Ya se completo el ciclo: la Mesa de la Unidad Democrática (MUD??) y el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) procedieron a elegir a sus candidatos. Aunque hablar de elecciones significaría equiparar las consultas, y sin lugar a dudas hay diferencias importantes.
En 1er lugar, hay una distancia por el tema de la concurrencia. Mientras que la elección de la MUD fue parcial, no sólo en el número sino en los espacios,; la del PSUV fue total: en cada uno de los 87 circuitos que conforman las circunscripciones electorales.
En 2do lugar, hay una diferencia en la forma de entender la democracia que quedo manifestado en las formas de concurrencia y resolución electoral. Para la MUD la lógica democrática preponderante, está asociada a lo que se denomina la teoría elitista de la participación. En esta interpretación la participación es democrática pero sólo entre los pocos que reúnan un conjunto de condiciones, entre las que resaltan la virtud que se asume como conocimiento entre iguales. Dicho así, es democrática la “elección” de la MUD pues se dio entre iguales: los miembros de los partidos que formaban la mesa. En respuesta contraria, el PSUV generó una consulta que se concretó en una cifra: más de 3500 pre-candidatos sometidos a la voluntad popular. Esos candidatos fueron penetrados, escrutados y analizados por las percepciones que los militantes tenían sobre ellos, para permitirles o no la representación.
En 3er y último término, hay una diferencia muy marcada en cuanto al tema de la transparencia electoral. El PSUV hizo público el total de concurrentes y las actas, así como las cifras; en cambio la MUD se reservo esa información. Subyace en este comportamiento otra muestra contundente del temor a la participación mayoritaria sin duda alguna. Ahora bien luego de las concluidas las primarias y más allá de estas diferencias vienen un conjunto de retos que deben ser asumidos.
Para el PSUV, se trata de ponderar el accionar de aquellos candidatos que como Calixto Ortega, María de Queipo, Rafik Souki, por sólo nombrar a diputados zulianos, tuvieron unos niveles de compromiso y responsabilidad política muy importante en el lapso 1998-2010. Creo que no puede ser puesto en duda el compromiso que asumieron, la demostrada capacidad política manifestada, pero a pesar de ello; las bases enviaron un mensaje claro: quieren mantener un contacto más directo con sus representantes y ello con la finalidad de profundizar en la construcción de la idea de democracia y su sombra siempre fiel: la participación. El PSUV y sus responsables políticos deben evaluar este mensaje que fue remitido en forma de la voluntad general por sus militantes. Es un mensaje acerca del propio futuro del proceso revolucionario y las oportunidades de profundización del protagonismo popular en lo que resta del siglo XXI.
Por su parte la MUD, tiene el reto de ver como construye un discurso que hable de democracia cuando más del 80% de los candidatos que presentan, no fueron fruto de una elección verdaderamente democrática. El reto de criticar a Chávez, sobre la base de un supuesto – o real- autoritarismo, se ve seriamente comprometido ante la dinámica mediante la cual “eligieron” a sus líderes. Este aspecto es más preocupante, sí se considera las apreciaciones que tanto Luís Vicente león – Datanalisis- como Alfredo Keller han hecho sobre las expectativas de los electores que se definen como antichavistas. Ambos coinciden que ese sector pide a gritos una propuesta alternativa y eso precisamente, es de lo que más carecen en estos momentos. Sí la MUD no logra articular una propuesta alternativa a Chávez, más allá de la simple asignación de culpas, estaríamos asistiendo a una situación en donde el PSUV aseguraría de nuevo la mayoría.
Esto que decimos no debe generar exceso de confianza en la dirigencia del PSUV, ellos tienen el reto de generar un debate acerca del tipo de socialismo que impulsan estos candidatos. Creo que debe pasarse en el seno del partido, del maniqueísmo del uso del rojo para demostrar el carácter revolucionario, a un verdadero debate de ideas sobre cómo impulsar y entender el socialismo del siglo XXI, que aun no existe y debe ser construido sí se quiere mantener los espacios que se han conquistado. De lo que hablamos es una dinámica que conduce finalmente a pensar la vida democrática en las zonas que menos han sido debatida: en los espacios internos de las organizaciones partidistas. Sí vemos los procesos de los dos (2) últimos domingos, notamos una misma expresión: antichavistas y chavistas coinciden en que es importante el espacio de opinión a lo interno de las estructuras de participación ciudadana. Es decir, ambos coinciden – por encima de sus diferencias de apreciación ideológica- que la consulta entre los militantes es el mejor vehículo para dilucidar la forma de conducir la política en el hoy.
Construir la democracia a partir de estos procesos internos, tendrá su impacto en la propia vida social del venezolano. Ambas fuerzas se debaten en el campo de lo propositivo: el PSUV en sugerir un modelo socialista y la MUD, en sugerir una alternativa al agotamiento de la democracia representativa. Como sea, ambas actitudes es una ganancia y un avance para la vida política y para la representación de la democracia.
*Historiador
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