¿Cómo atacar la inflación?

En términos simples, la inflación es el aumento sostenido y
generalizado de los precios de los bienes y servicios. La inflación no
está causada por un “exceso de crecimiento” como dicen algunos, sino
por su insuficiencia. El insuficiente desarrollo y el pequeño tamaño
de algunas economías impide que esa demanda sea satisfecha
internamente por lo que aparece una fuerte dependencia del exterior, y
en este caso el sistema cambiario debe contribuir dándole mayor
facilidad a los importadores para el eficaz acceso a las divisas cuyo
retraso ocasiona que algunos tengan que acudir a otros mercados o a
mayor endeudamiento, disparándose los costos de los bienes importados,
por supuesto influyendo estos directamente sobre el consumidor final.
El crecimiento de la población urbana, abandonando los sectores
rurales, con el consecuente aumento de la demanda de productos se
traduce en aumentos de precios.

Acabar con la inflación en un año es imposible, pero a mediano plazo
se pueden establecer políticas tipo presupuesto plurianual donde en un
período determinado entre tres y cinco años se implementen mecanismos
para combatir la inflación.

Los controles de precios son contraproducentes, pues distorsionan el
funcionamiento de una economía, dado que promueven la escasez de
productos y servicios y disminuyen su calidad, entre otros. El control
de precios desalienta la competencia, por lo tanto se puede ir
eliminando a mediano plazo y dejarlo a bienes muy puntuales, actuando
diligentemente todos los organismos en la inspección permanente de
precios al público, costos y los mecanismos de distribución. Lo que es
my importante porque si podemos ver por ejemplo, no se consigue en los
supermercados determinada marca de aceite comestible, cuyo p.v.p. es
once bolívares, pero sí lo vemos en la calle en manos de trabajadores
informales a veinte y veinticinco bolívares por litro, entonces ¿quién
está especulando o contrabandeando con el aceite, si los productores y
distribuidores los despachan?.

Hay que atacar las verdaderas raíces del mal y no limitarse a
disimular los síntomas, hay que poner mano dura a la especulación. La
política fiscal antiinflacionaria exige recortes en los gastos
públicos, comenzando por eliminar la burocracia en los distintos
niveles de gobierno, dedicando a esas personas a trabajos productivos
con sus comunidades, bien sea a través de los consejos comunales o las
asociaciones cooperativas.

Por otro lado, debemos ineludiblemente volver al campo, pero con un
cambio de paradigma, donde estemos consientes de los errores que hemos
cometido y que darle dinero a la gente a través de toda nuestra
historia democrática solo ha servido para que se pongan flojos y
busquen el facilismo de una beca o un préstamo que nunca pagarán. Una
estupenda política para diversificar nuestra economía y reducir la
inflación sería garantizar a nuestros campesinos el otorgamiento de la
materia prima para la siembra (no darle dinero), la permanente
inspección técnica, el suministro no solo de semillas, sino de los
fertilizantes necesarios, manteniendo una constante supervisión hasta
la época de recoger la cosecha que puede también ser costeada por el
gobierno y/o empresas privadas del área correspondiente, garantizando
estos la compra total de la producción que financiaron y supervisaron
desde su inicio.

En estos casos tendremos, salvo alguna catástrofe,
una producción segura, mayores fuentes de empleo, buena utilidad para
el campesino y se colocaría el producto a precios accesibles para los
consumidores, contribuyendo con la seguridad alimentaria que platea
nuestro presidente y dándole así un palo cochinero a los especuladores
y la inflación, generando un crecimiento económico importantísimo para
la nación.


Email: reinaldosilva119@hotmail.com


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Reinaldo Silva


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