Se nos complica la convivencia, la supervivencia

¿Hasta cuándo este comunismo?

¡Qué tal, camarada! Un abrazo del alma de un amigo del camino… revolucionario, emocionado con el devenir de nuestra Revolución, golpeada y autogolpeada. 

Nuestra imagen pública como gobierno serio, exigente por demás y luchador contra las injusticias sociales, viene siendo golpeada en el mero corazón al someter al pueblo, entre muchas cosas, a una desmedida campaña mediática en una manera de ridiculizar nuestra evolución hacia la soberanía.  

Mientras tanto seguimos tratando de hacer los cambios necesarios para equilibrar nuestra sociedad. Sociedad –que incluye a chavistas– mayormente con una mente distorsionada ideologizados por una estúpida visión de consumismo. Disculpen que en el título puse comunismo. 

Todos estamos bien claros en que para que esta Revolución se consolide es necesario, como factor fundamental, que se incluya un cambio de mentalidad. Cambio para todo. Políticas del buen ciudadano, del buen vecino, solidarias, nacionalistas, y sobre todo desmontar, poco a poco, el esquema de consumismo excesivo. 

Tarea harto difícil porque para esta esencia del capitalismo pesan, gravitan también negativamente, los medios de comunicación         –ahora al alcance de todos los niveles económicos– invitándonos, conminándonos, exhortándonos hasta el envenenamiento a consumir, a consumir, a consumir. 

A consumir lo que sea, con tal de que aparezca engañosamente barato: mira este aparatico para destapar conchas de almejas y ¡zás! lo compramos; esta olla que permite cocinar afuera cuando está lloviendo, y pasa ocupar un espacio en la cocina donde reposan, enmohecidas las más, otra ollas y aparatos que no utilizamos jamás.

Esta es una variante sencilla, residual, que llega, levemente a las familias de escasos recursos. Simplemente porque con el esquema consumista y su letal arma mediática de las propagandas enfocadas a venderles a las clases con más recursos induce a la clase media en casi todos sus estratos, a copiarlos poniéndolos a parir “para estar a un buen nivel”.  

La mayoría de los empleados, además, están contaminados de consumismo porque los comentarios entre compañeros de labores se refieren a las propagandas y en algún momento desequilibran al grupo cuando alguno “compra” algún objeto mostrando “un logro económico” y genera, la más de las veces, una envidiecita y los deseos de todos de emparejarse. 

Llámese celular, o BlackBerry, televisor pantalla plana, camisa o zapatos de marca, algunas veces nevera y artefactos de la cocina, etc. Estas compras implican endeudamiento: Tarjetas de crédito, fiaos con vendedores que visitan oficinas y sitios de trabajo –como las de ventas de cosméticos–, o los llamados “turcos”. Ni se diga cuando se refiere a adquirir un apartamento.   

Y todo mundo pariendo, ladrando con lo poco de las quincenas por tener que pagar por las promociones propagandísticas. 

Vaya triste esquema consumista. 

Deberíamos tratar de cambiar, mediáticamente y progresivamente, toda perversa visión especulativa y gastiva.  

Esta gastadera se extiende hasta la tradicionalidad de unas fechas muy especiales de botaratismo social como son las bodas y como son las “fiestas de quince años”, donde las familias, hasta las más humildes, tienen que esforzarse y endeudarse para hacer una fiestecita con sillas alquiladas.   

Esas celebraciones fueron inventadas en otras épocas, especialmente para las clases sociales altas, económicamente altas.  

Ah, pero en la clase media surgió otra variante para los “15 años”, comercial también: pagarle un viaje a Europa con un grupo, cuando generalmente a esa edad no se tiene mentalidad para asimilar un viaje de esas características culturales. Pienso.

No se nos puede escapar la famosa “Primera Comunión”, esta vez ropa para niñas y niños y zapatos, etc.  

Son gastos y gastos especialmente para los integrantes de la clase media, de media hacia abajo, y de las clases populares, que no se quieren quedar atrás con las costumbres, la “ideologización” descendiente de la clase alta.  

Deberíamos, estimo, promover una campaña concientizadora, entre muchas, para ir reduciendo estas imágenes antieconómicas, para los que no tienen mucho, repito.  

Luego los comerciantes le han agregado fechas para celebrar, hasta aceptamos, el día de la madre (origen gringo del siglo XIX) por ser para la madre. Que es una manipulación ya que nuestras madres deben sentirse reconocidas todo el año, y sus regalos cuando nos salgan del alma, permanentemente y que van desde los detalles  hasta más caros. 

