Volvió Caracas a ser reina de la izquierda mundial. El Encuentro de Intelectuales con centenas de los mejores representantes de las ideas “progres” del mundo le dieron juntos bienvenida a Diciembre. Allá estuvieron los representantes de mil y una tendencias tratando de llegar a un acuerdo en relación con el porvenir ético del mundo. Los necesitamos; para ver si de una buena vez dirigimos la brújula hacia el lugar preciso. Ando llena de expectativas que se mezclan con un escepticismo crónico. Tanta retórica de cumbres, congresos y asambleas mundiales han apagado mi fe en el uso de esos métodos. Quizás esta vez no nos quedaremos en el verso de la denuncia de las calamidades del mundo; de la violación de las leyes humanas y divinas; y de la perversidad del enemigo. Se trata ahora de buscar cómo implementar nuestra lucha, de saber cuáles son los resortes que ofrecen un contraste rotundo a las intenciones del imperialismo. Si no logramos encontrar respuestas específicas y acabar de una vez de salir del paraguas de la academia, nuestros descendientes calificarán esta generación de pensadores como un grupo de contempladores inútiles.
Dijo James Petras en el Tercer Seminario Internacional de Pedagogía celebrado recientemente en Perú: “En primera instancia los foros sociales eran positivos, reunir, discutir, encontrarse, formar redes, aprobar alguna declaración, pero han pasado a ser casi rituales, como un encuentro social, donde la gente se junta, invita a algunos personajes, realizan una marcha y todos ‘van a la casa’. Creo que ya perdieron este filo de rebelión, de crítica. Analizando de manera retrospectiva, no ha tenido ningún efecto”.
Estoy de acuerdo. Y como muchas otras cosas hay una bandera que parecía ausente en las convenciones mundiales de izquierda, de la cual se ha temido hablar y se le clausura en restringidos partidos políticos. Me refiero al socialismo. Muchos compañeros con honestidad proclaman el fin de los “ismos”. Patético. Pues el fascismo, el militarismo, el imperialismo están en nuestras vidas desde el alba hasta el ocaso. Estas tendencias que vienen siendo como un “fukujamaismo de izquierda” declaran a calzón quitado la tragedia de la izquierda actual. El enemigo es el dueño de los “ismos” y los partidos políticos. Nosotros deberemos conformarnos con rezos, descripciones y proclamas. Confieso que el lemita “Un mundo mejor es posible” me sabe a resignación. ¡Claro que es posible un mundo mejor!... Pero también uno peor. El lema nos limita a la posibilidad. Suena como si algún extraterrestre fuese a venir a fabricarlo, o peor aún: como si existiese la mínima probabilidad de que estas tiernas palabras conmoviesen a los enemigos en una mañana de verano, mientras engullen su zumo de naranjas.
Chávez lo dijo: “Un mundo mejor es posible... si nosotros lo hacemos posible”. Al fin: Pues ya me parecería irónico que frente a este escenario dantesco de guerra, mentiras y miserias, estuviésemos hablando de un mundo mejor.
Hace más de una década que se cayó el muro de Berlín y no logramos curarnos de los trastornos psíquicos que nos ha causado el “socialismo real”. Tendremos que convocar a todos los analistas del mundo a ver si nos libramos de esta maldición. Espero que no gastemos en esto otros setenta años. Mientras vamos al analista el enemigo erige montones de muros más perversos y caen sobre nosotros los términos apocalípticos como guerra preventiva, eje del mal y otras idioteces. Y por si no bastase el mismo enemigo alcanza la mayoría de los votos en Estados Unidos de América.
Y me pregunto: ¿qué otra bandera puede ser más pertinente que la bandera del socialismo? Ahora que la globalización nos impone redondear el mundo definitivamente, ¿qué mejor que retomar las ideas socialistas, estrujarlas, combinarlas, manosearlas y brindarle al enemigo a cambio de la globalización capitalista, una verdadera Internacional?”Con todos y para el bien de todos”, pero como lo dijera José Martí realmente, con todos aquellos con los que sea posible sumar leña a la caldera y que sinceramente aspiren a un mundo, que tiene que ser no sólo mejor, sino cualitativamente distinto.
Hay una sola alternativa a la barbarie. Lo dijo Federico Engels: el socialismo. Sí, ese socialismo que a decir de Rosa Luxemburgo “no es, precisamente, un problema de cuchillo y tenedor, sino un movimiento de cultura, una grande y poderosa concepción del mundo”.
