Parte de ese maravilloso sector que es la juventud (no se si seguirá siendo boba, la patria ya no lo es), los de la clase media (media gafa, mediática, infofrenica, o sea disociada) los que estaban enclaustrados en las universidades capitalistas, aletargados y sedados por los somníferos de la cultura de consumo, se ha pronunciado, y paradójicamente lo ha hecho saliendo en defensa de los intereses de quienes los mantenía adormitados a punta de productos audiovisuales con contenidos de violencia, sexo y un desmesurado gusto por el consumismo, ellos son las empresas 1BC (RCTV para mas pelos y señales). Y ambos, las universidades y los estudiantes neoliberales, han salido a la calle recordándonos a todos, que en su exquisita existencia hay tiempo para algo más, para una revolución que no es la bolivariana, que no tiene color aun, pero que por los vientos que soplan, por aquello del golpe cool, tiene que ser rosada pastel, o “La mini revolución de los pre juppys”.
En estas tres ultimas semanas, hemos aprendido mucho de ellos, sobre todo de los estudiantes privados, entre otras cosas, que son capaces de articular frases coherentes entre si, aunque al final no digan nada mas allá de lo inmediato, lo primario, lo elemental. Que les preocupa el negocio de sus padres, los negocios de la sociedad civil, y los derechos civiles, aunque por su prolongado antiparabolismo, habían demostrado no importarles absolutamente nada. Que son de oposición, o sea, tienen una posición política a pesar de las recomendaciones de sus asesores, de aparentar ser candidos estudiantes lanzados al ruedo de la Asamblea Nacional. Que han establecido una estrecha relación con sus autoridades (decanos y profesores), los que han encabezado algunas de sus marchas estableciendo así una asociación antinatura, como la que establecieron los trabajadores de la CTV y los patronos de Fedecamaras, a la cual se unió Ugalde, uno de los padres del nuevo incesto, no porque estudiantes y autoridades no puedan, en un momento dado, abrazar la misma bandera (sin voltearla por supuesto), si ella defiende los intereses del pueblo, sino porque los intereses de Ugalde, jamás pueden ser los de un estudiante y mucho menos los de un joven que es sinónimo de revolución. Además, evidenciando con esta afinidad, que son fieles discípulos de las leyes del mercado, del mundo de los negocios, el cual exige el rigor del hombre de éxito, que entre otras reglas, contempla la observancia de los canales regulares (el profesor, el rector, y el mentor político), obediencia al sistema como base de la seguridad, disciplina de gerente moderno: estricto cumplimiento a las recomendaciones de la agencia de publicidad, la empresa de sondeo de opinión y el canal de televisión que lleva la candelita.
Pues bien, todo tiene su costo. Hasta el momento, solo han pagado dejando escapar una ínfima información, pequeños secretos inocentes. Ahora nos hemos enterados que los hijos y las hijas de papi también protestan, de las conexiones de Stalin Gonzáles con los adecos y la embajada norteamericana, de sus recurrentes mentiras. De las posesiones de Yon Goicochea, su desprecio por las instituciones bolivarianas, y su arrogante pretensión de tumbar al gobierno legítimo. Cosas que van saliendo a la luz poco a poco y que pone en riesgo la inexpugnabilidad de sus fuertes: las universidades capitalistas. Y es que para salir a la calle, ya sea a protestar pacíficamente o a guarimbear, es necesario, por lo menos, entreabrir las puertas, y el ojo del pueblo es muy curioso. Hay mucha gente que está sorprendida por lo que vio en ocasión de la arremetida fascista contra el estudiante Robert Sierra en los espacios interiores de la UCAB, no por lo que los excitados estudiantes privados amenazaban con hacer: apedrear cual Magdalena al disidente, lo que de por si, es un horror, sino por lo que tenía de fondo la grotesca escena, los rótulos de las empresas transnacionales de comida chatarra, la llamada “feria de la UCAB”.
El hombre y la mujer común, el albañil, la buhonera, el chofer, la conserje, poco entienden de estos modernismos. ¿Cómo es que dentro de un ámbito estudiantil hay un centro comercial? Entonces deben tener bancos y automercados, lavanderías, cines, spa, peluquerías y tiendas. Pero no solo de pan, ropa y calzado vive el hombre y la mujer, los dos viven de la explotación del cuerpo de la mujer, las birras, los estripers, y la rumba, y todo lo que ello conlleva ¡Ave María Purísima! ¡El mercado absuelve a los católicos!
Pero esta feria inocente, solo destruye el cuerpo y el alma de quienes la padecen. Entre burbujas de cocacola y el amarillo de las aguas de colonia, trascurre la piel los nuevos “templarios”, los herederos de los royalties y las franquicias. Los negocios de los papás están seguros mientras cuenten con sus universidades mercantilistas. Pero muchísimo mas peligrosa es esa otra feria, la que no se ve en el campus, la que no presenta rótulos, la que tiene sus fríos aposentos contiguos unos a otros, como para escoger quien da más por menos. Allí está la OTI (Office of Transition Initiatives), La NED (National Endowment for Democracy), la USAID (United States Agency for International Development), La CIA (Central Intelligence Agency), La AEI (Albert Einstein Intitution) y la mas grande de todas, la reina de la feria, El Mc Donalds de las oficinas de la conspiración, La Embajada de los Estados Unidos de Norteamérica, desde donde se articula de la forma mas descarada, todo el movimiento conspirativo contra el gobierno bolivariano. Por allí han desfilado los traidores, degustando formulas y teorías conspirativas. Pero no ha surgido aun la que descifre el poderoso vinculo construido entre el pueblo y su líder, ese portento que nos hace pronunciar con absoluta determinación ¡Patria, socialismo o muerte!
En fin, las universidades son del pueblo e irremediablemente volverán a este. La coyuntura ha hecho que la derecha las utilice como arma contrarrevolucionaria, y muy, incluso a pesar nuestro, de evitar a los “niños ricos”, sea ahora o mas tarde, la revolución tiene entre sus responsabilidades, recuperarlas para el pueblo, la sociedad, el Estado. Ellos las arriesgaron innecesariamente. Pagaran el costo de perderlas como lo han hecho con todo lo demás. La bolivariana tiene la fuerza, la templanza y la paciencia para hacerlo, sobre todo con la flama de esa juventud combativa, valiente portadora de de los ímpetu del padre que murió en Santa Marta y del hermano que andaba despierto cuidando nuestro sueño por los montes, el guerrillero heroico.
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