Pocos hablan del manejo de la industria petrolera por el gobierno de Chávez. Lo común es que lo califiquen como el "mal manejo de PDVSA", incluidos Maduro y los representantes de su gobierno. He aquí un elemento para la discusión: PDVSA como monopolio de Estado...
Después del paro petrolero, en aquel momento, había que resolver un problema político con la dirección de PDVSA, no tanto técnico. Había que cambiar la filosofía de la principal industria del país ahora pensada como herramienta para apalancar el desarrollo de la nueva sociedad, no en función de un crecimiento económico abstracto, de un IPC y PIB vacíos de realidad social. Lo primero fue lo que se intentó hacer creo que con relativo éxito. Inclusive, se intentó que la misma empresa sirviera a la vez de ensayo para las transformación del Estado burgués en un Estado socialista de transición, modificando sus relaciones laborales, abriéndose a la sociedad, haciéndose más permeable, participativa y protagónica, esta fue su contribución, importante si la comparamos son el resto del gobierno.
Repensar a PDVSA como motor de la revolución fue la idea que sirvió de base a lo hecho por Chávez y Ramírez, ahora criticados, en su mayoría, sin muchos argumentos sólidos, con más prejuicios que razones, más envidia que buena voluntad. Se puede cuestionar el plan de plena soberanía petrolera y discutir algunas decisiones tomadas. Hay quienes critican la validez del esquema de empresas mixtas por haber cedido con él parte de nuestro patrimonio – hasta el 40% de acciones para una de estas multinacionales es bastante concesión, dicen algunos –, pero esos acuerdos, a cambio de transferencia de tecnología y el control total del negocio, esa decisión dio un gran paso hacia delante: había que tomar el control del negocio a favor del país, porque el otro modelo, el de los contratos de servicios (convenios operativos) fue un fraude, un robo de dinero; el Estado no tenía el control sobre las operaciones fundamentales de la empresa (producción y comercialización), más todas las marramucias que se hicieron, los famosos descuentos y exoneraciones al pago de impuestos y regalías; con el manejo de la PDVSA meritócrata se intentó "independizar" la empresa del país, como una especie de "Canal de Panamá" de Panamá. Más allá de estas consideraciones Venezuela después del paro petrolero recuperó soberanía sobre la industria, tuvo mayor control sobre las operaciones de PDVSA – para no exagerar diciendo que "todo el control" – y hubo transferencia de tecnología. Otros criticaron (en consonancia con la derecha, entre ellos Maduro-Eulogio del Pino) la absorción de empresas de servicios petroleros, en muelles, remolcadores, etc. o sea, la eliminación de la "tercerización" de los trabajadores los cuales fueron incluidos en las nóminas de la industria estatal. A pesar de que parecía una mala decisión, eso supuso un ahorro considerable para la empresa por los costos altísimos de los contratos con estas prestadoras de servicios, o sea que fue una decisión bien calculada a favor del país y la revolución.
No tengo intenciones de justificar los errores cometidos, ni siquiera de calificar las decisiones tomadas como errores o aciertos; solo intento señalar lo que motivó a Chávez hacer de la industria la vanguardia de la revolución. Sobre los errores y las decisiones calificadas como tal, eso sería otro cuento, un debate más profundo que toca la cuestión de cuál es el terreno legal y legítimo de la revolución en todo ésto y cuáles son los derechos de la democracia burguesa que reclaman ahora muchos críticos; otro asunto, que amerita explicaciones dentro del contexto de los cambios políticos, más allá de ser vistos como fallas administrativas o casos de corrupción… más las fallas administrativas y los casos de corrupción pero vistos desde la óptica de la revolución.
La industria petrolera es formalmente, constitucionalmente, de todos los venezolanos, no solo de los que saben, de los técnicos y administradores, y de los ricos, eso lo entendía Chávez, y por eso debía estar al servicio de toda la sociedad por igual; su mando debería ser político, por su papel estratégico en la economía mundial y para fundar nuestra independencia definitiva. Sus ganancias se podían invertir en una sociedad nueva y mejor, y que en ningún caso fueran a parar a manos privadas o no-social. Bien gerenciada, por un líder revolucionario, un político, no un tecnócrata, podía convocar a los obreros, técnicos e ingenieros más capacitados del país, así como políticos, intelectuales, cultores, educadores, ambientalistas ¡Si no se pudo lograr del todo, por lo menos se intentó!, (seguimos hablando de cuando Chávez estuvo vivo).
PDVSA un monopolio de Estado
Una de las críticas más comunes al manejo de PDVSA es que el gobierno la hizo responsable de administrar actividades fuera de su campo propio del petróleo (PDVSA industrial, Misión Ribas, Misión Vivienda, PDVAL, etc.). Sin embargo, la industria petrolera, debido a su tamaño y experiencia gerencial, bien ha podido monopolizar, como una gran corporación, toda la actividad económica industrial y fundamental del país y más allá, sin muchos problemas de orden político. No fue así exactamente, pero lo ha podido hacer bajo las exigencias de la revolución. Si lo hacía Polar, con la industria manufacturera de alimentos, ¡si lo hacen las cuatro familias que dirigen la economía del país!, con más razón lo podía hacer el Estado venezolano, con el petróleo, con el hierro, el aluminio, cemento, con la petroquímica, la industria química y farmacéutica, y muchas otras, textil, del calzado, de artículos de aseo personal y limpieza, teniendo a la revolución detrás y siempre a PDVSA como base, como centro de formación y de control de la economía socialista.
Si el problema era el monopolio ¿Cuál es el prejuicio con eso? ¿Que se acaba la competencia? ¿Cuál competencia? Vivimos en una sociedad acostumbrada a que no haya competencia. Ninguno que se llame marxista-leninista, desde el punto de vista conceptual y político no podía ver, ni puede ver ahora, un problema, un prejuicio conque el estado monopolice la economía, necesaria para el país.
Para los que hablan del "capitalismo de Estado", los males siguen estando del lado del capitalismo, no tanto del Estado (que los hay, por supuesto, y muchos); Los males del capitalismo siguen mientras haya capitalismo. La corrupción decadente está del lado de capitalismo y la decadencia capitalista, no del socialismo, ni siquiera del Estado socialista, porque el socialismo es un ideal rector de la conducta humana, una "razón sagrada", moral, para actuar, su forma más acabada es la conciencia del deber social, la crítica y la autocrítica, el debate público, el socialismo no es un hecho acabado, no yace cosificado en ningún lado, no son los Clap, eso es populismo barato, pero tampoco las Misiones sociales, sus médicos y sus viviendas, esos son solo consecuencias del socialismo. En un proceso de cambios revolucionarios, el Estado sigue siendo indispensable para educar y desarrolla la nueva sociedad y la nueva conciencia social (la dictadura del "Estado socialista", del "proletariado"). Esa es otra discusión teórica que no termina de hacerse, los "especialistas" no la hacen, están cargados (y cagados) de prejuicios con la idea de democracia, libertad, y toda una paja liberal que no se pueden borrar de la cabeza…, de "izquierda" a derecha.