Luego salieron “día del padre” (raro no hayan sacado día de la abuela, día del abuelo, día de los enamorados recientemente extendido, claro, a día de la amistad. Ampliando el panorama de las ventas. 

Hace unos años nos cambiaron la figura del Niño Jesús como la de quien traía los regalos para los niños –para los que tuvieran Niño Jesús–, el día 24 –exacto o no– cuando se conmemora su nacimiento: el propio día de los niños. Por eso recuerdo perfectamente cuando los fabricantes de juguetes se reunieron en El Poliedro para resolver un problema capitalista de ¿cómo vender juguetes por cantidades sin tener que esperar a diciembre? La solución: crear el día del niño. ¿Cuál fecha?: la más segura para las ventas, cuando termine el período escolar.  

¿Qué padre se niega a comprarle un juguete a su hijo cuando exitosamente pasó de grado? Y ¡zás! hasta en los colegios públicos lo promueven. Qué tal si fomentamos la fabricación artesanal de juguetes de madera, o metálicos, armables, más duraderos.  

Y los gastos para carnavales con costosos disfraces. Antes nos pintaban bigotes y patillas, y chivita, con corchos quemados, y unos trapos y un sombrerito, y a gozar; de casualidad una antifaz.

Ni pensar en la idea de imitar el día de Halloween –muy criollito por cierto, ¿no?– en las escuelas. Estimo que deberían prohibirla aunque se escuche: con nuestras brujitas y calabazas no se metan. 

Camaradas, el capitalismo nos obliga a gastar, es contrario al ahorro. Nos trae infelicidad por no poder comprar lo que otros –peor en las barriadas donde alimenta el desasosiego y la intención de robo para adquirir– y angustias por endeudamientos de todo tipo.  

No todo mundo pudo tener un buen padre que le aconsejara, como el mío, (y hacerle caso): Hijo, arrópese hasta donde le alcance la cobija… y de jalarla que sea máximo a que asomes la punta de los dedos.  

Fíjense, camaradas, lo complejo de por lo menos reducir el fenómeno consumista por exceso que cuando a los muy envenenados les he mencionado algunas medidas antigastivas me dicen que todos tienen derecho a progresar, a darse sus gustos, a pros-pe-rar. 

Es tanta la alienación por la ideologización de un siglo –por poner un tiempo– en Venezuela que el sentido de prosperidad va mal asociado al dinero cuando es un estado integral de crecimiento interior.  

Nos han impuesto, a base de propagandas, que debemos ir a comprar ofertas de comida rápida. Las parejas jóvenes con hijos pequeños no ven el momento de llevar a sus hijos a comer chatarra, engañados ellos y los niños con los juguetitos anexos. Sin importarles un carajo el daño que hacen, harto explicado.  

Es más no lo creen y ahora dirán que son comentarios chavistas antiimperialistas. 

Nadie dice que no debamos compartir un rato, sacar a la mujer de la casa, como dicen. Exponernos a la especulación. Pero mientras ocurre cualquier proceso económico, especialmente con la debacle mundial del capitalismo, no exageremos en la gastadera callejera. 

Cuando vamos un grupo familiar a comernos unas pizzas, hacemos un esfuerzo hasta para que nos llamen pichirres, y pedimos un par de “familiares” son a Bs. 170,00 cada una, más los refrescos. Ah, pero a veces estamos pensando en que debemos cambiar un caucho que cuesta Bs. 500,00, casi las dos pizzas con los refrescos. 

Y la comedera duró  media hora y el caucho dura dos (2) años. 

En lo personal, dejé  de comprar agua “mineral” ya que la botellita cuesta Bs. 3,00 ya que con ese monto, tristemente, lleno el tanque de mi corollita para casi una semana. Las lleno en mi casa. He propuesto que aplicando unas medidas sanitarias controladas vendan el agua desde los botellones que cuestan Bs.10,00.  

Lo de tristemente es por el costo súper barato de la gasolina que hasta nos limita a darle una bien merecida propina a los “gasolineras” (que cobran miseria y pasan todo el turno de pie y comiendo como los zamuros) ya que Bs.0,50 es casi un cuarto de tanque. 

Bueno, pero el pichirreo como suelen etiquetar, sirve para el ahorro. Hasta para viajar. Cuando digan vamos a comernos una pizzita agarran por lo menos el 50% y la hacen en casa. Divertidamente. Y el resto lo guardan para un viaje Venetur. 

