¿La LOE es una ley revolucionaria? (I)

“En términos teóricos la sociedad venezolana padece una presión de dominación cultural. Por una parte la ejecución directamente desde los centros metropolitanos de influencia en nuestra cultura sobre todo de EE.UU., casi de manera predominante, pero al mismo modo por parte de de la conexión que a título de intérprete de lo externo traduce al lenguaje y hábitos culturales propios el discurso cultural dominante. Ese es el sentido probablemente, de los medios de comunicación, los cuales representan, a mi juicio, esa conexión colonial de la cual habla Nandi”

Orlando Albornoz

Desde hace unos días, la pregunta que utilizo como título de esta nota viene haciéndome mucho ruido. He rehuido darme una respuesta, porque muy probablemente, puedo estar actuando con la lógica inversa que suelen utilizar los sabios, cultos, muy intelectuales y marionetas de la oposición. Es decir, la oposición se opone (perdonen la redundancia)  a todo lo que venga del chavismo, simplemente porque se origina en ese espacio y en esa frenética y enfermiza oposición, los argumentos suelen ser los mismos para todas las circunstancias. La lógica inversa se expresa porque como la ley viene de este sector (bolivariano y revolucionario) uno trabaja con el supuesto: La LOE es muy revolucionaria.

Intento a partir de ahora una reflexión y utilizaré en su desarrollo algunos planteamientos de Orlando Albornoz[1], que es un intelectual de derecha y una persona con una alta producción de documentos, todos centrados en el campo educativo. Es posible que Orlando Albornoz ahora esté “tragándose” su ciencia y saberes, como lo hace Antonio Pascuali y Marcelino Bisbal, pero expuso desde hace mucho tiempo, ideas que aun viniendo de un pensador de la derecha fueron muy lógica y producidas con rigor científico.

La actual LOE (2009) tiene respecto a la LOE 1980, puntos conflictivos desde la visión sabia y culta de la oposición, pero no son puntos nuevos incorporados por primera vez a una Ley de Educación. Aceptemos muy rápidamente que estos puntos polémicos son: a) Estado Docente, b) El Carácter Laico de la Educación, c) la Educación y los Medios de Comunicación, d) Visión de la Comunidad Educativa, e) Pensamiento Único o Adoctrinamiento y f) La autonomía universitaria.

Esos son los puntos sobre los cuales se ha venido “afincando” la oposición para armar su estrategia de manipulación y generar miedo a través del gran poder que tienen, concentrado en los medios de comunicación. La confrontación con la idea del “Estado Docente” es una contradicción camuflada porque no la admiten con frecuencia. No tienen valor para dejar claramente expuesta ante la sociedad, que “pujan” en su proyecto político por la instauración del neoliberalismo en el campo educativo con su propuesta de la “Sociedad Docente”.

Si uno revisa la propuesta de la LOE 2009 respecto a la LOE 1980, alcanza a formularse una conclusión. En la LOE 2009 efectivamente se precisa mejor el perfil de ese “Estado Docente”, en tanto se determina en el artículo 5 y especialmente en el 6, un conjunto de competencias bien definidas que le permiten al Estado ser más certero en su intervención. En esas competencias hay menos márgenes para emprender interpretaciones que pudieran darles armas a ciertos actores para salirse por la “tangente”. En la Ley de 1980 esa figura está débilmente plasmada fundamentalmente en el artículo 2, pero viene de ahí y de otras luchas en las cuales Prieto Figueroa desempeño un papel destacado.

Un aspecto que valoró como muy central para calificar a la LOE como no muy revolucionaria o no todo lo revolucionaria que debería ser, se expresa en precisamente en la función rectora y el “temor” (¿?) que probablemente se tuvo para poder hacer efectiva realmente esa función en el ámbito educativo. No se si la figura que voy a utilizar tenga sentido, pero creo que los niños, niñas, adolescentes, jóvenes y adultos están asistiendo a dos escuelas: la escuela formal (Inicial, primaria, media, universitaria) y la escuela informal pero con un alto poder: Medios de Comunicación. La función  rectora disimuló muy bien un compromiso de unificar esas dos escuelas en función de una propuesta de valores y de identidad.