Sea bienvenida cualquier bandera, siempre que sea auténtica. Bolívar, Hidalgo, San Martín, José Martí y todos aquellos de los que se enorgullece la historia del hombre en los distintos continentes. Tan sólo y por respeto a ellos mismos, debemos ser consecuentes.
Julio Antonio Mella hizo vivir a Martí porque lo asumió con valentía a partir de los nuevos descubrimientos científicos de Carlos Marx. Y de alguna manera convirtió a Martí en fundador del primer partido comunista de Cuba. Dijo Mella que “para realizar la revolución en este siglo habrá que contar con un nuevo factor: las ideas del socialismo, que con un matiz u otro, se arraigan en todos los rincones del globo”.
Fidel Castro y sus compañeros volvieron a salvar a José Martí del enemigo porque lo convirtieron de facto en el autor intelectual de una revolución socialista. ¡Basta ya de romanzas! Por eso vive Martí, porque de haber hablado con Carlos Marx, no sólo se hubiese puesto de acuerdo en la primera taza de café, sino porque le hubiese señalado algunas pautas con relación a América; hubiese Martí comprendido mucho mejor los “sucesos de Chicago” y de seguro hubiera alertado a Marx sobre el surgimiento del Imperialismo, por haber vivido en sus entrañas. Sólo con una visión socialista y de lucha de clases con una adaptación creadora y heroica para estos tiempos y lugares como solicitaba José Carlos Mariategui, podremos lograr que Bolívar y tantos antepasados no vuelvan a arar en el mar. Nuestra responsabilidad es enorme. Ya no podremos culpar a Stalin y al socialismo real de nuestros fracasos y nuestros prejuicios. Es hora de desenvainar la espada y la pluma, volver a conquistar y a enamorar a los pueblos con las únicas banderas que harán mejor nuestro mundo y el de nuestros hijos.
Es cierto que el enemigo está en crisis. Pero si no tomamos conciencia rápidamente estaremos siendo arrastrados con él irreversiblemente.
¿Y cuál es la salud actual del socialismo? Me atrevo a proponer una “medición” bien simplificada.
La revolución es un proceso. Los procesos en la naturaleza se miden por magnitudes variables temporales (a través de un incremento o un decremento de alguna magnitud concreta en el transcurso del tiempo). En Matemáticas se llama derivadas parciales con respecto al tiempo. Intentemos medir de igual manera un proceso social.
Hagámoslo de la siguiente forma: Llamemos SOC a una magnitud, que mide cuán socialista es una revolución determinada en un instante de tiempo dado: Tomemos tres ejemplos.
Primero: La revolución socialista de Cuba ha demostrado su permanencia frente al hostigamiento del imperialismo. Demostró su fortaleza en la década de los noventa al persistir después de derrumbarse el socialismo europeo, y cuando tuvo que enfrentar el recrudecimiento del bloqueo yankee. Este hecho concreto habla de la salud de nuestra revolución socialista. El término SOC es incrementado considerablemente.
Sin dudas que el proceso de despenalización de la tenencia de divisa; el establecimiento de comercio en esta moneda; el incremento acelerado del turismo y empresas mixtas que se desenvuelven internamente con parámetros capitalistas, ha sido un trago muy amargo para la revolución. Mucho más que el llamado período especial. Parte de los cubanos comienzan a pensar necesariamente con mentalidad capitalista. Sin que pretenda compararla con la NEP que tuvo que imponer Lenin en el joven estado soviético, sus motivaciones pueden ser parecidas. Pero esta medida conlleva a un decremento considerable de nuestra variable en cuestión. Al igual que en la URSS, aquí la variable dinámica SOC se contrae.
