Las recientes nacionalizaciones de las empresas privadas de servicio eléctrico ratifican el carácter de seguridad y defensa que Chávez –como militar que es– ve en ellas; pero, ¿qué ocurrirá cuando Chávez ya no esté en la Presidencia? Si en diez años de gobierno, aún no ha logrado consolidar el poder, nadie garantiza que aunque consiga dejar un heredero político, éste se mantenga aferrado a empresas públicas que además de las grandes pérdidas que arrojan y las ingentes inversiones que reclaman, no logran prestar el servicio eficiente que la LOSE les ordena. Este “heredero político” sólo alegaría que está aplicando una ley que promulgó el Comandante.
Durante el paro, las empresas eléctricas se mantuvieron firmes en la prestación del servicio; de no haber sido así, este tema no estuviera siendo tratado, pues quien lo expone aparecía en una “lista negra” (que aún circula por Internet) de “periodistas” que era necesario eliminar. Chávez quiso corresponderle a la Federación Eléctrica su fidelidad y le ofreció la oportunidad de rescatarlas. Entre un reducido grupo de sindicalistas surgió la confusión de que la habilidad manual generaba destreza gerencial y pretendieron la sustitución de algunos cargos, con resultados que contradijeron sus afirmaciones. Alegaban que los culpables del desastre de las empresas eléctricas éramos los profesionales universitarios, por lo cual se hacía necesario el despido de unos y el sometimiento de otros. Ciertos niveles ejecutivos propuestos por la Federación se han mantenidos fieles a ella; otros, se sacudieron pronto la tutela, cuando entendieron la inconveniencia de mostrarse como si fueran instruidos en cada una de sus decisiones.
En el Socialismo del Siglo XIX debe plantearse la necesidad de que los profesionales universitarios luchen por obtener la dirigencia sindical; no sólo que se sometan a ella, o la combatan cuando consideren que aquella se excede en la pretensión de aplicar una mala interpretación de sus derechos. Ya no se trata de que “la clase obrera enfrente a sus opresores, y de que nosotros seamos instrumentos de los últimos”; en la industria eléctrica, el personal técnico supera ampliamente en los beneficios salariales al promedio de los profesionales universitarios; además, es el gobierno socialista el que propugna mejorar los niveles de vida –entre otros– de los empleados que dependen directamente de él. La mayoría provenimos de familias sencillas y nuestra labor intelectual es tan valiosa como su trabajo manual. Cada quien se preparó para desempeñar una actividad específica, y sólo se requiere que ambas se armonicen; no un enfrentamiento por la pretensión de que una de ellas sea más importante que la otra.
La creación de la Corporación Eléctrica Nacional es, obviamente, el último intento de este gobierno por lograr, por lo menos la eficacia en un grupo de empresas que resulta imposible convertirlas en eficientes. Lamentablemente, algunos que “saborearon las mieles del poder”, se resisten a aceptar que contribuyeron sustancialmente a empeorar la situación de la cual culparon a otros. No faltará algún irreconciliable para quien sea más importante el cargo que la empresa y pretenda ejecutar acciones de presión para lograr sus propósitos totalmente personalistas.
La reciente nacionalización de algunas empresas eléctricas le permitirá al gobierno evaluar los sistemas y procedimientos que las hacían rentables y aplicarlos a aquellas empresas públicas que ni siquiera son eficaces. Las estadísticas de las primeras son un valioso instrumento para evaluar las segundas, porque no faltará quien presente cifras de aparente mejoría que no se correspondan ni con el mínimo necesario para justificar algunos cargos y gastos.
No hay soluciones mágicas; ni de corto plazo. Tal vez políticas; pero, no necesariamente partidistas. No debe desecharse la experiencia técnica porque no se comparta la ideología política, en quienes se dan por completo a la empresa. Tampoco deben concederse prebendas políticas en estas empresas, sólo por “vestirse color de gobierno”. Es cierto que lo ideal sería un profesional de alta competencia técnica, comprometido racionalmente con este proceso; pero, en su ausencia, uno comprometido con la empresa.
De iniciarse rápidamente las obras requeridas; en el bicentenario del 19 de abril, podremos afirmar que “somos autónomos en la industria eléctrica”, porque para ser soberanos necesitamos una profunda revolución científica y tecnológica, que “agentes externos” la obstaculizan. Mientras tanto, no debe correrse el riesgo de subvaluar los activos, mientras la LOSE no sea enmendada.
Para concluir; es necesario señalar que antes de que ocurriera el apagón por falla en la línea de 800 kilovoltios, ya había advertido en otros escritos del riesgo que se corría si se producía una falla prolongada en esta línea de transmisión. Presenté a consideración de un ente gubernamental algunas sugerencias para tratar de resolver lo más rápidamente posible una contingencia en la mencionada línea, la cual no deja de ser “el talón de Aquiles” del sistema interconectado y constituye el punto más débil de nuestro sistema de seguridad y defensa.
De producirse la tan anunciada invasión al país, ya sabrían por donde empezar. Como los versos políticos están de moda –porque le llegan más fácilmente al corazón de nuestro pueblo–, es conveniente utilizarlos para advertir las consecuencias de que esa lamentable acción se produjera. Parodiando otro de los versos de “El Apagón”, se podría decir que: “Al cesar el apagón / y prenderse los bombillos/ un “viva” dirán los pillos / que han entrado a la nación” / ¿Dónde estará el Presidente? / preguntan sus seguidores / ¡Pues no será en Miraflores! / Responderá mucha gente”
*Ingeniero Electricista (luiserangel@hotmail.com)