¡Lo que hacemos con las manos, lo deshacen con los pies!

Hay una diferencia sustancial entre las discusiones políticas necesarias para el desarrollo de los partidos y la creación de facciones en el seno de los mismos; pues las discusiones son el producto de los puntos de vista de la militancia ante las situaciones presentadas en el diario quehacer y conducen al análisis y toma de decisiones que mediante la organización de las bases del partido puedan cohesionar el funcionamiento de ellas, mientras la creación de facciones alimentan divisiones de grupos seguidores de personalidades interesadas en aumentar sus cuotas de poder dentro de la organización, sin otro interés que proyectarse ante las bases, sacrificando la unidad del partido que es una de las variables más importantes por su condición estabilizadora del funcionamiento del partido, reflejada en la cohesión de las bases. En el momento actual que vive el partido PSUV, tenemos que ser muy cuidadosos y observar con mucho detenimiento la conducta de algunos de sus miembros, que nos hacen sentir a quienes seguimos los lineamientos de nuestro máximo líder como si formáramos una facción, cuando son ellos los que pertenecen a grupos diferentes con una característica común que es el no seguir las máximas revolucionarias con un profundo desprecio hacia el líder, la militancia y el País.

Es fácil poder apreciar dentro de este variopinto grupo, clases bien diferenciadas entre las que destacan los que siendo elegidos por el pueblo o nombrados por el Comandante-Presidente hacen caso omiso a sus lineamientos con el consecuente daño al proceso revolucionario, también existen quienes tienen el trabajo de escalar posiciones dentro del partido con la intención del saboteo al proceso revolucionario, valiéndose para ello de acciones planificadas que al ejecutarse dejan al descubierto debilidades, errores y acciones que no son propios de revolucionarios pero cuyas consecuencias negativas nos acreditan, junto a estos se suman aquellos oportunistas que ven al partido como un medio de proyección personal y por su carencia de principios revolucionarios confunden hasta a la propia militancia. Podríamos seguir enumerando a estas especies negativas dentro de la organización de nuestro partido, pero estimamos que las citadas son suficientes para lograr la crisis institucional del partido, coyuntura que es necesario resolver en tiempo perentorio.

Surge entonces la pregunta de siempre: ¿Qué hacer? Y se me ocurre que es allí donde, sin excepción toda la militancia del partido debe auto-aplicarse la dinámica de las 3R de una manera sincera con respecto a la Declaración de Principios, Bases Programáticas y Estatutos del PSUV y posteriormente formar grupos de discusión sobre los mismos temas, teniendo como escenario las patrullas. De esta manera estaríamos en el camino de la toma de conciencia elemental sobre el papel que debemos jugar como militantes, que debiera fortalecerse por el aporte político que esa misma conciencia ya estaría en capacidad de aportar a la organización del partido.

Demás está decir que un buen revolucionario tiene la obligación de ser analísta de las situaciones que se están presentando en el partido, las que pudieran considerarse propias de los procesos revolucionarios en su etapa inicial, pero lo que preocupa es la falta de atención para corregirlas, donde la dirección de la organización tiene gran responsabilidad. Es el momento de tomar decisiones para resolver esta coyuntura y evitar que parodiando el refrán criollo alguien pudiera decir: ¡Lo que hacemos con las manos, lo deshacen con los pies!


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Miguel Gerónimo Osío Sandoval


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