El ministro de educación

Hemos visto las extraordinarias intervenciones del ministro. Él, muy humanista, muy asertivo y/o certero, ordena que vengan todos los niños, que se busquen en cada rincón del país y se traigan a las escuelas, que no quede ni un niño sin escuela, sin cupo, sin estudiar. Excelente mandato, admirable mandato, hasta ahí estamos bien. La cuestión, es que no hay docentes, se han ido.

Entonces, nuestro novel y flamante ministro de educación nombrado este año escolar 2024-2025 y quién sabe hasta cuándo. Sigue, dice y manda. Manda con carácter y aplomo, a todos los maestros con reposo médico, en comisión de servicio, a los administrativos (coordinadores, secretarias, departamento de evaluación, subdirectores y directores, los que quedan, entre otros), con una resolución especial a que asuman las aulas, que todo el mundo vaya a las aulas y hasta los jubilados, no se salvaron, (claro, si está en disposición de hacerlo, que vayan a trabajar). Bueno, pues, a su excelencia no se le pasó nadita, o se le pasó mucho por su tan inteligente y viable estrategia, digo, no sé. Mi pregunta, como la de cualquier ciudadana(o) de este país, que me imagino, podemos hacernos ciertas preguntas.

¿Será que nuestro novel ministro, tiene cómo responder a tales exigencias?

Ha tomado en cuenta que el salario de un docente es de 150 o 170 Bs. Y si recibe el bono de guerra económica (que no es salario) como docente activo en una institución, por ejemplo, o como jubilado y quiere ir e incorporarse a un salón de clase para colaborar con la crisis de personal, no va a recibir ese bono doble, porque ya lo recibe como jubilado o como activo en otra institución, es decir, que la oferta es, agarre solamente el sueldito de 150 o 170 Bs, que no le alcanzará ni para los pasajes de una semana, pero agárrelo, ¡ándele, ándele, ándele!, no sea flojo e irresponsable, vaya a trabajar. Como se les ocurrió, cómo se les ocurre dejar las escuelas solas, habrase visto!

Se habrá dado cuenta nuestro novel ministro, que si un docente necesita lentes no puede ir a dar clase casi ciego o ciego, si se le caen los dientes, será el motivo de risas y falta de atención a las clases para sus estudiantes, no digamos nada si se le rompe el uniforme desgastado.

Desde el 2017 aproximadamente, hemos visto el deterioro de la calidad de vida del docente y de empleados públicos que no son personal "estratégicos de confianza". Hemos presenciado cómo van a cumplir con sus trabajos los maestros y maestras, y todo el personal administrativo, obrero, y las madres procesadoras de alimentos en nuestro país. ¿Sabe cómo? así, algunos con los lentes rotos, remendados, otros, medio sonriendo o tapando la risa con las manos pon falta de piezas dentales, pero a casi todos con los uniformes desteñidos de esperanzas, roídos por el tiempo y los zapatos rotos de caminar, el sueldo no les alcanza para los pasajes. Los padres y representantes colaborándoles, para comprar un abanico, para materiales didácticos e insumos de limpieza, y mantenimiento, entre otras necesidades que surgen en las instituciones educativas. Esto no es drama ni exageración, es la verdad que no ven los ministros o los que desde arriba mira por encima del hombro a sus semejantes.

¿Por qué nuestro novel ministro, no habló de las mejoras salariales, de la asistencia médica, del seguros social, de las tantas veces que han ofrecido vivienda y créditos para la adquisición de viviendas y nada de eso se ha cumplido, de las contrataciones colectivas, por qué antes de mandar, e imponer su carácter temerario, no se puso la mano en el corazón y ablandó su discurso con hechos concretos, enseñado las nóminas con un salario digno, por ejemplo y no habló de mejorar la calidad de vida y del poder adquisitivo de los docentes?

Sabe ministro, muchos de los niños que mando a buscar casa por casa son hijos, sobrino(a)s o nieto(a)s de alguna maestra o maestro con sueldo indigno y desmotivado.

Por qué no habló del compromiso que tiene como ministro de resolver la nefasta situación económica en la que sobrevive el docente, por qué no propuso una oferta laborar motivadora (cayendo y corriendo o fifty and fifty como diría aquel) para enganchar ese llamado que usted hizo y sobre todo a los nuevos egresados en educación, esa generación de relevo, que cuando van a hacer las pasantías, o sus prácticas docentes y ven las condiciones por encimita, dicen, de aquí mejor me voy. O esos bachilleres que ven a una tía o tío, una madre o padre, una vecina o vecino, una amiga o amigo docente, dice, ni por el carajo voy a estudiar educación. Y no se trata del amor o traición a la patria, ni de la vocación docente, se trata de dignidad.

No, no quiere verse en ese reflejo, no lo podemos culpar. En las universidades, los programas de educación están quedando vacíos, tanto de docentes como de estudiantes, entre otras cosas, lo que antes incitaba al estudio para ser docente, ya no existe. Por mucho esfuerzo que se haga para enamorar al joven bachiller de parte de las universidades, los programas, los departamentos de estudios, líneas de investigación, desde las direcciones, rectorados, por mucho que se quiera tapar el sol con una hormiga, nuestra juventud con todas las herramientas tecnológicas, redes sociales, propuestas dinámicas para mejorar sus condición económica a través del metaverso no va a mirar la profesión docente con su burlesco sueldo como una opción laboral, por muchas ganas que tenga y amor a las bellas artes que es el ser docente. Aunque lo mande su prepotente alteza.

Laenredadera.

ferkysromero@gmail.com












 



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