Los salarios de nuestra gente popular, de la media y la de todos, apenas alcanzan para seguir endeudándonos con los comerciantes –desde el abasto cotidiano a los turcos y sus muebles y electrodomésticos de elevado costo por ser a crédito, que poco a poco cambiará con las medidas de Chávez y el convenio chino– con las tarjetas de crédito, muchas a reventar –deudas impagables casi como la externa de los países tercermundistas–, compra excesiva de trapos, etc. 

Vivimos, por lo menos en las ciudades, un necio mundo de comprar y vender. Ninguno tiene una actividad realmente productiva en función de los aspectos fundamentales. Cientos de miles de carros se desplazan a diario, de un extremo a otro, y gente caminando por doquier, para ver quién le vende a quién y quién le compra a quién. 

Ojalá nuestra Revolución genere unas excelentes condiciones de vida en el campo, desarrollando sus actividades como propuse en anterior artículo, y en otros, y que todos nos fuésemos a trabajar productivamente, sin contaminaciones, con beneficios para una vida digna en urbanizaciones campestres con hábitat armónicos. Y distracciones, y vacaciones planificadas. 

Por cierto, que todos los venezolanos, más a los de las clases populares, deben saber que es sumamente costoso la compra de productos embutidos.  A los más humildes que consigo comprando jamón les hago ver que un kilo les cuesta entre 70 y 80 bolívares, que no lo notan porque en la panadería o en los chinos, compran de paqueticos con su plastiquito. Y les sugiero que compren carne de primera, la preparen tipo rosbif (roast beef, porsia), lo congelan y lo cortan en finas lonjas y se meten tremendos sanduches de carne, con la salsa que quieran. 

Quesos blancos que no pasan de los Bs.30,00, salvo cuando se aleja el tiempo de invierno. Miren, camaradas, los italianos que pasaron hambre pareja, en y después de la segunda guerra mundial, todavía compran tomates en la época de grandes cosechas y los envasan (Baño de María) y los tienen para todo el año, y baratos. 

Ahora vemos que hay que cambiar los cepillos cada tres meses porque le salen bichos malos. Una vez propuse construir cepillos a los que se le puedan cambiar las cerdas, que es lo que se daña. 

He tratado de diseñar una barrita de desodorante, sustitutiva de las gastadas y con ello reciclar los envases, que cuestan más que las barritas. 

Lo jabones de lavar, sólidos o en polvo, se venderían por peso. Más baratos, también. De paso, que se debería realizar un estudio para volver a los jabones tradicionales, sin tantos aditivos que lo hacen más caros y son más complicados para desalojar en las tuberías de los edificios (espumas) y para tratar en las plantas de tratamiento de aguas servidas. 

Coño…, y hablando de todo, qué difícil es comprar papel toilet. Hay que ser un experto y de ahí la especulación. Párese usted frente a unas torres y trate de descubrir cuál es más barato. El mejor entre calidad y precios. Rollos más gruesos, doble hojas o sencillos, número de hojas, la textura no la puedes tocar, sólo leer. Marcas, dibujitos, olores. En fin, y todos para el mismo lugar.  

Ese material de mucho consumo requiere de una regulación. Así como enseñar su uso. 

Inclusive, camaradas, me he dado a la tarea de orientar a las personas de escasos recursos que uno observa en los “chinos”, comprando los costosísimos pañales desechables. Les recuerdo que fueron hechos para cuando las madres salen a la calle o van de viajes y no tienen que estar guardando pañales orinados o cagaos.

El resto para uso en las casas deben ser de telas y pun para sus respectivos tobos para remojar antes de lavado. 

Esta medida va con la clase media-media y pa´bajo. Claro, en esta época en que no hay con quién dejar a los chiquilines deben dejarles par o trío de pañales en las guarderías. 

*Proponemos, también, iniciar una verdadera solución a la presencia de desechos sólidos, que hoy día hacen ver como un problema: el problema de la basura. Cuando es bien sabido por todos que los desechos sólidos son todos negociables. 

En algún artículo propuse iniciar las actividades de reciclaje. Casi todo es reciclable. Pudiésemos abaratar costos en comestibles reutilizando envases a ser llenados, entre algunos: aceites, vinagre, margarinas y mantequillas, aliños, sal y azúcar, salsas, jugos, leche en latas, etc. Ud adquiere una vez, se le agota y lleva su envase para que se lo llenen en los Mercalitos, Pdvales, etc., que lo almacenan en grandes envase distribuidores. 

Nos ahorraríamos en el transporte hasta los almacenes y en los costos de envases, letreros, comercialización, etc. Cada cual velará por las condiciones de higiene de sus envases, bajo una campaña al respecto. 

