Quienes hacemos vida dentro de la Universidad del Zulia hemos visto como la violencia se ha vuelto la dueña absoluta de las situaciones y los procesos dentro de nuestro recinto de labores y de estancia diaria…
Lamentable es percatarse que la cercanía de los procesos comiciales, aparte de ser la confirmación irremediable de los vicios electoreros de siempre, ahora tiene un nuevo ingrediente que vuelve este período aún más triste, decadente, angustiante e invivible…
A finales del año pasado empezaron los hechos de violencia que giraban alrededor de las elecciones estudiantiles de LUZ que se desarrollarían en diciembre… todo se paralizó antes de culminar el año, perdimos la vida de una estudiante de comunicación social en el medio de una balacera que se produjo en las inmediaciones del viejo rectorado, hecho del cual aún esperamos más claras explicaciones, nombres de responsables y soluciones más satisfactorias. A raíz de estos hechos las elecciones quedaron pospuestas en espera de mejor clima y condiciones.
Se estableció que para el 22 de mayo del año en curso ya estaría todo dispuesto y acorde para cristalizar la jornada de elecciones estudiantiles de LUZ… pero la creencia duraría poco, pues cercana ya la fecha de los comicios se hicieron presentes de nuevo las acciones desestabilizadoras y ya criminales de algunos grupos interesados en acabar con la posibilidad cierta de lograr el día final de la votación…
El modus operandi que ya hemos visto y despreciado en la UCV, que busca encerrar estudiantes en el medio de sus labores de aula y lanzarles bombas lacrimógenas para causar el pánico, el caos, los heridos, los desmayos, la suspensión y todo lo que ya sabemos que viene con acciones vandálicas de esta naturaleza, parece haberse institucionalizado dentro de nuestras universidades autónomas… nuestros estudiantes ya no viven la universidad sino que la padecen… pareciera que ningún sitio dentro de nuestras Máximas Casas de Estudio es suficientemente seguro como para garantizar el normal desarrollo de las jornadas laborales y académicas… todo el mundo parece estar en estado de alerta para salir corriendo al percibir algún movimiento extraño, alguna cara de susto, alguna persona que corra, alguna señal de humo, alguna voz por encima de los decibeles normales…
Lo triste es, que el jueves 08-05-2008 y el viernes 09-05-2008, la violencia que ya preocupaba, tuvo su máxima expresión en la Facultad de Humanidades y Educación de LUZ, muchos estudiantes y profesores heridos y asfixiados por el lanzamiento de bombas a lo interno de los bloques de Idiomas y de Educación (situaciones que se han ido repitiendo y turnando en cada una de las facultades)… por supuesto, y siguiendo la cultura de actuar de manera curativa (es decir, cuando ya la situación está allí sin haberla prevenido, pues en vista de los fatales antecedentes del año pasado, el replanteamiento de un nuevo momento electoral debía contar con las máximas y previas medidas de seguridad), sin embargo, es cuando se presentan los disturbios cuando empiezan las convocatorias de asambleas, reuniones urgentes, y demás demostraciones colectivas de desesperación, indignación y pánico que son el síntoma indudable de la incapacidad para establecer acciones oportunas y asertivas que eviten a toda costa el tener que padecer hechos tan lamentables y dolorosos…
Pero por si fuera poco, en dichas asambleas se discuten cosas que producen mayor impotencia, pues al no tener claras las causas o pretender no apuntar hacia las verdaderas razones que detonan los problemas, se cae en el abismo de proponer soluciones frágiles, desatinadas y torpes que no van a la raíz del asunto, parecen ser apenas la espuma de un café con leche, no se profundiza en planteamientos, se vuelve a redundar en la necesidad de promover “la cultura de la paz y de la tolerancia” en los salones, pero es que eso resulta bastante difícil y hasta inapropiado (por no decir absurdo) cuando afuera de los salones de los salones del “AMOR” vemos gente corriendo por huir de las balas o de los gases asfixiantes de una bomba lacrimógena, por otra parte se sigue circunscribiendo como causa fundamental del ambiente de violencia la ineficacia en el manejo de la seguridad interna de LUZ y entonces prácticamente parece que lo adecuado es contratar un personal