Los efectos del sabotaje petrolero de 2002 se han quedado pequeños, frente a las consecuencias actuales y por venir, producto del mortal ciclo destructivo que hoy enfrenta la industria petrolera nacional. Esta "transición o metamorfosis", iniciada en 2002 con dicho sabotaje por así llamarlo, dejará heridas y huellas profundas. Estas huellas y heridas, aunque delicadas serán recuperables, aunque no sin pasar por un proceso traumático tanto para el país y el negocio petrolero.
De no atender con premura y urgencia la actual coyuntura, PDVSA se adentrará más y más en esa espiral suicida en la que ya se encuentra, al no tener acceso a sus mercados naturales, al verse restringido de manera creciente solo a satisfacer compromisos con China y Rusia, empujándola hacia su segura asfixia operacional y financiera. El ministro de Petróleo y Gas Natural de India ha cerrado las puertas en la cara de Quevedo [https://www.aporrea.org/internacionales/n338317.html], al haber instruido a sus empresas y organizaciones a abstenerse a hacer negocios con PDVSA [https://www.spglobal.com/platts/en/market-insights/latest-news/oil/031119-ceraweek-india-committed-to-reducing-imports-of-venezuelan-crude].
Era prácticamente su ultima "carta". Una dura lección que tanto el gobierno, como cualquier futuro sucesor deben absorber y comprender. Primero debe estar siempre por delante el "único y genuino" interés nacional, ante que cualquier otra bandera política o la desgastada y anacrónica hermandad bolivariana.
La vorágine que ha envuelto a PDVSA tiene cuerpo e identidad. Tiene cuerpo e identidad en la vulgar corrupción, militarización y politización a que ha sido expuesta y sometida PDVSA. Tiene cuerpo e identidad en el mal manejo político y geopolítico que se le ha dado. Tiene cuerpo e identidad en las manos irresponsables e incompetentes que han llevado las riendas de nuestra industria. Así lo habíamos venido advirtiendo desde 2007-2008, ante las aberraciones que dejaba entrever la gestión que venia ejecutando Rafael Ramírez, Eulogio del Pino y su equipo, como así lo hemos advertido abiertamente también desde la llegada de Quevedo en Noviembre’2017.
Ya en medio de esa estrategia iniciada en 2002, abiertamente declarada a partir de 2015 y radicalizada a partir de Enero’2019, la situación del país y PDVSA se torna particularmente delicada. Desde 2015, las sanciones impuestas contra Venezuela se han radicalizado aprovechando el estado de marcada debilidad política y financiera del gobierno y PDVSA.
Inobjetablemente no todo el mal es producto de ingerencias o estrategias externas/imperiales, sino por el contrario y en gran parte, ha sido el producto de estrategias erradas, galopante corrupción y lo peor de todo, presidentes y directivas que desconocen totalmente el negocio energético. Es también el resultado de un degenerado aspecto laboral y operacional interno, de su desmotivado y poco preparado personal y de una inexistente gerencia y supervisión. Una industria cuyo personal y cuyas operaciones, prácticamente andan a la deriva y donde su liderazgo aparenta estar más pendiente de "otras cosas" y no de construir, producir, ni menos aun, agregar valor.
Durante el ejercicio 2017 con un barril criollo promedio US$44.5, la brecha entre el ingreso bruto real (excluyendo volumen interno) y aquel que se hubiese obtenido de haber sostenido la producción de 2008 de 3.26 MMBD, ya sumaba unos USD9.140 millones. Increíblemente dicha brecha se disparó durante 2018 a la bicoca de US$37.700 millones, aun en medio de un alza significativa de nuestra cesta hacia los US$58.6 por barril, como resultado de una creciente caída de producción, que aunque ya venia gestándose desde 2008, se agudizó de forma pronunciada desde mediados de 2014.
Para el ejercicio 2019 se espera que dicho "gap", aun a pesar de un barril podría promediar para cierre del año unos USD48.5 @ USD49.5, estará en el orden de USD39.500 millones, resultando en un ingreso bruto esperado (excluye volumen interno) del orden de tan solo USD7.450 millones.
Por su lado, la ya mermada producción se presta a un desplome aun más pronunciado, como consecuencia de las sanciones impuestas desde Enero’2019. Hemos proyectado vía "big data/AI" para el cierre de Febrero’2019 una producción en el entorno de 1.201/914 MBD según formato OPEP directo/secundario. Para el mes de Marzo, dicha caída podría agudizarse hacia unos 1.078/889 MBD OPEP directo/secundario. La incertidumbre hacia lo adelante dependerá de la intensidad de las sanciones y de la dirección que pudiese tomar la política criolla, sin embargo, de continuar con las señales actuales el promedio para el cierre 2019 podría ubicarse en el entorno de 1.120/910 MBD.
De confirmarse dicha cifra y de radicalizarse las sanciones, la capacidad real de exportación de la industria petrolera nacional tenderá prácticamente a "cero", apoyada solo en ciertos inventarios del orden de 47 MMBbls, con tiempo de vida que podría estar unos 25 a 30 días (@ F/Febrero’2019). Sin embargo, al reducirse el acceso a clientes dispuestos a comprar nuestros crudos, la industria ineludiblemente cerrará producción paulatinamente, a medida que se fenece la capacidad disponible de almacenamiento. Dado lo elevado y creciente de los costos de producción y ausencia casi total de acceso a mejoramiento/dilución, los pocos barriles excedentarios de producción de crudos pesado/extrapesado en un 70+%, no tendrán suficientes grados de maniobra alguna en su precio de realización y serán prácticamente rematados probablemente en altamar (swap).
Maduro ha equivocado el camino y ha puesto nuestra industria y su futuro en riesgo, no solo desde ahora, sino desde su entrada al poder al dejar correr el mal ya iniciado por Ramirez/Del Pino y luego al poner a PDVSA en las manos de Quevedo. Pero lo que hemos visto de Guaido y de su entorno no nos gusta y no lo compartimos; por el contrario lo rechazamos. Lo que ha propuesto Guaido es tan o más destructivo que lo que el dice querer cambiar/enmendar. Lo que hemos visto de Guaido es una mera entrega, un mero negocio y una mera venta solapada de nuestro país y sus recursos. La situación no pinta bien para Venezuela en las circunstancias actuales. De no corregir inmediatamente el camino, innegablemente el daño y el costo para todos será cada vez mayor, sobretodo para el más pobre y necesitado. Dios proteja Venezuela y Dios proteja al Venezolano digno.