¡Qué tal, camarada! Todos atentos y tratando de hacer algo por nuestro inédito proceso revolucionario hacia el Socialismo (en etapa incipiente) desde las profundas marañas del Capitalismo (en su marcha continua), en lo que se pueda o nos lo permitan.
Inserto acá un súper cordial saludo a “la Gente de Aporrea” -en todos sus niveles y sin nombrar a los más conocidos para no ofender a los menos- que ha logrado, con tenacidad y constancia, consolidar un espacio informativo revolucionario que cubre un buen espectro de penetración y que quienes opinamos queremos, deseamos, a mi manera de entender, que nuestro hermoso proceso de cambios en democracia transite por el camino de la perfectibilidad. ¡Felicidades a todos, productores y lectores!
Bien. En anteriores artículos he expuesto que los que viven en La Gran Caracas, además de contar con un alcalde a quien admiramos por su voluntad de acción socialista y por la jefa de gobierno que colma las mismas condiciones, cuenta con la sede del poder del Líder más activo que ha tenido Venezuela y, tal vez y sin ofender a nuestros amigos, cualquier país latinoamericano, con la marcada excepción de Fidel. ¡Una ventajita, nomás!
Este accionar al que me refiero es a hacer un gobierno firme y que tienda a reducir los desequilibrios sociales. ¡Una pendejada!
Algunos de quienes me han honrado con su lectura saben, o suponen, que vivo en la zona metropolitana norte de Anzoátegui; por eso mis comentarios, buenos o malos, pueden estar equivocados con relación a otros estados, aunque amigos revolucionarios que viven en algunos de esos espacios me dicen que va parecido.
Basta leer opiniones de muchos Aporreadores, que estamos regados por todo el territorio libre de Venezuela.
Apreciado, camarada, lo que expondré no lleva una carga contra nadie del partido, aunque le caerá a aquellos que no ponen interés, o no saben conducir gobiernos locales o estadales, sólo serán comentarios de parte de la cotidianidad vivida por mí.
Por cierto, camarada, siempre que criticamos hacia aspectos negativos recibimos un mayor rechazo de las autoridades –pero cuando son loas sobran las sonrisas-, a veces, en función de las prepotencias, son implacables.
Estas deficiencias locales, o regionales, gravitan en la gestión de Chávez. O en su imagen.
Primer caso: motivado a que tengo un corolita 2001, como es lógico se daña, he tenido que llevarlo por cambio de correas, bujías, etc., pero las más molestas son por deterioro de tripoides, aun cuando le hacemos mantenimiento preventivo. Motivo: estado de las calles.
Y mientras estamos en un taller en Pto. La Cruz, escuchamos a todos –-populares los más–- quienes llevan sus carros por distintas razones mecánicas, ¡coño, qué caro!, “es que no se consiguen los repuestos, aunque tal vez te consiga uno no original”. “Con estas condiciones y el peo de la escasez de alimentos Chávez nos está matando” Y bla, bla, bla…
Alguno que otro mecánico ayudante –porque no se consiguen buenos mecánicos en los talleres, hay mucho improvisado –-falta una de las buenas políticas de formación de mano de obra–- “Noo…, chamo, Chávez le está poniendo; allá el gobernador y el alcalde que no hacen nada”. Y se prolongan los contras más que los pros ya que muchos desconocen los logros revolucionarios –-fallas en la política informativa–- y, además, no aprecian nada revolucionario en las calles, por el contrario su deterioro, que en muchos casos nos lleva a los talleres.
Otro caso. Caí en un hueco y, ¡tas!, adiós amortiguador. Además, cuando pasaba un policía acostado golpeaba, y cuando me tocaba girar a un lado en una cuneta se sentía un ruido seco. Buscando el ahorro y más que eso, la posibilidad de repararlo, me llego aun sitio muy popular en Barcelona donde acondicionan los amortiguadores.
Mientras esperamos que abra el taller, a las 7.45 a.m., escucho: “Buena vaina con esa idera de la luz, estamos hartos” Otro: “igual está pasando con el agua” Agrega uno más escualidón él: “Y Chávez regalando dinero parejo. Y petróleo, fíjate el que le regalamos a Cuba”; otro agrega: “Por eso PDVSA está quebrada, no lo dicen pero todos lo sabemos”
Y continúan las quejas. Yo permanezco en el carro, esperando que abran, y queriendo participar, pero pienso que sería inútil porque son varios, 6, muy alterados, y más porque coinciden todos.
Cuando levanta mi corolita y bajan el amortiguador, ¡sorpresa!, el espiral está reventado. Todos lo observan y comentan, ¡seguro que cayó en un huecote! “Cuando bajen el mío será igual” Dígame el mío, caí en una zanja… mejor dicho un zanjón” “Y nadie del gobierno paga eso”. Otro: “Bueno, a mí se me jodió el tren delantero”
Y llegan taxistas, por puestos, etc. “No hay real pa´asfaltá, pero sí para regarle dólares a los países” Otro: “Aunque sea pa´tapá los huecos, nojoda”
Intervine: pero no es culpa de Chávez, esas actividades corresponden a los alcaldes. Y al gobernador. “Qué va, amigo, Chávez sabe la cagada que están poniendo” Digo: tal vez no. “Mire, mayor, ¿usted cree que Chávez no tiene quien le informe de lo de aquí?, lo que pasa es que lo taparean. Incluso los del PSUV”
Ante la incómoda situación con personas muy populares preferí callar, porque, además, en muchos casos tienen la razón, pienso.
