acerca de la universidades como objeto de estudio. El estudio historiográfico necesita de la definición clara de lo qué es lo que se quiere investigar y en función de esa definición indagar la manera cómo se va a realizar dicho estudio.
Esa alineación de autores ligados a la Iglesia Católica, frailes o clérigos, siguiendo con González (2010) ha hecho posible que la investigación de las universidades durante el Antiguo Régimen se haga como un mero apéndice de la Historia de la Iglesia Católica. Como ejemplo de estas afirmaciones el autor precitado hace referencia a clérigos y a frailes que han escrito obras reconocidas sobre las universidades. Así por ejemplo menciona al dominico Vicente Beltrán de Heredia, que ha escrito sobre la universidad de Salamanca y de diferentes universidades españolas, además de otros tantos estudios sobre universidades hispanoamericanas. Señala, del mismo modo, al clérigo regular Cándido María Ajo y Sáinz Zúñiga González de Rapariegos.
Este enfoque historiográfico ha marcado con su impronta no solo las investigaciones que se hicieron, sino las que se siguen haciendo sobre las universidades durante el Antiguo Régimen. Las falencias de este enfoque historiográfico van por dos vía complementarias: en primer término, se ha pretendido ver los estudios de las universidades como un simple apéndice de la Historia de la Iglesia. En segundo lugar, derivado de la rémora anterior, estos autores que se ubican en esta corriente historiográfica han hiperbolizado el papel de la Iglesia en los orígenes de las universidades, menospreciando o subestimando muchos otros protagonistas.
Para corroborar esta última afirmación nuestro autor nos recuerda que las universidades españolas medievales, desde sus orígenes, de manera preponderante destacaron por el estudio del Derecho, entre ellas caben mencionar a la universidades de Salamanca, Valladolid, Lérida y Huesca; en el caso de estas cuatro universidades los estudios en teología no se ofrecieron sino bien entrado el siglo XV. Y es que para introducir los estudios de teología, en las universidades, se debía pasar por un largo y engorroso proceso. Debían en primer término, obtener una bula papal, un procedimiento bien complejo y nada fácil de obtener. Pero además la consolidación de estos estudios suponían el contar con Facultades, cátedras, estudiantes, egresados en teologías; como puede evidenciarse, este era un largo proceso de varias décadas. "Puede decirse, por tanto, que la universidades peninsulares de origen medieval –algo que vale también para el reino de Portugal- carecieron de facultades teológicas durante la casi totalidad de la Edad Media" (González, 2010, p.70).
En este desvirtuado enfoque historiográfico, de estudiar a la Universidad como un apéndice del estudio de la Iglesia Católica, se está en presencia de una reduccionismo falaz y de una visión apologética de la historia en función de enaltecer y con ello sobrevalorar el papel de la Iglesia dentro del origen y funcionamiento de las universidades durante el Antiguo Régimen. Para ejemplificar estas afirmaciones González hace referencia de nuevo a un autor clásico del estudio de las universidades como lo es el dominico Vicente Beltrán de Heredia. Para este último, la trascendencia de la universidad española se debe fundamentalmente a la impronta de la teología; hace esta temeraria afirmación a pesar de reconocer que el número de canonistas y legalistas superaban con creses a los teólogos. Los términos apologéticos del dominico se dejan ver cuando arguye que el prestigio de lo teológico era cualitativo no cuantitativo:
Antes, pues, que intentar comprender y explicar la estructura de la institución en su debida complejidad, se recurría a cuestionables criterios cualitativos —la teología es cualitativamente superior a todas las otras disciplinas universitarias— y por consiguiente a una retórica reduccionista, triunfalista y apologética (González, 2010, pp. 70,71).
De lo antes expuesto por González cabe señalar, que durante el Antiguo Régimen las contradicciones y enfrentamientos entre, por un lado, las órdenes religiosas y por el otro entre el clero regular y el secular era una constante. Esto trajo como consecuencia a la hora de la producción de investigaciones referidas a las historias de las universidades, que antes que indagar sobre el desarrollo histórico de las mismas, se buscaba defender los intereses propios de quien escribía, en este caso particular frailes o clérigos. Ese espíritu apologético de escribir la historia, que buscaba defender sus intereses corporativos, hizo posible una mala interpretación del papel que jugaron algunas autoridades externas bien sea laicas o eclesiásticas en el desarrollo de la universidad.