Ocurre con los envases para el aceite de los vehículos. Los dueños de catanares gastan más en aceites –de motores que lo pasan hasta en potes– que en gasolina, que habrá que ir pensando en aumentarla. He dejado de comprar agua en botellita desde que aprecié que el costo de la más pequeña (que es un robo) es equivalente al llenado del tanque de mi corollita. El agua me la bebo en un minuto con lo que ruedo casi toda la semana. La botellita la lleno en la casa y me la llevo. 

El mundo capitalista, el excesivamente comercial, mide las condiciones de vida en función de las ventas. Si venden mucho, las vainas van bien –aunque no reconocen que es por el circulante en manos de la gente porque el movimiento económico colectivo-, y si venden poco –habiendo tiendas por coñazos en todas las calles y centros comerciales, que venden lo mismo, y caro- la vaina está arrecha, muy mal, y por ende el gobierno no sirve.

Y me perdonan los términos, pero qué coño nos puede interesar que a todo el que se levanta abre su negocio, cada día trata de vender cualquier tipo de vainas y cierra, le vaya mal. Además, en la mayoría de los casos, pagan mal a sus trabajadores y les exigen demás. 

Deberíamos hacer como en las escuelas: todos los trabajadores, hasta en oficinas, con uniformes. Sin tener que gastar en tanta moda importada, aunque sea más cara por comprar malas imitaciones. Así vemos a los chinos. Y la ropita llamada “de salir” bien cuidada para cuando sea necesario. Por cierto, eliminar la gastadera de las utilidades en diciembre en “muditas para todos”, aunque sea tradicional. No le alcanza el dinero a nadie y llega a enero pelando. 

Para no alargarme más, y me perdonan lo extenso, ocurre con la calidad de los repuestos. Nos encarecen la vida, además con mecánicos que no han sido evaluados. Repuesto que se venda debe llevar “calidad Norven” y los mecánicos con certificados de conocer de marcas de carros y especialidades. Igual con las reparaciones de electrodomésticos.  

Deberíamos promover por los medios de comunicación métodos de mantenimiento preventivo para evitar tanta costosa  reparadera de los carros y otros equipos.  

Con relación a las medicinas, venderlas sin las cajas, sobres de protección solamente. Y frascos. Por cierto, al aprobar modificaciones en la Ley de Seguros, -vale la de no pedir clave-, en cierta manera aupamos la ineficiencia en el servicio médico público.  

Si contáramos con buenos servicios médicos la “millardaria inversión” en seguros se trasladaría a nuestras instituciones y al personal. Y se traduciría en más economía para todos, gobierno y trabajadores.  

Y demostraríamos eficiencia revolucionaria. 

¡Camaradas, lucha contra el consumismo excesivo! ¡Cuidemos nuestro dinero! La mayoría de los comerciantes nos ve cara de billetes, bolívares o dólares, más nada, y con su especulación vivir ellos una vida holgada, sin importarles la miseria de los demás, ni la angustia de no alcanzarnos el dinero. 

Por supuesto, casi todos están contra Chávez, como es lógico. 

Un momentito, lo ultimito, será que valdrá la pena que estudiemos el modelo de vida de los trabajadores estadounidenses ya que no que no cuentan con “prestaciones sociales” pero sus salarios incluyen su equivalente. Me explico, los que trabajan allá tienen salarios que les permiten adquirir los bienes fundamentales, incluso casa y todos sus equipos y artefactos, carro, a crédito.  

Tienen de todo y lo deben todo, entre otras cosas, se esfuerzan por ser eficientes y con ello cuidan sus puestos y que no los puedan botar, porque… pierden todo. Esperan cumplir con la edad de jubilación para tener la vejez segura, y es cuando la mayoría de la clase media puede viajar. Siempre vemos viejos gringos turisteando.  

La Seguridad Social nuestra, socialista, deberá ser muchísimo mejor que ese disfrute gringo en la vejez. Lo he plantado en algún artículo. 

Ahora sí me despido. Gracias por tu tiempo, camarada. Espero tus críticas. Con el lama y la razón. 

¡Patria, hacia el socialismo con ideas y eficiencia! ¡Venceremos!


edopasev@gmail.com



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Eduardo Palacios Sevillano

Ingeniero Civil. Escritor y caricaturista. Productor radial y locutor. Miembro de la directiva de la Orquesta Sinfónica del Estado Anzoátegui. Miembro de la Junta Directiva de la Sociedad Bolivariana del Edo. Anzoátegui. Coordinador de la Red de Historia, Memoria y Patrimonio de Anzoátegui.

 edopasev@hotmail.com

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