Acá recalco mi solicitud al Presidente de que llame a Botón a las autoridades de cada estado. Que los confiese. Que mande gente de su confianza extrema –-preferiblemente no conocidos de las autoridades estadales y locales, o sea, ni de jerarcas del PSUV–- a evaluar lo que “no están haciendo”. Que recorran las calles, pero solos.
Lo ideal, que Chávez viniera de incógnito. Y en su carro personal.
Hemos insistido, como recomendación eminentemente política, más hacia la batalla electoral del 26 de setiembre, que debemos resolver el problema de la vialidad llena de huecos (acá se habla de Huecolacruz y Barcelohueco) La sufrimos todos. Los taxistas, los porpuesteros, los buseteros y autobuseros, ah, y sus pasajeros que son pueblo. También los transportistas, los motorizados –-con sus barrilleros (familias completas, a veces) –--. Todos, pues.
Porque obras puntuales de unas viviendas por allá, otras pocas por aquí, no benefician sino a unos pocos. No vale, ni siquiera, que muestren en VTV o TVes, un micro de una señora llorando saliendo de un humilde rancho, agradecida por una vivienda. Esto no les llega a los millones que no ven televisión, menos nuestros canales. Aún siendo de la clase popular.
No importa que se aprecie como una medida efectista. Pero, vale.
Lo que ocurre, que suponemos es por ignorancia más que por perversión, es que no hay una política de mantenimiento preventivo, donde funcionaría a la perfección el empoderamiento popular –-tal vez, a mi parecer, lo más revolucionario y socialista–- No se tapan, ni bachean, técnicamente los huecos a la espera de hacer un asfaltado total, más costoso, ¿más jugoso? Mientras, que sigan las molestias cotidianas.
Destacamos que aprecian La Revolución los que reciben directamente ayudas. Becas, Misiones. Los que logran trabajar en una empresa socialista. Algunos que están en el campo de fincas rescatadas. El resto ni se entera. No les llega.
Si acaso los que se benefician con los Pdval, los Mercal donde, de paso, también compran escuálidos vivos que, sin embargo, continúan despotricando.
Otro caso: aunque he querido dejar de comprar pan por ser un producto caro por utilizarse materia importada, y prefiero, también porque más me gustan, las arepas (que hasta preparo yo mismo para asegurarme, democráticamente, de ese gustazo), pero en casa hay alguna preferencia por el pan de trigo, debo pasar por la panadería (ruta a mi casa en la zona rural de Puerto la Cruz).
Uno de estos días, en la caja, el escuálido que atiende la cola, al momento de pagar expresa a viva voz “ahí está ya cayó Makro en manos del gobierno. Y también Monaca, la que muele el trigo”, La señora, escualidota, que me sigue: “Qué más podemos esperar de este gobierno de arbitrariedades”. Contesto en tono alto: “y si esta panadería sigue especulando, acaparando y explotando a sus trabajadoras, también le aplicaremos la justicia como a esas empresas explotadoras de sus trabajadores. Que es lo que viene haciendo el presidente a favor de las clases populares con estas medidas”
Recogiendo mis “canillas calientes”, le digo en alta voz, siendo este un comercio deberían respetar a los clientes y evitar comentarios que generan desacuerdos. Salgo y el portu se queda hablando mal.
Lo que ocurre es que en esa panadería –-como en la mayoría–- hay alguna irregularidad, y cada vez que las observo les reclamo a los portugueses. Ejemplo, cualquiera de las muchachas que pasan 8 horas diarias caminando detrás de los mostradores –-porque no hay sillas ni taburetes–-, ni les dejan comerse una “pastica”, de pronto en una hora no pico las ponen a pasar coleto y a limpiar las mesas de afuera (además de que limpian los mostradores).
“Portu, no deberías ponerlas en esas labores” “No, ellas luego se lavan las manos”. Insisto, “es que debes contratar a una persona para la limpieza” Y las trabajadoras me lo agradecen con los ojos, si hablan las botan. Además, las cambian de tiempo en tiempo por no acumular prestaciones. Y les pagan salario mínimo.
Me permito aclarar algo sobre este tema salarial. Creo que se ha tergiversado el concepto de “salario mínimo”. Para mí, lo interpreto del término mismo, el espíritu que generó ese concepto se refiere a que es “lo mínimo que un trabajador debe cobrar, o lo que se le debe pagar”, el resto es un salario acorde con cada actividad.
Pero los vivos es lo que le pagan a casi todos los trabajadores, aun cuando las características de los trabajos y el tiempo de trabajo varían.
Los trabajadores de talleres, de areperas, los informales, pasan por situaciones de abandono, no les llega la Revolución, menos el Socialismo. Por eso mi artículo anterior sobre poner el Sistema de Seguridad Social, con la utilización del IVA, que beneficiaría a todos desde ahorita mismo. Sería humanizar más el proceso y un golazo del gobierno. ¡No habría pa´más nadie, sólo Revolución!
Bien. En Resumen. Lo que quiero significar es que la información gubernamental de la gran cantidad de aspectos positivos no llega a las clases populares. Pero sí les llega, diariamente, la negativa que muestra la oposición y por la radio bemba opositora que se riega rápido por la desinformación masiva.
Hay que hacer un esfuerzo por mejorar la eficiencia en las obras públicas básicas. Exigir a las autoridades meterle el pecho, ¡YA!
Y, dentro de las propuestas que he hecho sobre política informativa, sacar por minicadenas, y periódicamente cercanas, un conjunto de acciones, como sabemos, todas positivas. ¡ES URGENTE!
¡Patria, información o muerte!
edopasev@hotmail.com