Trascendiendo estas limitaciones, que se tradujeron en la práctica en la construcción de una historiografía plagada de elementos apologéticos, que buscaban reivindicar el papel hegemónico de la Iglesia Católica, en la fundación y desarrollo de las universidades medievales europeas, en el Antiguo Régimen, se debe rescatar de este proceso la utilización y publicación de fuentes primarias que hoy son muy difícil de encontrar. Por otro lado, estas investigaciones abrieron las puertas para el estudio de otros tantos problemas de estudios que se podrían abordar alejados de esa concepción errónea con la que se plantearon. Incluso la periodificación histórica que utilizaron todavía sigue teniendo vigencia, hoy en día.
LA RENOVACIÓN HISTORIOGRÁFICA DE LA DÉCADAS DE LOS SETENTA DEL SIGLO XX
A partir de la década de los setenta del siglo pasado a nivel historiográfico se producen grandes transformaciones. Siguiendo con González, para el caso del estudio de las universidades, podemos definir cuatro bloques de estudios: en primer lugar, las investigaciones realizadas por Lawrence Stone; los aportes de los estudios realizado por su equipo de investigación lo podemos dilucidar de la siguiente manera: 1.- reivindican la importancia nodal de los estudios cuantitativos sobre las poblaciones universitarias tanto de estudiantes, catedráticos y graduandos, 2.- la importancia que le dan al sentido que tenía las fluctuaciones de la población escolar a lo largo del tiempo y 3.- la formulación de nuevas preguntas de investigación.
Un segundo bloque de estudios lo conforma investigadores franceses de la talla de Dominique Julia, Jacques Revel y Roger Chartier. Los aportes realizados por esta tríada de investigadores la podemos resumir de la siguiente manera: 1. ensancharon el radio de análisis a la mayor parte de Europa (República Checa, Polonia, Alemania, los Países Bajos, Francia, Italia y España), permitiendo con ello una visión más completa del conjunto, 2.- promovieron el trabajo en equipo antes que un solo individuo investigador; van más allá del estudio de un archivo local que da un alcance parroquial de la investigación y se torna hacia el estudio de otras entidades similares.
Las investigaciones emprendidas por Richard Kagan conforman un tercer bloque de esta revolución historiográfica. Sus aportes se encuadrarían en los siguientes elementos: en los estudios centrados en la España de los Austria; estableció una relación dinámica entre los requerimientos burocráticos de las autoridades civiles y eclesiásticas y la población estudiantil. Mientras se reclutó personal en el seno de las universidades para cumplir funciones profesionales en estos dos sectores las universidades fueron pujantes. Esto decayó sustancialmente hacia el siglo XVII cuando el nepotismo se impuso en estos cargos.
El cuarto bloque lo conforman Mariano y José Luis Peset. En esta ocasión los aportes de estos dos investigadores lo podríamos resumir de la siguiente manera: 1.- estos autores no se centraron tanto en los elementos de carácter cuantitativo a lo que se refirieron sus antecesores. Concentraron sus estudios desde una perspectiva política y social, haciendo hincapié en las reformas ilustradas que se introdujeron en la universidad española. Si bien es cierto un sector importante del claustro universitario promovió las reformas; no es menos cierto que, sin el impulso y las presiones de las autoridades externas esto no hubiese sido posible, 2.- otro de sus aportes es que se detuvieron a analizar la enseñanza que se daba en la diferentes Facultades tanto antes como después del régimen absolutista, 3.- un tercer elemento a destacar, es que señalaron la importancia de estudiar las finanzas de las universidades lo que facilitaba entender los momentos de bonanza o decaimiento como institución y 4.- por último, evidenciaron que por más empeño que se pudieran invertir en unas reformas esta irían al fracaso o tendrían resultados mediocres sino iban acompañadas del respaldo económico para implementarlas.