Analicemos entonces la llamada batalla de ideas, que se inicia con la campaña por regreso del niño Elián González a nuestra patria. A partir de ese momento Fidel comenzó a desarrollar una impresionante revolución dentro de la otra: la formación de trabajadores sociales, maestros emergentes, personal paramédico, la revolución inédita en la enseñanza, en la cual en un par de años se redujo el número de alumnos a veinte por maestro. No sólo se ha mejorado la calidad de la enseñanza sino, y según mi criterio más importante, se han implicado en el proceso revolucionario a decenas de miles de jóvenes que hasta ese momento estaban ociosos, incluso muchos sólo pensaban en los dólares, o en emigrar, como consecuencias directas de la despenalización de esa moneda. No se me escapa que es un proceso convulso y que por supuesto no todos están o estarían dado el caso con la revolución. La batalla ideológica también se ha revolucionado. Las mesas redondas diarias, las tribunas abiertas semanales, universidad para todos, donde aunque sea de pasada usted escucha hablar de historia de la filosofía, ballet, o ciencias, el establecimiento de dos canales educativos, los cuales contrastan, y compiten con los canales tradicionales y donde la programación es escogida por criterios culturales y no comerciales; las constantes apariciones de Fidel en la televisión hablando con el pueblo, etc. han contribuido a que el nivel político, la cultura del debate, y el discurso público hayan elevado su nivel amén de que a veces caemos en repeticiones innecesarias o abuso del slogan. Pero como quiera esto es un decisivo incremento de la variable SOC.
Sí. A Fidel y a los revolucionarios cubanos no les está dado construir el socialismo. Sencillamente porque el socialismo en un solo país es imposible. Lo que sí les es posible es aumentar la magnitud SOC en la revolución socialista. O sea garantizado las fuerzas necesarias para contrarrestar las posibles tendencias restauradoras del capitalismo, enfermedad que contrajimos concientemente para poder sobrevivir en 1994 con la despenalización del dólar. Son dos fuerzas en pugna dentro de la misma revolución... A esta batalla le dedica Fidel la mayor cantidad de su tiempo y todos sus esfuerzos. Esta nueva revolución se desarrolla a partir de proyectos específicos, donde se involucran las capas sociales más revolucionarias. De la campaña contra el mosquito trasmisor de la fiebre amarilla, por ejemplo, se construyó una campaña política, donde los estudiantes de la secundaria llevaban el papel protagónico.
Con todo el escaso valor que pueda tener nuestra moneda nacional, los despidos no existen. Los obreros azucareros que quedaron excedentes cobran el mismo sueldo por superarse. Nuestra “pobreza” económica no ha impedido que Cuba ostente los índices de salud, educación y deporte de una nación desarrollada.
Habría que verle el rostro a Fidel Castro el día que le ganó una pequeñísima batalla a las fuerzas restauradoras del capitalismo. Cuando dejó de circular el dólar y comenzó el peso convertible. Aunque era sólo un papel por otro, el simbolismo de que la moneda verde no “rozara” las manos de los jóvenes cubanos le pintaron una indeleble sonrisa, con todo y su lamentable accidente.
¿Y el internacionalismo?: Decenas de miles de compatriotas están de médicos, maestros o técnicos en general en los países de América Latina. Cuando la tragedia del pobre Haití las organizaciones internacionales se asombraron que por cada médico de los países desarrollados, había una centena de cubanos. En esos jóvenes va (independientemente de sus conciencias) un pedazo exportado de la revolución cubana. No crea tampoco que es gratis. La cantidad de personal que ayuda a Venezuela sale de los que tienen que atender a la población de Cuba. El internacionalismo “nos cuesta” como debe ser. No damos lo que nos sobra, damos lo que más queremos.
Paralelamente al Encuentro de Intelectuales y Artistas de Caracas se celebró en La Habana el VIII Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas. La UJC ha sido la líder en la batalla de ideas junto a Fidel.
El día de la clausura del congreso aparece Fidel... caminando con su tradicional uniforme verde. En sus palabras pudimos respirar la palabra revolución hecha en la práctica. La batalla de ideas le ha costado al país menos del 2% de los ingresos en cinco años. Le ha proporcionado, sin embargo, centenas de miles de nuevos camaradas. Una eficiencia revolucionaria sin precedentes.
En las palabras finales sigue Fidel invitándonos a la lucha. A los que critican al régimen cubano de burócrata, les invito a que escuchen tan solo una vez a un Presidente de cualquier país hablando del gasto eléctrico de un televisor, de esos que en la cifra de un millón forman parte de los hogares cubanos, o de la merienda en la escuela, o que las madres de los discapacitados cobrarán su salario tan sólo por cuidar de sus hijos. No, nadie habla tratando de cambiarlo todo. Claro con la bendita excepción del compañero Hugo Chávez.
