Precisamente, en honor y respeto que profesamos a ese gran maestro revolucionario que fue Marx, debemos salirle al paso a los charlatanes de hoy que en un arranque o expresión natural de mediocridad mezclan el odio y el rencor hacia el pueblo cubano. De verdad, hay charlatanes que hablan “de lo grande” de “democracia”, cuando en realidad son unos verdaderos delincuentes de la política. Inclusive, hablan de un nuevo colonialismo, cuando en realidad ellos mismos son seguidores de las políticas asesinas del gobierno norteamericano, que llenan de miseria, hambre y muerte a los pueblos del mundo. Además, estos mismos personajes de marras son colaboradores directos de los paracos (así se conoce a los paramilitares colombianos), que han sembrado el caos y el miedo allá en Colombia y ahora acá en Venezuela.
Además de esas admiraciones erradas y tendenciosas, la casta de charlatanes, escuálidos y mazamorreos, son devotos de Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos, Alan García, Barack Obama y el Rey de España. Esos son sus héroes y semidioses; idolatran su cultura, su “democracia”, su sistema político y económico; en tanto desprecian a su patria y a su pueblo, a sus leyes, al Estado y al gobierno. Odian con irracionalidad al presidente Hugo Chávez, al pueblo cubano, a los pobres, a los negros y a los indígenas. Se creen una clase social, política y religiosa de alcurnia, de linaje superior para gobernar y maldicen al chavismo una y mil veces por despojarlos del poder.
Muchos de ellos quisieran volver atrás, al colonialismo para conservar su sistema de clase, de ser gobernados por imperios y entregarse al ultraje de sus gobiernos, que no solamente saquean las riquezas de nuestro país, sino que también pisotean nuestra dignidad. Esos mazamorreos son los verdaderos apátridas, gente que no tiene sentimientos, capaces de vender el alma de sus padres, de sus madres y sus carajitos, con tal de obtener beneficios. Eso es el capitalismo, activarse de manera egoísta para defender sus propios intereses y vender hasta la última alma, si es necesario, en tanto y en cuanto haya ganancia constante y sonante.
Tal vez esas ganancias sean para diseñar e instalar el imperio de la mazamorra, donde el escualidismo sería la corriente ideológica determinante y los libros como los de Marx, Lenin, Rousseau, Montesquieu, Ignacio Ramonet, Noam Chomsky y el mío, sean utilizados como chamiza para avivar la llama del fogón donde montarán la olla mazamorrera. Luego se sentarán en la mesa de la unidad, tal cual “Última Cena” a disfrutar la mazamorra neocolonial de la derrota. ¡Buen provecho!
(*) Politólogo