Sobre los valiosos aportes de Mariano Peset nos dice (Carnicer, 2017, p.195):
[…] es el que lidió con la recuperación de las viejas ordenaciones jurídicas de la Universidades medievales y de la edad moderna y no sólo en la península sino en todo el ámbito hispánico, iniciando un trabajo que combinaba la precisión documental con la ambición intelectual y la capacidad de establecer una visión más amplia que la institucional, el inicial punto de partida de todos los trabajos en torno a la institución universitaria.
Queda evidenciado cómo los progresos de los estudios historiográficos a partir de los aportes de los cuatro bloques de avances presentados deja de lado ese tipo de investigación anacrónica y apologética que hace ver la historia de las universidades en el Antiguo Régimen como un apéndice más de la Historia de la Iglesia. Pero no nos llamemos a engaño, a pesar de estos avances se siguen produciendo y repitiendo los mismos errores que estos bloques presentados ya han superado con creces:
Por lo demás, el hecho de que las perspectivas analíticas se ensancharan no significa que la totalidad de los historiadores se sumara en el acto a los nuevos métodos. Muchos estudiosos conservan hasta hoy una tenaz fidelidad a los usos tradicionales, prontos a reiterar los mismos lugares comunes, arrastrados a veces durante más de un siglo (González, 2010, p.77).
La renovación en cuanto a nuevos enfoques historiográficos para el estudio de las universidades, admite estudiarlas desde diversas aristas de análisis lo que permite superar esa visión plana contribuyendo así a una mejor comprensión de la historia de las universidades. Esto sin duda repercute en una mejor comprensión del mundo universitario y por ende constituye un gran avance en el devenir de una mejor universidad contemporánea que la coloque a tono de los grandes procesos histórico que la humanidad vive hoy en pleno siglo XXI.
Siguiendo con el autor precitado hay que decir dentro de esa evolución historiográfica que los estudios seminales de la universidad destacan los de José Peset y José García Oro. Estos estudios giraron en función de la figura del Cardenal Cisneros, la Biblia Políglota; también realizaron un estudio exhaustivo de los Colegios Seculares y Regulares que formaban parte de su organización edilicia. Se interroga nuestro autor si figuras como por ejemplo Cisneros, Vitoria, Cano, León, Ávila, Mariana, Jovellanos que jugaron un papel hegemónico en la configuración de la universidades españolas de la Edad Moderna, o el estudio de la imprenta de la políglota, "[…] han podido centrar la historiografía en torno a ellos y desplazar los estudios sobre el estado y pulso del día en las universidades españolas de esa etapa" (Gómez, 2020, p.246).
El modelo de estudio utilizado por el investigador Richard Kagan, es el modelo que se ha utilizado como guía en las últimas décadas. Para García este modelo adolece de fallas, entre otras cosas porque sus estudios sobre las universidades modernas descansan en el estudio a los colegios Mayores de Castilla y a uno que otro Colegio Menor. Este modelo epistemológico según nuestro autor: "[…] es únicamente válido para aquellos colegios mayores exentos de gobierno universitario: todos los salmantinos y los compostelanos" (Gómez, 2020, p.247).
Estos estudios iniciados por Richard Kagan han influenciado a otros que centran sus estudios en los colegios cómo si fuesen las únicas instituciones del campo universitario, pero eso no es cierto:
Los colegios eran las casas en las que vivían los becados y en las que podrían recibir alguna formación complementaria, pero nunca oficial. Las clases cuya validez era determinante para la consecución de un título se impartían en las aulas del edificio principal de la Universidad de Alcalá, conocido, hasta su traslado a Madrid en 1836, como «Las Escuelas» o «de Santo Tomás de Villanueva» (Gómez, 2020, p.249).
Además de los Colegios existían otras estructuras, no se puede confundir las facultades con los colegios seculares y regulares; las facultades de las universidades castellanas en los siglos del XVI al XVIII, no eran edificios; antes por el contrario, eran organizaciones académicas estructuradas.
Realizadas estas consideraciones preliminares, en cuanto a los enfoques historiográficos y de métodos, que han caracterizado las investigaciones acerca de las universidades, entendidas estas como objeto de investigación, en siguientes entrega estaré abordando los modelos universitarios de la Universidad de Salamanca y el de Alcalá de Henares, que son los dos prototipos de modelos universitarios que fueron trasplantados a América y el Caribe por parte de la Corona española.