Con motivo de la 159
Reunión de la OPEP, primera cita del año de la Organización, celebrada,
tal como se tenía previsto, el pasado 08 de junio en Viena, Austria,
los medios y voceros, por excelencia, detractores de tan importante
Organización, se contentaron con divulgar, hasta la saciedad, que la
OPEP no habría podido lograr un consenso como lo exigen los estatutos
de la Organización, sobre modificar o no la producción conjunta de
petróleo. Evidentemente, Venezuela, Libia, Irán, Angola, Ecuador,
y Argelia en el debido derecho de su soberanía se opusieron a discutir
la propuesta de incrementar la producción diaria de petróleo entre
1,5 y 2 millones de barriles por día, en tanto que los países del
Consejo del Golfo Pérsico (CGP), encabezado por Arabia Saudí, y acompañada
por Kuwait, Emiratos Árabes Unidos y Qatar se mostraron dispuestos
a ofrecer más crudo. De allí que a diferencia de otras reuniones ministeriales,
el superministro del petróleo saudí, Ali AI. Naimi, declinó comentar
a la prensa cuál era su posición a la entrada de la reunión, en Viena.
Sin embargo, a su salida, expresó con total rotundidad su disconformidad,
al afirmar que "no hemos sido capaces de llegar a un acuerdo,
esta ha sido una de las peores reuniones que hemos tenido”.
Además, Arabia Saudí, al margen de la Organización, ha señalado
que incrementará en junio su producción.
Tal situación, de acuerdo
con los sesudos análisis y prospectivas petroleras oposicionistas venezolanas,
no sólo sería sinónimo de la debilidad de la Organización que el
pasado 14 de septiembre arribó a sus cincuenta aniversarios, sino que
además vendría a hablarnos de una fisura irremediable, y más aún
hay quienes privilegiando la propaganda estigmatizadora por encima de
la realidad real, se atreven a hablar de “la muerte del
sistema de cuotas” y de la muerte de la Organización, sugiriendo,
incluso que la mejor opción tanto para los países productores OPEP
y no OPEP, como para los consumidores, la constituiría el Foro Mundial
de la Energía, organización que dirige el exministro petrolero Saudí
Ahmed Zaki Yamani y cuya racionalidad podría resultar de igual suerte
que la Agencia Internacional de Energía creada por Kissinger en 1974
para neutralizar a la OPEP. Olvidan estos señores que la política
de las cuotas adoptada por la OPEP en 1982, se viene constituyendo,
por lo menos desde 1986, en la única palanca política con la
que cuenta la Organización para perseguir sus objetivos y no hay dudas
en afirmar que la reducción acordada en 2008 ha contribuido en la recuperación
de los precios del petróleo.
Ahora bien, se pretende
desconocer, tal cual como ocurrió en el pasado, al incurrir en el grotesco
error de anteponer la expansión volumétrica por encima de los precios,
que la decisión adoptada el pasado 08 de junio por Venezuela, Libia,
Irán, Angola, Ecuador, y Argelia, es acertada al preveer que
la oficialización de un aumento significativo que bordearía alrededor
de 2 millones de barriles terminaría generando una sobre oferta en
el mercado petrolero y, por tanto, desplomaría los precios en detrimento
de la economía de los países productores de la OPEP. Tampoco se trata,
como han argüido, de buscar un precio exorbitante. Hace tiempo la OPEP
aprendió la diferencia entre un precio justo y el precio que no conviene
a ninguna economía.
Por supuesto, como habría
de esperarse, Estados Unidos y todo su aparataje, principalmente
la Agencia de Información de Energía del Departamento de Energía
-que funge como el brazo estadístico de su Departamento
de Energía-, desde hacía un buen rato estaban presionando para que
la OPEP le pusiera fin al acuerdo adoptado en su 151 Conferencia Ministerial,
celebrada en Orán, Argelia el 17 de diciembre de 2008 cuando se decidió
el recorte de 4,2 millones de barriles diarios con fecha efectiva a
partir del 01 de enero de 2009. Claro está esta reducción incluía
los recortes de 500 mil barriles decidido en septiembre, el de 1 millón
500 mil barriles decidido en octubre, y el de 2,2 millones decido en
esta reunión.
Venezuela se Fortaleció en la 159 Reunión Ministerial de la OPEP.
Son muchas las razones que vienen a confirmar el fortalecimiento de Venezuela y particularmente de nuestra política petrolera en esta reunión. En primer lugar, debe subrayarse que este fortalecimiento no obedece exclusivamente a que Venezuela alcanzara establecer sinergia con Libia, Irán, Angola, Ecuador, y Argelia para impedir, como ya lo explicáramos, que se produjera un incremento de aproximadamente dos millones de barriles por día en la Organización, sino que además nuestro país logró que la producción petrolera de la Faja Petrolífera del Orinoco se contabilice en su producción global nacional. Anteriormente, como consecuencia de las políticas desplegadas por la vieja PDVSA en correspondencia con la globalización neoliberal se aceptó que la Faja del Orinoco era una faja bituminosa y , por tanto, la producción suscitada allí era de crudo sintético y no de convencionales. Tal hecho resultó lesivo para nuestra condición de país soberano, pero también negativo para la OPEP, dado que tales volúmenes de producción eran excluidos de las cuotas de Venezuela en la Organización. Esta actitud era entendible si tomamos en cuenta que el binomio Arrieta-Giusti, al frente del entonces Ministerio de Energía y Minas y de PDVSA, respectivamente, consideraban a la OPEP como una Organización anacrónica y además sugerían nuestra inscripción en la Agencia Internacional de Energía en consonancia con los nuevos aires neoliberales y de hegemonía unipolar que se alcanzaron tras la caída de los Países Socialistas del Este.
