Guillermo García Ponce

No soy amante de los obituarios, ni de los homenajes póstumos, aunque puedo entender que en política, a veces, son importantes y parte del ritual político. El homenaje que se le hiciera a Guillermo García Ponce, en la Asamblea Nacional, con profundas palabras del Presidente Chávez y de José Vicente Rangel, fue hermoso y emotivo… Ante la muerte, siempre tiene que haber espacio para el silencio. Más allá del acostumbrado “minuto de silencio”. La memoria y el recuerdo son silenciosos. Al igual que el agradecimiento. La escritura es una alternativa que siempre es insuficiente. En estas circunstancias, las palabras nunca terminan de adquirir el orden necesario…

Sin embargo, ante la necesidad de escribir el artículo de opinión semanal, la página en blanco, de la computadora, sólo pareciera decir que le pertenece a Guillermo García Ponce. Gracias a él, empecé a escribir en Diario VEA hace tres años. Gracias a él, Diario VEA se hizo para nosotros, me refiero a Clase Media Revolucionaria, una casa cálida. Siempre atento a lo que le llevábamos, documentos que siempre leía y discutía. Evidentemente había una empatía y una correspondencia de ideas, más allá de la diferencia generacional y de las vivencias distintas. Una identificación ideológica muy fuerte y una preocupación grande, y compartida, por el curso del proceso revolucionario.

La última vez que lo visitamos, en sus oficinas de Diario VEA, nos dijo que “Clase Media Revolucionaria debía hacer valer su peso como organización”. Le respondimos que lo habíamos intentado y que habíamos fracasado. “Tienen que reunirse con Chávez, escríbanle”. Así lo hicimos. Le escribimos. Antes de pedírselo, Guillermo había decidido publicar la “Carta Pública a Chávez”, destacándola mucho, a página completa. Eso fue el 20 de abril de 2010… La última vez que lo vimos y hablamos, fue en la presentación del libro de Fidel, “La Contraofensiva Estratégica”. Estaba con su esposa Tania, se le veía bien. Eso fue el 28 de agosto de 2010…

Tenemos la impresión, como nos dijo Nancy, una de sus hijas, que Guillermo decidió cuándo había llegado el momento de morir. Cuando se ha tenido el control sobre la vida, cuando se la ha sabido llevar sin perder el camino, sin torcer su rumbo, también se tiene control sobre la muerte. Es la prerrogativa de unos pocos. Cuando la vida es expresión de algo y no mera existencia, también lo es la muerte. Son expresiones, que si bien son distintas, pueden llegar a tener un mismo sentido y dirección. La muerte propia. Los principios, siempre, hasta el fin. In memoriam, al revolucionario y al ser humano consecuentes…


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Reinaldo Quijada


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