Es una prueba más de que estamos en revolución. A la que no renunciaremos por más dañado que esté el mundo. Tenemos prisioneros de combate. Nuestros cinco compañeros detenidos en Estados Unidos son luchadores internacionalistas por defender la revolución contra el Imperialismo y sus lacayos de Miami. Es ése otro ejemplo de la permanencia de nuestra revolución socialista, tenemos presos políticos precisamente en cárceles norteamericanas. Termina Fidel sus palabras repitiendo: ¡Viva por siempre el Socialismo! y al ritmo de “Arriba los pobres del mundo”... de la Internacional que se canta en Cuba, miles de jóvenes levantaban las manos y daban fe de esta eterna continuidad.
El segundo ejemplo es la legendaria China, donde según mi criterio ocurre exactamente lo contrario. El Partido ¿Comunista? de China dice que está construyendo el socialismo. ¿Socialismo en un solo país? ¡No, de nuevo no! En lugar de disminuir la propiedad privada de los chinos se aumenta continuamente. Según he leído, China es actualmente el destino favorito de los grandes capitalistas: El país se ha convertido en una tremenda máquina exportadora: las exportaciones totales de China crecieron ocho veces —a más de 380.000 millones de dólares— entre 1990 y 2003; 500 de las multinacionales más importantes del planeta mantienen negocios e inversiones en este país. Además, a fin de mitigar la tensión causada recientemente por los despidos masivos en las empresas estatales —45 millones de trabajadores en los últimos cinco años—, Beijing ha permitido que extranjeros coloquen 450.000 millones de dólares en su economía ¿Es la Economía Socialista de Mercado una transitoria NEP? No me lo parece. Si es tanto el poder económico ¿por qué razón 58.000 obreros se lanzaron a una huelga con todo y que son ilegales? ¿Por qué se estima que el desempleo afecta a 23 por ciento de la fuerza de trabajo china, unos 170 millones de personas que han sido afectadas por las políticas de privatización, los ajustes en las empresas estatales por su baja productividad y las tendencias del incremento poblacional? ¿Por qué asegura la Organización Mundial de la Salud que siete de las diez ciudades más contaminadas del planeta se encuentran en la República Popular China?. ¿Será que el medio se convirtió en fin? ¿Se corresponden los índices sociales de China con su poderío económico? Y si vuelven a manifestarse las protestas de la Plaza Tiananmen de 1989 ¿a quién apoyaremos? ¿Al Partido Comunista de China, por el sofisma de llamarse Comunista? Puedo entender que coyunturalmente se encuentran resortes de eficiencia económica, de hecho ya expliqué que Cuba lo está haciendo en algún sentido. Pero ¿dónde está el antídoto de China? ¿Cuántos chinos están dando clases o curando enfermos en el continente asiático? ¿Cuál es su posición antiimperialista? Esta es la diferencia con mi país. En Cuba están en pugna estas dos tendencias con amplísima ventaja para el Socialismo. En China el Partido Comunista invita a los empresarios a ser miembros del mismo. Lo que habrá que reconocerle a China es que se haya convertido en la potencia capitalista mundial más eficiente del planeta. Mas eso es un logro que no me apetece aplaudir. En China no se vive una revolución socialista. Esto es independientemente de que mantenga relaciones justas con países en desarrollo (o subdesarrollados como debiera decirse). Siguen siendo relaciones comerciales. Tengo fe que la historia no se repita con China. Decía Carlos Marx que la primera vez los acontecimientos se presentan como tragedia (ya lo supimos) y la segunda como farsa. No estamos en condiciones para soportar una farsa.
Mi tercer ejemplo es el de Venezuela. ¿Ha triunfado en Venezuela una revolución socialista? Esto lo sabremos en varios años, cuando el proceso de la revolución se vaya consolidando. Pero la pregunta que debemos hacer es la siguiente ¿Se han radicalizado las posiciones del gobierno de Venezuela en el de cursar del tiempo? Sí. ¿Lucha ese gobierno contra los males de la sociedad burguesa, buscando soluciones de otro carácter? Sí. ¿Se verticaliza la revolución bolivariana en los conflictos con el Imperialismo? Sí. Entonces ¿es socialista la revolución en Venezuela? Todavía no lo podemos saber. No ha transcurrido el tiempo necesario, y tiene todavía que saldar muchos obstáculos. Cada uno de nosotros tendrá sus anhelos, esperanzas y dudas en relación con esta pregunta. Lo que importa es que hasta el momento cada intervalo de tiempo que transcurre en Venezuela es más radical y menos capitalista que el instante anterior.