Desde luego, esto ha servido de colofón para que las fuentes secundarias al no incluir dentro de sus arrogantes estadísticas los 500 mil barriles que se produce a diario en la Faja del Orinoco que además alberga las mayores reservas de petróleo en el mundo, se ridiculicen las cifras oficiales de la producción petrolera venezolana que son publicadas de manera transparente por el Ministerio del Poder Popular Para Energía y Petróleo.
A esto viene a sumársele también el hecho de que en la 101 Reunión de la Conferencia de la OPEP, celebrada en Viena en noviembre de 1996, la Organización en aquellos momentos de éxtasis neoliberal, acordó adoptar una absurda decisión que obligó a conferirle a organizaciones, cuyos intereses le eran antagónicos, la potestad de hacer uso de una metodología para “medir” con sus instrumentos detractores la producción de crudo de los países miembros de la OPEP, así como la evaluación de su cumplimiento. De este modo y desde entonces, la Agencia Internacional de Energía cuya partida de nacimiento exhibe su esencia anti OPEP, pero también la Cambridge Energy Research Associates (CERA), Centre for Global Energy Studies (CGES), Petroleum iNTelligence Weekly (PIW), Platt´s y la ahora muy renombrada, en los medios de comunicaciones nacionales, Agencia de Información de Energía del Departamento de Energía de Estados Unidos (EIA) cuyo más reciente informe despotrica contra Venezuela ubicándolo como uno de los países OPEP con el peor comportamiento económico, eran las organizaciones a quienes la OPEP le asignó tan delicado manejo. En consecuencia, no puede extrañarnos las campañas que a diario y desde diversos escenarios se tejen de manera general contra la OPEP, pero también de manera muy particular contra la producción petrolera venezolana, estigmatizándola y dando por sentado las estadísticas que de manera manipuladora y perversa diseñan y construyen estas agencias defensoras del capital nacional en detrimento de los Estados que como Venezuela se empeñan decididamente en hacer uso soberano de su industria petrolera.
Por su parte, los sectores de oposición a nuestra política petrolera, aprovechándose de la disparidad que se presenta entre las fuentes secundarias y las fuentes oficiales, cuyas diferencia supera hasta los 500 mil barriles por día, han pretendido diseñar una matriz de opinión según la cual PDVSA ha sufrido una caída estrepitosa y estructural en su producción y, por ende, en sus niveles de exportaciones que la colocan al borde de la asfixia financiera.
Adiós al estigma de la producción petrolera venezolana
Afortunadamente, gracias a la diligente solicitud formulada por la República Bolivariana de Venezuela en esta ultima Reunión Ministerial del 08 de junio, a partir de ahora los informes mensuales de la OPEP tendrán que considerar la producción de la Faja y ya no habrá duda en que nuestra producción roza los 3 millones de barriles diarios. Producción que pudiera ser más de tres millones de barriles por día sino estuviéramos sujeto a la reducción de los más de 300 mil barriles diarios acordado para cumplir con nuestra cuota OPEP desde el pasado 01 de enero de 2009. De manera que, ahora la OPEP, comunicará directamente a los organismos que emiten las cifras secundarias esta premisa en la producción venezolana, a fin de que corrijan en buenos términos el descalabro estadísticos que por largos años han estado infligiendo a la producción petrolera venezolana y también a nuestra postura irrevocable de defender nuestros recursos de hidrocarburos.
Obviamente, esté logro de incorporar tal producción dándole el carácter de crudo convencional que merece y repudiando lo de sintético y la falsa categorización de la otrora Faja Bituminosa aunado a la certificación el pasado mes de enero de más de 220 mil millones de barriles solo en la Faja Petrolífera del Orinoco, son acontecimientos que sólo pueden producirse al calor de una política de plena soberanía petrolera. Por ello, seguirá resultando impostergable la defensa de nuestra Revolución Bolivariana.
En efecto, el reconocimiento por parte de la OPEP a nuestra Faja como Petrolífera y no bituminosa, es otra bondad que fortalecerá a nuestro país y que se retribuirá igualmente en provecho de la OPEP, Organización que pese a los estigmas que se le adjudican, continua brindando posibilidades reales para que nuestros pueblos defiendan con mayor vehemencia sus intereses.
Aclaremos que no son
para nada nuevo los ataques contra la OPEP y sus países miembros, especialmente
aquellos cuyos regimenes políticos emprendan acciones con mayor contenido
nacionalista. Ciertamente, desde el mismo año de su fundación (1960)
sus detractores se empeñaron en su desaparición e incluso dieron por
sentado que la Organización, al igual que todas las otras que se habían
creados en el tercer mundo no superaría la prueba y terminaría muriendo
en sus intentos. Sin embargo, 50 años de historia le dan a la OPEP
no sólo el merecido estatus de haber superado la prueba, sino la de
ser una Organización que tiene claridad en sus principios y cuya razón
de ser continuará su rumbo, por lo menos mientras el petróleo siga
siendo la principal fuente energética sobre la cual se asienta todo
el desarrollo social, económico e industrial mundial.
Vaya desde aquí, desde esta trinchera, como venezolano nuestro reconocimiento y alegría por los alcances y avances a la política de plena soberanía petrolera que ha asumido el Gobierno Bolivariano en defensa de nuestros recursos de hidrocarburos.
* Autor de los libros: “Petróleo y Socialismo en el Siglo XXI” (2005) y “Los retos de la OPEP en el siglo XXI. Un análisis al calor de la política petrolera venezolana” (2006).