Sr. Presidente, piense un poco en que el peor enemigo lo tenemos dentro

(ENSARTAOS.COM) Recuerdo, que en una ocasión el Presidente hablaba en un acto y de pronto se escuchó una severa rechifla al nombrar él a un Gobernador que estaba sentado a su lado. El Presidente se desconcertó y se molestó un poco pero con su habitual serenidad de inmediato respondió: “bueno, señores, ese no es el enemigo…” y las protestas a regañadientes fueron cesando. El pueblo obediente y amoroso con su máximo líder, como niño que había cometido una travesura, calló y fue a colocarse bajo el ala protectora del padre sabio y razonable.

Pero sí, señor Presidente, el pueblo allí tenía la razón, porque luego el referido gobernador salió por la puerta de atrás con el rabo entre las piernas y nunca más lo volvimos a ver como revolucionario y como nada. El olfato del pueblo, como decía nuestro Libertador es infalible, y en ocasiones Comandante, superior al suyo.

Existe un avasallador y aplastante desencanto en el pueblo con la gestión de casi todos los gobernadores y alcaldes. E incluso podría decirse que no existe en Venezuela un solo alcalde que valga la pena. Casi todos son indolentes, miserables, abandonados, lerdos y ladrones.

Y en los organismo públicos la situación también es muy trágica, viendo lo que ha pasado con esas 20.000 toneladas de alimentos dañadas, y que no hubiese un solo ser entre miles que lo alertaran. ¡En qué país vivimos, Dios mío! Pero yo denuncié hace unos seis meses por Aporrea la pérdida de 490 kilos de leche en el almacén de Conservas Neptuno, asociado con PROINPLAT, situado en la carretera, vía Santa Bárbara del Zulia, sector El Caracolí, kilómetro 14, y nadie investigó ni hizo nada. Y no hablemos de la educación, vivienda y la salud, que sería para un rosario más largo que el que lleva el cuello Satanás.

Esa es la profundad realidad, señor Presidente. Y el pueblo, comienza a sentirse fatigado y aburrido de todos estos mandatarios mediocres y torpes, y como en la época de los gobernantes adecos y copeyanos le atenaza el sentimiento de que ya votar tampoco vale la pena. Sin ninguna duda el pueblo honesto y luchador cree en usted y sólo en usted deposita toda su confianza, pero en nadie más. Y sépalo, señor Presidente, algunos de sus ministros le traicionan, van por allí imponiendo pequeñas taifas, imponiéndole tremendos lagartos hartos conocidos por el pueblo como si fuesen dechados de virtudes y grandes luchadores sociales, y usted comete el error hasta de elogiarlos sin conocerlos.

Ponga, señor Presidente el oído en el corazón del pueblo más que en la gente que le rodea. Oiga sus pálpitos, deténgase ante sus clamores, coja el pulso de ese pueblo que lo sigue con devoción.

Hemos llegado a un punto crítico de la revolución y es necesario darle un gran impulso verdaderamente desde la base, porque ya hemos creado demasiada frustración entre sus más genuinos líderes.

Como nos lo decía el padre Bolívar considere también que hoy nosotros COMO LA CORZA HERIDA LLEVAMOS EN NUESTRO SENO LA FLECHA Y ESTA VEZ QUEREMOS QUE ELLA NO NOS DÉ LA MUERTE SIN REMEDIO COMO OCURRIÓ EN AQUELLA OCASIÓN DE 1830.

QUE MÁS NUNCA NUESTRA PROPIA SANGRE  SEA NUESTRA PONZOÑA. PIÉNSELO, SEÑOR PRESIDENTE.


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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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