Es obvio que hoy, en este nuevo descenso agudo que experimentan los precios del petróleo, cuyos niveles se han situado en las cotizaciones que exhibían hace trece años, todos los actores que actúan en el complejo mercado petrolero internacional, están muy conscientes que el precio del crudo está muy por debajo del equilibrio económico para productores y consumidores.
Es indiscutible que la caída de los precios ya hace estragos, inclusive, en el seno de las compañías petroleras más grandes del orbe. Estas no sólo han llegado al extremo de disminuir su plantilla de trabajadores sino que además se encuentran abandonando proyectos de gran envergadura porque el margen de sus beneficios se han visto drásticamente reducido, por no decir anulado y sus acciones financieras se han venido a menos.
En consecuencia, todos los países productores, más allá de la OPEP, deberán cooperar en el rescate del precio del petróleo. En efecto, la realidad de nuestros países impone, sin tregua, la necesidad de concertar planes de acción conjunta que contribuyan a garantizar la estabilidad del mercado petrolero internacional y promover un precio justo del crudo, que desde mediados de 2014 mantiene una tendencia a la baja.
Además, de lo difícil, riesgoso y lo bizarro que resulta formular estimaciones en torno al comportamiento de los precios del petróleo, ante los factores y aspectos que coexisten hoy en el mercado petrolero internacional, se estima que la cesta venezolana estará negociándose entre 24 y 35 dólares por barril, por lo menos, en este primer semestre de 2016. Ante este escenario nuestra Revolución Bolivariana debe evaluar y revisar estrategias en aras de orientar lo económico en defensa de los logros y conquistas sociales.
Sin embargo, lo lógico es que estos precios deben aumentar hasta alcanzar un equilibrio que permita mantener las inversiones sostenibles en el tiempo; y por el otro lado, que permitan que no haya altos y bajos que perjudiquen tanto a productores como consumidores. Sobre esto último no hay claridad y menos seguridad de cuándo ocurrirá, hay que tener presente que lo único predecible y seguro en el mercado petrolero son sus ciclos de bajas y alzas, las cuales pueden llegar a convertirse incluso en boom o en caída estrepitosa como la que ahora tenemos.
Los bajos precios y sus estragos en el mercado petrolero internacional
Aunque son múltiples y de variada naturaleza las causas que impulsan esta nueva caída de los precios del petróleo, debe afirmarse, sin ambigüedades, que uno de los factores que ha contribuido con mayor ímpetu se encuentra asociado con una producción de crudo que no es acorde con los niveles requeridos por la humanidad, dado que impactan negativamente la ecología y el ambiente. Desde luego, los Estados Unidos han desarrollado tecnologías de producción dañinas para el ambiente, como el fracking, para inundar el mercado con petróleo proveniente de yacimientos de lutitas, lo que ha contribuido a la desestabilización de los precios del crudo a escala global y que además ha significado un ataque directo contra políticas independientes, como las de Venezuela, Rusia, Argelia, Ecuador e Irán, entre otros productores.
Ciertamente, en los últimos años, Estados Unidos, gracias a la producción de las lutitas, ha visto incrementar su producción entre 4 y 5 millones de barriles por día y ello le ha facilitado no sólo disminuir potencialmente las importaciones petroleras, sino además volver a convertirse en un país con capacidades y posibilidades reales de ser exportador de petróleo. En todo caso, la sobreproducción de más de dos millones de barriles aportados por la OPEP y los no OPEP. Así como la desaceleración de la economía de los BRICS, particularmente China, Brasil y Rusia y además de la Unión Europea explican, fundamentalmente, la caída que hoy viven los precios del petróleo. Todo esto ha contribuido para que desde junio de 2014 hasta ahora la cotización del crudo haya descendido en más de 70 %, al pasar de un promedio de 100 a menos de 30 dólares por barril.
Ahora bien, ante el contexto de bajos precios que persiste hoy, se está produciendo una nefasta situación que ha dejado equipos de producción y tecnología petrolera fuera de servicio, despidos masivos e incluso abandonos de proyectos modestos y ambiciosos que seguramente continuarían su rumbo si los precios se hubiesen mantenidos en los niveles de 2012 y 2013 cuando rondaban, en promedio, los 100 dólares por barril.
Desde luego, ha sido tan enérgica la caída en los precios que empresas inmensas se están planteando esquemas de privatizaciones y de apertura ante el capital transnacional, todo lo cual podría representar un retroceso en cuanto a las conquistas soberanas que habían alcanzados muchos países sobre sus recursos petroleros. En efecto, la compañía petrolera de Arabia Saudita, Saudi Aramco, la mayor petrolera dentro de la OPEP y, al mismo tiempo, considerada como una de las mayores compañías petroleras del mundo, está evaluando presentar una oferta pública en los mercados locales o internacionales, aunque no se incluirían sus reservas petrolíferas. De manera que, el gobierno saudita está estudiando la posibilidad de privatizar algunos sectores de la empresa nacional.