de seguridad (o sea un policía) por puerta dentro de la infraestructura universitaria para que garantice la no violencia en el recinto. Lo otro que se propone es poner calcomanías en sitios estratégicos que contengan los números necesarios para llamar en caso de emergencia o de crisis (la idea es que los podamos encontrar en sitios visibles, es decir, EN TODAS PARTES), que me perdonen pero esa medida, desde mi muy humilde punto de vista, genera mayor incertidumbre y ansiedad en la comunidad universitaria en general, pues si esa información debe estar a la vista es porque estamos en total caos y no sé que tan útil sea eso para promover el tan ansiado clima de “paz y de tolerancia”. También se propuso como indispensable brindar talleres a los profesores y alumnos para saber cómo comportarse ante situaciones de riesgo inminente, de manera que sea posible conservar la calma y evitar catástrofes (cual estrategia de evacuación ante un terremoto), pero lo que es imperdonable es que se siguen obviando nombres, se sigue apartando como no válidas o determinantes (o convenientes), las vinculaciones políticas que los grupos universitarios tienen en estas situaciones vandálicas y, por supuesto, se sigue subestimando que todo lo sucedido está directa y totalmente relacionado con las elecciones por venir y con las aspiraciones políticas frustradas de algunos grupos financiados y provistos de armas y bombas desde afuera (ya es un hecho que la Policía Regional del Zulia surte de bombas a algunos grupos estudiantiles, así lo han determinado las investigaciones del CICPC cuando analizan los restos que quedan de los artefactos detonados). Estos muchachos se saben perdedores y sin ningún tipo de posibilidad para alcanzar primeros lugares ni en los Centros de Estudiantes ni en la FCU (y a todos los beneficios que esto implica), y por ello juegan a la desestabilización para generar un clima violento que se traduzca en condiciones desfavorables para celebrar las elecciones.
En la intervención que la Decana de Humanidades hizo al finalizar los derechos de palabra de la asamblea del día 13 de mayo, la profa. Doris Salas mencionó que ella está al frente de una facultad de una universidad y no al frente de la dirección de una cárcel al responder a las peticiones que en materia de seguridad extrema realizaron algunos profesores, sin embargo, todos los puntos leídos como propuestas a plantearse ante el Consejo Universitario, así como las acciones a llevarse a cabo dentro de la facultad, apuntan a la toma de medidas que no están muy lejos de parecerse a las de un centro de reclusión carcelario.
Desde mi opinión, la universidad venezolana, y por supuesto LUZ como parte de ella, amerita una revisión profunda, este ambiente que hoy vivimos se exacerba en época electoral pero es una situación latente que sólo nos invita a evaluar estructuralmente la institución, a no dar respuestas reactivas y asombradas sino a depurar los vicios y los tradicionales pactos que caracterizan los comicios universitarios en todos los niveles y que generan tensiones que surgen de las ambiciones politiqueras y malsanas… este es un año electoral en general en el país, dentro de la universidad hay elecciones estudiantiles y de autoridades, y, a final de año, estaremos protagonizando otro momento en el que el voto designará autoridades municipales y estadales. Si el clima de violencia no se controla con soluciones radicales (entiéndase de raíz), LUZ y, quizás otras universidades autónomas, deberán abstenerse de ejercer su democrático derecho a la elección de sus autoridades en todos los niveles porque los intereses políticos viciados y criminales encontrarán dentro de la institución aval e impulso, y entonces seguiremos de espalda a los procesos de cambio que se requieren con urgencia, seguiremos lejos de volver a vivir la universidad democrática, autónoma, popular y progresiva que deseamos los que mantenemos intacto el espíritu de lucha, ética y dignidad del Maestro Lossada, estaremos más bien muy cerca de laborar, estudiar y vivir dentro de una cárcel que dentro de un recinto universitario (valga decir que ya muchas cárceles modelos del país parecen presentar menos situaciones de violencia que nuestras universidades, esto es para reflexionar).
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