En Cuba fue una avalancha. Fue un tránsito abrupto que venía perfilándose desde mucho antes. Vivimos en otras décadas, mucho ha llovido desde la milagrosa década del 60. Chávez y su proceso deben cargar con el mal sabor del fallecimiento del socialismo real.
Tienen compensaciones, por supuesto. Como paradigma en el mundo emerge solamente la revolución socialista cubana y no la URSS estalinista. Además el antecedente de Bolívar es más que oportuno. Bolívar aró en el mar por tener en su contra las nacientes burguesías nacionales. Hoy son éstas aliadas abiertas del Imperio. Basta que Hugo Chávez aspire a arar la tierra que dejó el libertador y automáticamente se radicaliza el proceso... Lo mismo que sucedió en Cuba con José Martí. Para ser bolivariano hasta sus últimas consecuencias, Chávez no podrá pasar por alto las enseñanzas de Lenin, Trosky, el Che y Fidel. No le será posible trazar un puente del siglo XIX al XXI sin toparse con este pensamiento.
Si es cierto que este hombre se propone realizar una obra cristiana, no le quedará alternativa posible que aumentar cada día más la magnitud que definiéramos como SOC dentro de la revolución bolivariana. De esta forma algún día, como dijera el Che una vez, “sin darnos cuenta” estaremos observando una auténtica revolución socialista con un marcado carácter internacional.
Por otra parte la revolución diseñada a través de las múltiples misiones (Robinson, Barrio Adentro, y muchas más) confieren una especial semejanza con la batalla de Ideas desarrollada en mi país.
La lucha abierta contra el latifundio que fue desplegada durante la campaña electoral del 31 de Octubre sumada a la guerra abierta contra la burocracia le confiere un alto valor al término SOC que definiéramos previamente.
Entonces, hay buenas noticias. Contamos con dos revoluciones que se profundizan en América Latina y abren nuevas esperanzas. Necesitamos muchas más. Dos revolucionarios probados están a la cabeza de ellas. Entonces es hora de volver a decir las cosas por sus nombres. Le tememos al vocabulario radical. Los que apelan al fin de los ismos e istas... no dicen si socialismo o revolución socialista o partido comunista están incluidos en la censura.
Por su parte Chávez dijo precisamente en su intervención en el encuentro de Caracas: “Uno percibe el resurgimiento de una fuerza creciente cada día, en todas partes. Un resurgimiento moral, humano y político (...) En Argentina, Brasil, España, Libia, Moscú, Irán están ocurriendo cosas (...) hablan ruso, persa, español, portugués, pero es el mismo brillo, es la misma fuerza...”.
¿De qué fuerza habla el Comandante Chávez? ¿Cuál es la única fuerza en el mundo que puede presentarse como común denominador por los humildes? El fantasma del Manifiesto Comunista, ese fantasma que recorrió Europa en el siglo XIX y principios del XX, retoma vuelo en este siglo como única alternativa a las desgracias por las que atraviesa la humanidad.
Precisó el Presidente Chávez que, ante esta realidad, “es deber de todos los revolucionarios del mundo darle cohesión a un movimiento de ofensiva internacional y crear una red de organizaciones sociales y políticas”.
Por otro lado reflexionó: “No hay soluciones nacionales. Nos están tratando de imponer la fórmula de la globalización en su concepto o fase más salvaje, que es el neoliberalismo, el problema es mundial y la solución trasciende las fronteras de un país”.
Y propuso, en ese camino de la ofensiva para salvar la humanidad, “organizar una red de pensadores y de pensamientos que vayan conformando una fuerza crítica, creadora, transformadora, que levanten las antorchas que iluminen el nuevo tipo de pensamiento que requiere la humanidad”.
¡Tres cosas! Fin de las fronteras nacionales para entender la lucha; cohesión y madurez de las fuerzas de izquierda (partidos políticos y movimientos sociales), y ofensiva del pensamiento radical. Basta ya de la fraseología anquilosada del enemigo (terrorismo, derechos humanaos, democracia). En nuestro discurso debe aparecer con nuevas fuerzas las palabras de revolución, socialismo... y lucha de clases. Para ser sincera sueño con la palabra Internacional. Frente a la globalización imperial solamente una palabra con esta fuerza puede ayudarnos.