No voy a utilizar para argumentar esta idea, algunos de los tantos libros y artículos  publicados por Antonio Pascuali y Marcelino Bisbal porque ya tenemos en eso una maestría. Tienen tantos argumentos en sus artículos y libros, pero escupen  tanto para arriba que no vale la pena hacer usos de esos saberes que ya tragaron. Se reproduce seguidamente un planteamiento expuesto por Orlando Albornoz en su libro: La Educación Bajo el Signo de la Crisis y en el cual se capta lo siguiente:

(…) si el Estado se ocupa de la escolaridad como proyecto, dejando en manos de agentes que no coordina, entonces todo ese proceso se distorsiona, produciendo una pérdida energética que, a su vez, genera un costo enorme, ya que entonces el Estado lucha contra la corriente en su objetivo de socializar y entrenar a la sociedad. En la sociedad venezolana, a mi juicio, ocurre esta distorsión y uno de los cambios básicos del sistema educativo-escolar es cambiar esta relación (…) Se observa que los actores del sistema operan de modo descoordinado, acentuando las diferencias sociales y aun de identidad nacional, esto último el fundamento del proyecto educativo nacional (….) Me refiero agentes como la familia, la comunidad y la propia sociedad abierta; en este último caso, los medios de comunicación social, que deben ser tratados para responder a su verdadero papel en la estructura social: entes de interés público, no obstante sean propiedad del interés privado” (Subrayado nuestro)

Algún camarada estaría en la posibilidad de advertirme: pero ahora el artículo 9 de la LOE precisa que “los medios de comunicación social, como servicio público son instrumentos esenciales para el desarrollo del proceso educativo y como tales, deben cumplir funciones informativas, formativas y recreativas que contribuyan con el desarrollo de valores y principios establecidos en la Constitución de la Republica y la presente Ley, con conocimientos, desarrollo del pensamiento crítico y actitudes para fortalecer la convivencia ciudadana, la territorialidad y la nacionalidad”. De ser así en esta caso, la duda queda fija porque en el artículo 11 de la LOE de 1980, este planteamiento está plasmado casi en los mismos términos, pero sabemos (por las investigaciones de Antonio Psacuali, Marcelino Bisbal, Eduardo Santoro, Marta Colomina) que los medios imponen su escuela de antivalores y es una escuela donde se tiene más permanencia

Para  resolver las dos visiones de estos dos agentes educativos (escuela y medios), la LOE 2009 ofrece una de solución tipo “Pilato”: deja a los niños, niñas, adolescentes, jóvenes y adultos la opción de aprender a  manejar mejor  estos medios. Esto no es un imposible, pero antes de redactar esta nota, leí un interesante artículo de Marcos Rascón[2] con el título: “Entre el Siglo XX y el XXI” en el cual se tiene un planteamiento que permite verle la debilidad de esa opción “Pilato”

“A diferencia del siglo pasado, hoy vemos el mundo no por lo que creemos ni por lo que sentimos, sino por Internet. La fascinación de tener todo nos hizo ignorantes especiales y funcionales. La telefonía celular sustituye a la soledad por la red global: nos hizo ciudadanos con medios, pero sin fines. Vamos más rápido, pero no sabemos adónde. El siglo XX de los libros y los conceptos trascendía a los autores. Hoy basta con la presentación: no se necesita leer, pues el XXI es el siglo de los lugares comunes”

evaristomarcano@canbt.net



[1] No se utiliza la referencia de Orlando Albornoz como una referencia o posición revolucionaria. No es la idea; simplemente como se ve ahora y en otra nota; parte de los aspectos “conflictivos”, que usa la oposición para manipular a la opinión pública son fundamentalmente propuestas que surgieron con el desarrollo del capitalismo. Es parte de la primeras propuestas que formulo el capitalismo.

[2] Disponible en la Jornada de México de este martes 01/09/2009. http://www.jornada.unam.mx/2009/01/index.php?section=opinion& article=017a2pol



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Evaristo Marcano Marín


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