Ponerse a esperar sentado debajo de las frondosas sombras arbóreas de la Plaza Bolívar de Caracas a que repunten los precios del petróleo para decidir cambiar la forma y el fondo de la inversión en la agricultura nacional, sería desperdiciar la mejor oportunidad de los últimos tiempos para cambiar las estrategias. Cuando merman las reservas y los flujos de divisas, el sector más cercano a desenvolverse en moneda local, sin presionar el presupuesto de divisas, es la agricultura nacional. Casi todo lo que se requiere está aquí, mal utilizado, es cierto, pero está aquí. Esa es una ventaja sobre otros sectores de la economía ensambladora que requieren traer partes, componentes, insumos diversos, hasta los empaques del exterior; y sin exagerar, algunas empresas importan hasta la publicidad.
Entonces, para la gestión agrícola el asunto es de menor gravedad. Por algunos años se impone mejorar la eficiencia de adquisición y utilización de los insumos de origen importado, de la maquinaria que ya está en el país, de adquisiciones selectivas de tecnologías, pero sobre todo darle un respaldo merecido a las tecnologías nacionales, que bien sabemos han cubierto con creces la inversión del Estado en investigación y desarrollo tecnológico. Estamos entonces en el mejor momento para el relanzamiento del plan nacional de semillas, y de generar una estrategia de producción nacional de cultivos de ciclo corto para romper todos los records de producción en maíz blanco y amarillo, arroz, sorgo y las hortalizas que reconocemos como el guiso. Bajo ninguna circunstancia, la crisis que se espera surja de menores ingresos petroleros, podrá generar mayores vulnerabilidades a las que se han advertido de la mala praxis política de acrecentar el modelo agroimportador. Estamos en el momento y en las circunstancias políticas que bien merecen acicalar el nuevo rumbo de la agricultura nacional, de la revolución en la agricultura. Disponemos de apoyo satelital para reordenar el territorio como soporte de la planificación agrícola. Hasta la política de subsidios directos se puede hacer con base al circulante nacional y con endeudamiento interno, si fuese necesario.
Lo que se avecina como crisis del modelo importador rentista, debe en el caso que nos ocupa, convertirse en un discurso político que llegue a la fibras del alma de quienes creemos que el principal freno que detiene la agricultura nacional es la inercia importadora. Eso que está en la mente de algunos burócratas y de la burguesía parasitaria, que ya encontrarán la forma de hacer aparecer los saldos favorables para mantener la agricultura de puertos, y tratarán por todos los medios de debilitar esto que parece una oportunidad para cambiar las estrategias hacia la producción masiva nacional de alimentos.
Los elementos más sensibles de manejar en esta estrategia nacida de la caída en los precios petroleros es la planificación del suministro de insumos, por lo demás, manjar apetitoso para los contrabandistas, que han venido erosionando la confianza de los productores, en tanto ellos mueven ilegalmente insumos a países vecinos. ¿Dónde están esos insumos que necesitamos para autoabastecernos de los cultivos de ciclo corto? ¿Cómo montar un plan nacional de generación de excedentes agrícolas en cultivos prioritarios? ¿Qué tan engrasada están los equipos de gestión para iniciar el debate de este cambio de estrategia en la agricultura? ¿Es este el momento de valorar las nuevas prácticas agrícolas de bajos insumos y de insumos biológicos? Sin duda surgen muchas preguntas motivadoras para salirse de la mengua intelectual de la agricultura de puertos. Es posible que también tengamos dudas con relación a la imagen objetivo de una agricultura de mediano y largo plazo y sus demandas de recursos en divisas. También habrá de repensarse el modelo agroindustrial y sus relaciones con los productores primarios, e impulsar un concepto de cadenas equilibradas, para que estas no se conviertan en un empobrecimiento de los productores primarios, en tanto los intermediadores y los agroindustriales se inflan de ganancias.
Alguien dijo a la prensa nacional e internacional que el presidente Maduro ya tiene una estrategia para gobernar en un ambiente de menores ingresos en divisas petroleras. No sé si se trata de líneas de crédito, de reservas ampliadas con convenios internacionales, de ventas de petróleo a futuro sobre nuevos precios estimados en medio de esta caída drástica. No es bien vista la venta de activos para gastar a manos llenas. Es posible que pronto informen sobre el tema con mayores detalles, pero de algo si estoy seguro, no creo que esto que aparece como oportunidad de la agricultura (todavía preliminar) esté en la mesa del Presidente. Incluso si preguntara ¿Cómo pagar las importaciones masivas de alimentos? no encontraría respuestas inmediatas, más que aquellas que supusimos se basan en encontrar saldos de caja favorables para seguir con el relajo agro-importador.
Es posible que un cambio de estrategia permita que digamos ¡Así, así, así es que se gobierna!