Hugo Chávez acaba de lanzar un proyecto histórico en la reunión de Intelectuales, nos está invitando al sueño americano, pero al verdadero. En contrate con el de Bush que propone que Norteamérica se convierta en un territorio de propietarios, Chávez nos convoca a la creación de la Patria Latinoamericana. Una patria latinoamericana que será patria de todos los trabajadores del mundo. Y para hoy, para empezar a trabajar hoy. Las verdaderas metas son aquellas que nos proponemos ver cumplidas, aunque no lo logremos. La Patria de Simón Bolívar, la América nuestra de José Martí... Tiemblo al pensar en el proverbio que reza “A la tercera va la vencida”.
Dijo Chávez: “Este siglo es el de la verdad para nosotros, en este siglo tendremos patria y la patria es la América Latino caribeña; nuestra América. Es tiempo de pensar y de hacer, la batalla es hoy y no mañana, no perdamos tiempo, aprovechemos el tiempo. Nosotros estamos llamados a inventarla, a crearla libre, a liberarla definitivamente para bien de nuestros pueblos”.
Para este empeño no bastará aprender la historia americana y encontrar los resortes para la movilización de nuestros pueblos. Necesitamos mucho más. Más bien un ejército de pensadores y luchadores. En primer lugar debemos convocar la herencia del pensamiento socialista. Y como suele repetir Armando Hart hasta la saciedad “En beneficio de Inventario”. Porque ellos también erraban, tienen esa licencia. Pero la herencia positiva de estos hombres le dará la mano a “nuestro nuevo presidente” en la batalla final americana.
Entonces solamente por hoy y tomando como referencia un reciente artículo de Carlos Alberto Montaner, me permito destacar en este tribunal de pensadores revolucionarios a León Trosky.
Trotsky ostenta el record Guinness del revolucionario más difamado de la historia. En relación con su persona muchos, incluso comunistas, sostienen sin querer una estrecha colaboración con el enemigo. Trosky ha sido acusado de todo absolutamente: fascista, imperialista, asesino, de frenar la revolución, de sectario... En el mejor de los casos al pensamiento trotskista se le considera innecesario, pues “es cosas de viejos”. Y entonces ahora hay que soportar que Carlos Alberto Montaner connotado enemigo de la revolución cubana, lo acuse nada más y nada menos que de haberse arrepentido en sus últimos días de la revolución y del socialismo, y haber abrazado la bandera del mercado y la democracia representativa. ¡Es el colmo! Pero tenemos la culpa por restringir su figura a los llamados partidos “trotskistas”, como si no formara parte del elenco de actores de la Revolución, como si no fuese el pensador marxista que más nos haya alertado sobre el fin de la URSS. Mas que ningún otro, Trosky estudió los resortes que pueden llevar a liquidar una revolución con todo y un partido comunista en el poder. El derrumbe del socialismo real es imposible de analizar y de entender si no se lee a León Trotsky. Y ese análisis no está pasado de moda. Está a la orden del día. Vivió en carne propia los desmanes de la burocracia de un estado socialista en el poder, fue el que diseñó teóricamente uno de los conceptos más vitales para el pensamiento revolucionario. La revolución permanente. No sólo es injusto no colocarlo al lado de los mejores comunistas, sino que esto constituye una ausencia sensible en nuestra práctica revolucionaria. El internacionalismo, la revolución permanente, y la inviabilidad del socialismo en un solo país, son aspectos claves para la revolución... Pero además, de muchas cosas puede acusársele, no de revisionista del marxismo. Si pecó de algo es exactamente de lo contrario. El Che y Fidel han seguido sus pasos, aunque ellos no lo hayan sabido. La consigna “de crear dos, tres... muchos Vietnam” es la concreción en la práctica latinoamericana de la Revolución Permanente y el Internacionalismo.
Considerar a Trotsky en el pensamiento revolucionario es un deber de los comunistas, y no tan solo de los trotskistas. Dígase comunista y ya deberá estar León Trosky incluido. El trotskismo no es una corriente particular del marxismo. James Cannon, uno de los dirigentes fundadores del movimiento comunista de Estados Unidos dijo en 1942: “El trotskismo no es un nuevo movimiento, una nueva doctrina, sino la restauración, el renacimiento del marxismo genuino, tal como se expuso y se practicó en la Revolución Rusa y en los primeros días de la Internacional Comunista”.