Sin embargo, la crisis de los precios también ha hecho estragos en otros de los íconos petroleros a escala mundial, toda vez que BP ha anunciado la reducción de su plantilla laboral en un 15%. Las acciones de BP se han desplomado tras presentar sus mayores pérdidas anuales en los últimos 20 años. Por su parte, Repsol se desplomó en un 30% en 2015, año en el que realizó importantes operaciones corporativas. Asimismo, las compañías norteamericanas Chevron y ExxonMobil también se han visto afectadas tras sufrir una caída en la bolsa que asciende a más de 20% y 15,8%, respectivamente en 2015.
Igualmente, la empresa mexicana, Pemex da por hecho que despedirá a 13 mil trabajadores y la Shell, además de anunciar la reducción de su nómina de trabajadores, ha vendido parte de sus activos. Es evidente que el objetivo de estas grandes petroleras es adaptar sus plantillas a un entorno de bajos precios del petróleo. Es claro entonces, que para los inversores ya no es apetecible invertir con los actuales precios. De hecho, muchas de las empresas petroleras que se anotaron al desarrollo de la producción de lutitas han quebrado y, por tanto, han sido absorbidas por las más grandes. Esto podría, igualmente, arrastrar a las prestigiosas instituciones bancarias y financieras y generar daños de mayores dimensiones sociales y económicas a escala mundial.
Sin embargo, este largo período de descenso en los precios del petróleo ha sido, de alguna u otra manera, provechoso para la Unión Europea, China, Japón e India. En el caso solo de China el ahorro anual, tras la declinación mundial de los precios de materias primas, en especial petróleo, superó en 2015 los 460 mil millones de dólares. Pero, insistamos, la continuidad de esta caída y, peor aún, su amenazante descenso por debajo de 20 dólares, podrían hacer estragos para todas las economías.
Por ello, debe quedar claro que estos desequilibrios no se limitan al mercado petrolero, sino que además se expanden a todo el circuito económico mundial, por todas las prerrogativas que tiene el petróleo sobre la economía global. En este sentido, la actual situación que presentan las cotizaciones petroleras podrían acarrear complicaciones geopolíticas y, por ende, tener un impacto concreto sobre el futuro de los países.
Venezuela Bolivariana seguirá empeñada en la defensa de los precios y la estabilidad del mercado petrolero.
Venezuela, en el marco de la Revolución Bolivariana, ha sido enfática en sus esfuerzos por ver una OPEP consolidada en provecho de la soberanía e intereses de los países miembros de la organización. Esto explica la visita que realizó el ministro del Poder Popular de Petróleo y Minería y presidente de PDVSA, Eulogio Del Pino por varios países productores de petróleo y la insistencia en el llamado a un consenso que permita corregir, lo antes posible, las asimetrías existentes en el siempre complejo mercado petrolero internacional.
Al respecto, recordemos que a pesar de las tensiones y diferencias entre los países miembros de la OPEP, estos son productores privilegiados y además poseen las mayores reservas de hidrocarburos a escala mundial. Estamos hablando de poco más de 80% del total de las reservas probadas globales. A esto debemos agregar que sus costos de operaciones son moderados en comparación con el nivel de costo de los países no OPEP.
En este mismo orden de ideas, es importante subrayar que Venezuela debe orientar sus políticas económicas, pero sin descuidar la industria petrolera, pues hay que tener presente que, por ahora, cualquier desarrollo de las otras fuerzas productivas que se planteen fuera de lo petrolero no podrá llevarse a cabo sin el apoyo y aprovechamiento de los ingresos petroleros. Además, en el corto plazo no será posible que el mundo desarrollado ni tampoco los países del capitalismo dependiente puedan sostener el crecimiento económico global con fuentes energéticas menos versátiles y más costosas que el petróleo. En síntesis, el petróleo seguirá manteniendo, por lo menos, por ahora, su reinado dentro de la matriz energética mundial.
Del mismo modo, debemos tener claro que la caída del precio de la cesta venezolana tiene, indiscutiblemente, repercusiones en la gobernabilidad y estabilidad política de nuestro país. En ese sentido, deben unirse nuestros mayores esfuerzos en defensa de las conquistas sociales, económicas y petroleras que se han materializado en el contexto de la Revolución Bolivariana.