Dice Montaner: “en sus últimos tiempos en México, antes de que Ramón Mercader, hijo de una enloquecida cubana lo asesinara, Trotsky comenzaba a rechazar la idea de la tiranía y descubría el valor de la libertad económica y política y la importancia de la democracia formal”.
Y Trotsky había dicho en 1932: “Sólo un poderoso aumento de las fuerzas productivas y una organización justa, planificada, es decir socialista, de producción y distribución puede asegurar a los hombres –a todos los hombres– un nivel de vida digno y confiarles al mismo tiempo el sentimiento inefable de la libertad frente a su propia economía”.
¡Oh, sí! Si es esta libertad a la que se refiere Montaner... Trotsky le dio importancia mucho antes. En nombre de ella organizó el ejército rojo, trabajó al lado de Lenin, y a última instancia en nombre de esta libertad entregó sus mejores años y su vida entera.
Pero sabemos que no, que se refiere a la libertad e impunidad que gozan los explotadores. ¡Adónde habremos llegado en la injusticia con León Trosky para que uno de los mayores enemigos del socialismo pueda hablar en estos términos! Si permitimos que esto siga ocurriendo le estaremos acertando el verdadero golpe de muerte al pensador revolucionario Un golpe peor que el que le proporcionara Mercader en 1940. Y un golpe de esta naturaleza a Trosky es un golpe irreparable a las ideas del socialismo.
Por suerte Hugo Chávez nos regocijó con la otra cara de la moneda. En la sesión de clausura del Evento de Caracas pronunció las siguientes e históricas palabras, al referirse a un libro de León Trosky que compró en Madrid: “La revolución permanente”, donde el revolucionario bolchevique plantea que los problemas de cada país no tienen soluciones nacionales, sino que incluyen al resto de los pueblos”, tesis que dijo compartir plenamente.
Dicen que la mentira corre cien años y la verdad la alcanza en un día. Esto demuestra que cuando se busca el camino con honestidad... Todos esos caminos conducen... al socialismo. Se establecerá en Caracas una oficina permanente anti-globalización. Quizás sea esta la primera oficina de la permanente revolución.
Por último debo referirme de nuevo al artículo de Carlos Alberto Montaner, pues creo que de nuevo agarra los rábanos por las hojas. El señor protesta además porque le llamé terrorista. Y puede que tenga razón. Si el imperialismo llama terroristas a mis hermanos palestinos que luchan por la autodeterminación de su pueblo en contra del sionismo, él no es terrorista; si los luchadores iraquíes en Faluya son terroristas por enfrentarse valientemente al ejército más fuerte y más cobarde del mundo, entonces él no es terrorista; si los revolucionarios cubanos que se opusieron a una dictadura criminal y pro yankee, y en menos de siete años conquistaron el poder y establecieron un auténtica revolución socialista eran terroristas, entonces él no lo es. Pero este señor es enemigo del pueblo de Cuba. Pretende que después de cuatro décadas conociendo cuál es la dignidad volvamos atrás. Después de que aprendimos a conocer el decoro de ser libres es imposible que el pueblo de Cuba se convierta “pacíficamente” en una república corrupta fiel al imperialismo. Sus pretensiones de que mi patria se regrese medio siglo atrás y vuelva a ser el casino de los Estados Unidos son casi infantiles. Fidel dijo más o menos que primero triunfará una revolución socialista en los Estados Unidos, que una contrarrevolución en Cuba.
Y en cuanto a mi persona y mi “revisionismo” le digo lo siguiente: Tengo la esperanza de que en Cuba no se instaurará jamás aquella democracia formal, tan viciada y corrompida que él propone. Pero si así fuese, si por alguna razón la revolución cubana fracasase, si aquellas fuerzas restauradoras de las que hablábamos arriba aventajasen a la impronta revolucionaria de nuestra batalla de ideas, entonces no se me ocurrirá revisar otra cosa que no sean el número de balas de mi cargador y el cañón de mi fusil, y la única corriente que tendremos los comunistas de Cuba y del mundo será la corriente de aire que sople nuevamente en la Sierra Maestra. Y le aseguro al señor Montaner que junto a mí además de Fidel, el Che, Marx y Lenin estará como el primer soldado de fila León Trotsky.
Ingresaré con mucho orgullo las filas de los “terroristas” de Montaner.